“Con ‘Memorias de un espantapájaros’ M Clan sacaron su garra”

Autor:

ENTREVISTA: CHEMA DOMÍNGUEZ

 

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 “Tiene excelentes canciones, lograr esto resulta tan obvio como complicado, no está al alcance de todos. Todo está al máximo nivel, unido y separado todo tiene sentido: diseño, sonido, textos, arreglos, producción…”

 

Chema Domínguez se sumerge en “Memorias de un espantapájaros”, el sexto disco de estudio de M Clan. Un trabajo clave en la carrera del dúo murciano que analiza a fondo en el libro “Memorias de un espantapájaros. M Clan en la cuerda floja”, editado por Efe Eme.

 

Texto: EFE EME.
Foto: SON URBINA.

 

 

¿Por qué un libro, precisamente, sobre “Memorias de un espantapájaros”?
La música hay que defenderla. Y las obras que hacen grande a la cultura, a la música, hay que destacarlas, escucharlas, hablar y escribir sobre ellas. «Memorias de un espantapájaros» y M Clan están en ese grupo, acaban de reeditarlo en vinilo y publican «Delta», otro excelente trabajo. Es un momento ideal para repasar su trayectoria, sus mayores logros, y disfrutar plenamente de su actualidad.

 

¿Lo consideras el mejor disco de M Clan?
Con la publicación de «Delta» aún muy reciente, falta la prueba de fuego que es el directo y la gira, y sin olvidar sus primeros discos, «Memorias de un espantapájaros» sigue siendo el mejor de M Clan. También es el mejor disco de la trilogía compuesta por «Memorias», «Para no ver el final» y «Arenas movedizas», y el de la plena madurez, con el que recuperan y agradan la honra algo perdida en álbumes como «Sopa fría» o canciones como ‘Bananas’, extraviados en el laberinto insano de las radiofórmulas. El hilo del rock, su innegable talento, y un poemario escrito por Tarque para otros asuntos les sacan de ahí.

 

¿Qué crees que tiene de especial “Memorias de un espantapájaros”?
Excelentes canciones, lograr esto resulta tan obvio como complicado, no está al alcance de todos. Además, todo está al máximo nivel, unido y separado todo tiene sentido: diseño, sonido, textos, arreglos, producción… Luego, si relacionas las circunstancias que atravesaban como grupo, sus componentes, el momento musical que vivíamos en 2008, el año de su publicación, el contexto del país, todo, es un disco inesperado e inspiradísimo. Como digo en el libro, recuperan el factor sorpresa, ¡y de qué manera!

 

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Precisamente, en el libro dejas claro que “Memorias de un espantapájaros” es un disco de ruptura en la obra de M Clan, pero, ¿qué crees que representa en la trayectoria del grupo?
Con «Memorias de un espantapájaros» rompen con el agujero negro de las radiofórmulas y lo establecido, sacan su garra. Eso es lo primero. Buscan canciones de gran calado, de verdad, que te marquen desde el primer momento que las escuches. Ahí llegan los versos de Tarque usados como ejercicio literario y de búsqueda personal, que Ricardo califica de hallazgo e impulsa. Ahí sí hay una madurez inédita, aunque ya se veía venir. Y luego está el sonido logrado con Carlos Raya, eso sí, M Clan siempre han disfrutado y nos han hecho disfrutar de un eco vibrante, excelente. «Un buen momento» sigue gozando de una producción sobresaliente, igual que «Delta», aunque las ideas musicales sean distintas todo es rock. Esa variedad y su valentía a la hora de defenderla es otra de las virtudes adultas de M Clan. Pero lo interesante está en el libro, cómo lo van hilvanando y los distintos protagonistas que van participando.

 

¿Hay unos M Clan anteriores y unos posteriores a “Memorias de un espantapájaros”?
Hay unos M Clan mejores. También es el último trabajo con Oti y Pascual Saura, del que luego habría que lamentar su pérdida.

 

¿Crees que “Memorias de un espantapájaros”, “Para no ver el final” y “Arenas movedizas” conforman un ciclo (una trilogía, vaya)?
Sin duda, no es que lo diga yo, así lo afirman ellos mismos y el público también lo entiende así. Además, hay una forma de trabajar parecida, aunque solo sea por mantener a Carlos Raya como productor, habiendo sido también miembro de M Clan. Hay matices, pero componen una trilogía que culmina con «Dos noches en el Price».

