Ciudad Libertad, de Salvador Gómez Valdés

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LIBROS

«Ni hay misterio, ni hay un fondo social obsesivo y, sin embargo, el conjunto resulta enormemente adictivo»

 

Salvador Gómez Valdés
Ciudad Libertad
RENACIMIENTO, 2023

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Si buscan alguna foto de Salvador Gómez Valdés se sorprenderán al ver que conocen a este señor, aunque no lo puedan ubicar en ningún medio en concreto. Quizás los mayores del lugar recuerden su voz, que en Radio 3 realizó y presentó Perfil del ruedo, de las nueve a la once de la noche, además de colaborar en La Barraca, espacios ambos míticos para este cronista.

A finales de 1987 salta a la televisión, donde dirige y presenta varios programas, quizás el de más enjundia —aunque solo sea por ser de los más veteranos— es La aventura del saber, aunque todos podrían adscribirse al ámbito cultural, terreno —este de la cultura y la comunicación— que le preocupa y al que ha dedicado su tesis doctoral. Cabe decir también que es licenciado en Ciencias de la Información, grado que alcanzó en Madrid, adonde se desplazó desde su Vélez-Málaga natal en 1974.

Pues bien, la novela que nos presenta es un recorrido por todo ese periodo universitario, con el telón de fondo de la situación política. El último año de la vida del dictador y los cuatro primeros de democracia —de transición, le gusta decir, a la que defiende sin ambages— eran tan acaparadores que por fuerza han de aparecer, porque la sociedad española trabajó únicamente en ello.

Así vemos cómo se instala el primer año en el Colegio Mayor San Juan Evangelista — el Johnnyy cómo conoce a sus primeros compañeros, hay un pequeño retrato de ellos y otro pequeño retrato de los profesores de la Complutense y, sobre todo, recuerdos de asambleas, de discusiones políticas y de lucha estudiantil, vista desde un foco externo pues el narrador se muestra escéptico frente a posturas radicales. También hay un repaso a los amores que van surgiendo aquí a allá, a veces platónicos, a veces consumados. Cinco años dan para mucho.

El segundo, ya comparte piso de estudiantes, o diversos pisos sucesivamente —como suele ocurrir—, a veces en condiciones que no son las adecuadas. Y poco a poco, el decorado se va llenando con la cultura que se movía por esos años. Visita cines de arte y ensayo, recorre librerías, lee desaforadamente y las conversaciones sobre literatura son el tema principal tras la muerte de Franco. También frecuenta el estudio de algún pintor.

En uno de sus veranos en el pueblo —que también se comentan— entra a trabajar como corresponsal telefónico para Radio Nacional en Málaga. Supone una primera experiencia que poco a poco se irá acrecentando, mientras asiste a los problemas que asolan al negocio de sus padres —fueron años de crisis— y, ya en el quinto año, la venta de su casa y la búsqueda de nuevas perspectivas.

Los lectores de cierta edad seguramente se reconocerán en algunos tics. Yo en varios, y con varias sorpresas, además. Hay un recuerdo para Carlos Oroza, un excepcional poeta beat que grabó algún disco y con quien este cronista habló para incluirlo en un artículo, y una constante fascinación por Borges, a quien Salvador Gómez entrevista ya en los ochenta, el mismo año que el argentino le firmó a servidor de ustedes un ejemplar de Los Conjurados.

El tono general es amable y, de hecho, apenas ocurre nada significativo en la propia historia, pero sí que es una rica exposición de lo que fue el mundo universitario en esos años. Una exposición adictiva, pero al contrario que la novela negra que el narrador defiende, ni hay misterio, ni hay un fondo social obsesivo y, sin embargo, el conjunto resulta enormemente adictivo.

Anterior crítica de libros: No todo el mundo, de Marta Jiménez Serrano.

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