Costumbrismo mágico, de Ladilla Rusa

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DISCOS

«El homenaje se alía con el pastiche, dejando siempre presente que el espíritu es el baile y respetar la esencia de aquello a lo que dan la vuelta»

 

Ladilla Rusa
Costumbrismo mágico
EL GENIO EQUIVOCADO, 2022

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

El disco que se han sacado de la manga esta pareja de amigos de Montcada i Reixac no tiene parangón. Lo suyo ha sido, en los dos álbumes que han puesto en el mercado, meter en una batidora los estilos que son realmente populares –aquellos que tiene miles de seguidores sin pasar por la industria– y ofrecer un universo en que todo es reconocible e irónico, motivo de fiesta en ese justo punto en que el homenaje se alía con el pastiche, pero, eso sí, dejando siempre presente que el espíritu es el baile, la diversión, respetar la esencia de aquello a lo que dan la vuelta y sustraerle al mismo tiempo su seriedad.

No hay ningún tipo de complejos. En “¡Qué ladilla!”, el electro trash que sostiene sus canciones como rígido armazón rítmico desborda de música casposa, insulta, resulta a veces un vergel de vergüenza ajena, pero a la vez todo nos enreda de manera magnética y fascinante. Es el más puro estilo Pepe da Rosa, pero cuando ya está de vuelta de todo y se dedica a describir situaciones en que se nos queda cara de evidencia.

El single, la canción más escuchada, es “Kitt y los coches del pasado”, con Joan Colomo y Los Ganglios, donde le dan veinte vueltas a la cultura popular, con la plantilla de Camela, para construir la parodia de una serie mítica encarnada en un amante de los coches clásicos que no es quien parece ser. Fascinante. El magisterio de Camela se palpa también en “A un metro y medio de ti”, sobre los efectos de la pandemia, y lo enlazan con una rumbita a lo Bordón 4 que responde por “Todos los días lo mismo” y habla de las dificultades que presenta la jornada laboral.

El petardeo corre a sus anchas en “Macarrones pop”, con un inicio a lo “Bote de Colón”, que da buena cuenta de la historia que Tony Genil revela como real sobre la estancia en su casa y su mesa de Michael Jackson para comer unos macarrones. El plagio de “Thriller”, que fusila una canción de Luixy Toledo, ya lo dejan para el siguiente elepé. Pero donde arrasan con todos los ritmos habidos y por haber es en “Conchi coach”, junto a La Prohibida, donde vuelven a aparecer esencias punk como las que definen a Alaska, los ambientes sofisticados de mediados de los ochenta, el doowoop, italodisco, Las Ronettes,… Un batiburrillo imposible que es la banda sonora de una feria en el extrarradio, mientras uno pasea cerca del río, los farolillos, la noche y las atracciones.

Y si hablamos de feria, quién mejor que Leonardo Dantés para animarla. Con él se marca la pareja un hit de los escenarios de fiesta: “Los famosos también”. Hasta puede hacer parodia de algo que aún no ha aparecido. “La puta (m)ama” —compuesta antes, todo hay que decirlo— es el reverso paródico y canalla de la canción de Rigoberta Bandini, como la cabeza al sombrero. La mamá decide coger la puerta y enfrentarse a situaciones disparatadas, subrayadas por la colaboración de la gran actriz Josele Román.

Así son Tania Lozano y Víctor Clares, mariscales de extrarradio que empezaron el grupo como una broma, pero crearon una broma de palabras mayores. Si tuviera que enseñarle a alguien qué es la vida de barrio le haría escuchar “La padrina”, una tarantela sobre una pastelera que esconde, entre la repostería, productos ilegales y alegres, con sus sampleos de Coppola y de conversaciones y sus dejes árabes. Mal que bien, los que somos defensores de arrabal debemos sentirnos felices de tener una banda sonora original propia.

Anterior crítica de discos: C’mon you know, de Liam Gallagher.

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