 

¿No ha sido M Clan un grupo demasiado veleta, con cambios de orientación, porque parece que fueron probando distintas fórmulas hasta dar con la adecuada?
Bendito cambio de aires. Ser veleta tiene un sentido despectivo que no concuerda para nada con M Clan. No creo que fueran probando fórmulas o colores hasta encontrar el adecuado, igual que no creo que lo hicieran Gabinete Caligari, Radio Futura, Bunbury o los menos conocidos pero trascendentes Los Coyotes. La música es libertad de movimiento, saber crecer, adaptarte a lo que te pide lo que escuchas y sientes. Puedes hacer concesiones, pensar a veces en el público, qué me pongo o qué luces gustarán más en directo, pero no puedes dejarte arrastrar por fanáticos y contables. M Clan son valientes, no veletas.

 

Una de las cuestiones más interesantes que planteas en el texto es que tiene algo de disco conceptual, ¿cómo es eso?
Desde la portada ya te llega un mensaje muy directo, intuyes el estado emocional del disco, te llega una atmósfera cargada de electricidad, la figura del espantapájaros no puede ser más poética, y está excepcionalmente realizada por Ana Maynero. En ‘Las calles están ardiendo’ o ‘Inmigrante’ las percibes con solo echar un vistazo al disco, sin oírlo. Eso le da un empaque tremendo. Curiosamente, hay contrapuntos muy esperanzados, como ‘Espantapájaros’.

 

Ya has escuchado “Delta”, el nuevo trabajo de M Clan, ¿piensas que es el inicio de un nuevo ciclo musical?
Salta al oído. Una de las claves del éxito de M Clan es ampliar horizontes.

 

¿Es M Clan la gran banda rock clásico español?
Nunca pienso en medallas únicas, siempre son compartidas, pesan demasiado para un solo cuello. En la reseña de “Delta” afirmo que solo pueden ser comparados con ellos mismos, para mí eso es un síntoma de grandeza, y eso les permite compartir podium con Burning, Miguel Ríos, Lapido, Ariel Rot y por ahí sigue la lista, hasta Los Brincos si quieres. Afortunadamente, tenemos muchos y grandes nombres por todas las décadas.

 

 

Una constante cuando se habla del grupo es destacar la voz de Carlos Tarque, ¿es tan buena como se asegura?
Es tan buena como se asegura. Creo que el cien por cien de los músicos y periodistas que dan su opinan en el libro se centran en algún momento en la voz de Carlos, y no es para menos. Te pongas místico o te pongas técnico, su timbre es perfecto para el rock, luego ha ido creciendo como intérprete y letrista, ampliando registros y modulando a placer, para dar la mejor vida posible a piezas como ‘Roto por dentro’ o ‘Pasos de equilibrista’.

 

¿Crees que es el mejor vocalista de nuestro rock?
Sobre si es el mejor vocalista de nuestro rock, vuelvo a la respuesta anterior, sin duda está en el grupo de cabeza, y su actitud y carisma es incuestionable, pero vuelvo a pensar en Miguel Ríos o el desaparecido Manolo Tena, sin olvidar nombres con mucha carretera por delante como Los Zigarros.

 

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Chema Domínguez.

 

Siempre mantenemos a Ricardo Ruipérez en segundo plano, pero hay quienes aseguran que es absolutamente determinante. A tu entender, ¿qué papel juega realmente en M Clan?
Todo indica que es determinante. La vida privada y pública de un grupo con más de veinte años de existencia en tan excelente estado de salud tiene mucho que ver con la gestión artística y empresarial, ahí Ruipérez da la sensación de ser un excelente gestor. Y tiene mucho mérito, porque el equilibrio entre lo artístico y la vida cotidiana no es nada fácil, una cosa siempre te quita demasiado tiempo de la otra, y todo es importante. Ricardo es un apasionado de lo que hace, no deja de crecer musicalmente y en «Delta» se destapa con una fantástica pieza que cierra el disco, ‘Noche de desolación’.

 

En “Elepé”, la misma colección de Efe Eme donde se ha publicado tu libro sobre “Memorias de un espantapájaros”, los otros títulos editados hasta la fecha son “Rock & Ríos” (de Miguel Ríos) y “Mediterráneo” (de Serrat). ¿Crees que “Memorias de un espantapájaros” está al mismo nivel que esos álbumes?
Todos son grandes títulos, imprescindibles para nuestra historia musical. Eso sí, hay que contextualizarlos, hablar con los protagonistas, ver su influencia en otros, comprobar cómo les sienta el paso del tiempo, etc. Ahí sí puede haber diferencias de impacto, pero es lógico, «Mediterráneo» se publica en 1971 y, además de ser una maravilla eterna, esa España no es exactamente esta, y ha llovido mucho más que desde la publicación de «Memorias de un espantapájaros», por lo tanto ha calado más. Y luego, decir Serrat es decir todo. «Rock & Ríos» y «Memorias de un espantapájaros» están más cerca, y además hay una conexión personal y artística entre M Clan y Miguel Ríos.

