Costuras, de Guadi Galego

Autor:

DISCOS

«Su música se vuelva más cercana a esa poesía que recita, más atenta al corazón y a los sueños del hombre»

 

Guadi Galego
Costuras
Altafonte, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Guadi Galego ha conseguido un prodigio de delicadeza en su sexto disco. Y si es delicado es por su lirismo. La que fuera cantante de Berrogüetto se ha fijado en los rotos que nos hace la vida y ha enfocado la mirada en esas costuras —así se llama el álbum— que nos remendamos para que no nos entre el frío y el aire. Costuras que, a base de puntadas, pueden darnos una elegancia más personal, zurcidos originales.

No existe aquí ese ambiente derivado del folk más acústico, no hay —quizás, a cada escucha se va agrandando— canciones tan emocionantes como “Cedeira”, incluso se atreve con momentos electrónicos, pero lo envuelve todo de una sutil melancolía —escúchese “Liberdade ambigua”— que sigue siendo muy atlántica. “Canción popular” tiene eso, aire de música tradicional en su paseo por las calles de la ciudad, en las puestas de sol, en ese mito del océano.

El piano acompaña mucho de este lirismo, en la que da título al conjunto o en “Velutinas”, más animada, también con toques de cuerda y en que esa avispa que preocupó en Galicia se convierte en los embates que se han de sortear en la vida. Pero aparte de estos aportes poéticos hay, como decimos, puro pop en “Creo” o en “Zocos”, extraña composición en su estructura que comienza con una guitarra apenas rasgada y que se convierte en un valsecito en el estribillo.

El disco se cierra con dos magníficos crescendos: el de “Mesta néboa” y el de “Só con amor”, de especial sensibilidad, como una letanía que va repitiendo “solo con amor”. Y justo en la mitad del disco una canción de campamento, de aquellas de noche de San Juan y de avivar hogueras y amistades en su estribillo: “O que ha chegar”, con un bajo tan sencillo como efectivo.

La evolución de la música de Guadi Galego es interesantísima. De lo más puramente tradicional gallego ha pasado a la sutilidad y a interiorizar el concepto de Galicia. En ello va creciendo de forma elegante y determinada, poco a poco, para que su música se vuelva más cercana a esa poesía que recita —emocionantes versos de Antia Otero, por ejemplo—, más atenta al corazón y a los sueños del hombre.

Anterior crítica de discos: Gigantes, de Playa Cuberris.

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