Cine: «Gravity», de Alfonso Cuarón

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«Ha tomado la angustia inspirada por la soledad y la vulnerabilidad del viajero espacial y la ha convertido en una película de hora y media que corta la respiración de principio a fin»

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«Gravity»
(Alfonso Cuarón, 2013)

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

Quizá uno de los mayores retos a los que puede enfrentarse un cineasta es el de salir al espacio exterior para desplegar incógnitas existenciales en medio de una inmensidad silenciosa. En la deriva hacia el vacío infinito reside quizá el mayor miedo del ser humano: la constatación de su de su pequeñez en el cosmos. En la malograda «Sunshine» (2007), Danny Boyle proponía la cristalización tremebunda de ese miedo: un astronauta, en órbita y fuera de control, superaba los límites del escudo antisolar de la nave y, expuesto al astro rey, quedaba reducido a la nada con un insignificante, instantáneo fogonazo. En «Gravity», Alfonso Cuarón ha tomado la angustia inspirada por la soledad y la vulnerabilidad del viajero espacial y la ha convertido en una película de hora y media que corta la respiración de principio a fin, una aventura orbital de suspense insoportable y una heroína que va de la rendición de antemano a la voluntad invencible por seguir viviendo un poco más.

«Gravity» es concisa en lo narrativo, impecable en lo técnico. Desde el renacimiento de las tres dimensiones, pocas veces su uso había resultado tan coherente como aquí y nunca había sido tan espectacular. Los planos secuencia de Cuarón, gramaticales órdagos a la grande que ya había ensayado en tierra en «Hijos de los hombres» («Children of men», 2006), sientan hitos tridimensionales que hacen al espectador un angustiado partícipe de la catástrofe de un transbordador descomponiéndose o de un letal vals de chatarra que destroza todo a su paso. Entre la filigrana del desastre, el subtexto traumático del personaje de Sandra Bullock –esforzada y comprometida con el drama, pero no memorable– es quizá lo menos contundente en un relato de supervivencia en el que la fuerza metafísica queda por debajo de su poder para la hipnosis.

Anterior crítica de cine: “Kon-Tiki”, de Joachim Rønning y Espen Sandberg.

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