 

Obviamente, estos libros que giran alrededor de determinados discos surgen desde el homenaje a obras muy destacadas, y son especiales para quienes los escriben. Pese a ello, ¿has tratado de mantener el análisis y el rigor crítico, o te has puesto en la piel del fan entregado?
La colección «Elepé» es un homenaje necesario, pero lo siento más como una documentación histórica e interesante de nuestras mejores páginas musicales. Seguimos sin darle toda la importancia que merece a nuestra cultura en general y a nuestra música en particular, y hay que remediarlo cada día. En esta línea, es fundamental el criterio periodístico sobre el pasional. En mi caso he buscado el gran reportaje con corazón.

 

Para escribir el libro y poder entrar en sus entresijos, contaste con la ayuda de, entre otros, Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez. ¿Les extrañó que quisieras dedicar un libro a “Memorias de un espantapájaros”?
No percibí extrañeza, más bien ganas de explicar un momento tan crucial para ellos, saben de la grandeza de «Memorias de un espantapájaros» y saben que se jugaban mucho. En mi opinión, lo mejor es que continúan con ese espíritu y siguen supercentrados en hacer grandes discos, como «Delta».

 

¿Colaboraron gustosamente?
Si no hubieran participado no habría libro, o al menos no sería tan interesante. Colaboraron hasta el día antes de enviarlo a máquinas.

 

¿Y Carlos Raya, productor del disco y pieza esencial para el sonido?
Raya también está, otro gran músico y productor cuyos logros son en buena parte los de nuestro rock. Además de las grandes canciones que alumbra, este es un disco con suerte: los músicos, el productor, fotógrafo, diseñadora, compañía… todos entienden el momento y aportan lo mejor de sí mismos.

 

 

Quizá la gente no lo sepa, pero en este caso también fue fundamental la portada, con un proceso de elaboración (parte del cual se muestra en las imágenes del libro) muy singular y costoso, y has querido poner en valor esa cubierta. ¿Qué tiene de especial esta portada?
Ves la portada y escuchas el disco, eso tiene un mérito tremendo. En el libro, Ana Maynero, diseñadora, explica muy bien el proceso creativo y técnico que sigue, con mucho corazón también. Y la combinación de su trabajo con Thomas Canet, fotógrafo, da un juego fantástico. También es muy interesante su intervención en las páginas del libro. De hecho, Maynero y Canet repiten en «Para no ver el final».

 

¿Puede que la cubierta de “Memorias de un espantapájaros” marque el final de una era, cuando todavía era posible dedicarle semanas de trabajo al diseño de una portada de disco?
Afortunadamente no, siguen haciéndose portadas fabulosas. Otra cosa es el reconocimiento que tengan, el tiempo que tiene el público para disfrutarlas y el criterio de los medios para detectarlas. También está el coste que conllevan y qué presupuesto hay, pero ese es otro tema.

 

¿Tienes alguna, o algunas canciones favoritas en este álbum?
El arranque del disco es espectacular con ‘Pasos de equilibrista’, te puedes quedar ahí todo el tiempo. Me encanta la producción de ‘Las palabras que me dijiste’. ‘Roto por dentro’ o ‘Balada del desarraigado’ te destrozan y conmueven estés como estés. ‘Las calles están ardiendo’ es un perfecto grito de rabia y denuncia, también deja entrever con orgullo la influencia de 091 y Lapido, algo muy interesante que está reflejado también en el libro, donde Lapido también interviene. Es un disco completísimo. Lo que no te gusta por una cosa, te gusta por otra.

 

¿Y con qué tema le presentarías “Memorias de un espantapájaros” a alguien que no conozca el disco?
‘Roto por dentro’, el primer sencillo que se extrajo, es ideal. Es otra de las afortunadísimas conexiones que hubo: la compañía entendió perfectamente el nuevo paso del grupo y buscó decididamente lo mejor para todos.

 

¿Estás pensando en algún nuevo libro?
Todos los textos que van apareciendo en «Cuadernos Efe Eme» son susceptibles de libro, desde Germán Coppini hasta Manolo Tena, pasando por el resto. Tanto los que voy firmando como los firmados por el resto de compañeros. Recuerdo el texto sobre «Enemigos de lo ajeno» de El Último de la Fila, por ejemplo (Cuadernos Efe Eme número 6), y mientras voy respondiendo veo que Jesús Ordovás acaba de publicar «Esto no es Hawai», algo que se veía venir, o al menos yo deseaba que publicara algo así. En cualquier caso, prefiero no decir nada en concreto porque se vuelve contra mí, suele ser sinónimo de alargar los plazos de entrega. Y cuando digo alargar plazos de entrega, me acuerdo de Juan [Puchades] y él se acuerda de mí… Por cierto, que Puchades ha sido fundamental para dotar a «Memorias de un espantapájaros. En la cuerda floja» del buen toque final.

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