‘Cazadora de cuero’, el guiño de Farmacia de Guardia a Sex Pistols (1989)

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CANCIONES DE UNA NOCHE DE VERANO

 

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“Yo entendí el Sid del estribillo como una recia afirmación, y pensé que la canción iba dedicada a alguna frugal fémina de fama televisiva”

 

Podría haber sido ‘Ella es demoledora’, o la tétrica ‘Soy un cadáver’, pero de todos los temas firmados por los murcianos Farmacia de Guardia, César Prieto se queda con ‘Cazadora de cuero’. Un tema que le caló profundamente, aunque tardó mucho en descubrir que en el estribillo se referían a Sid Vicious, el controvertido bajista punk de Sex Pistols.

 

Una sección de CÉSAR PRIETO.

 

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Farmacia de Guardia
‘Cazadora de cuero’
“Veneno rojo”
DRO, 1989

 

Yo era el chico que iba cantando la canción en las lechosas mañanas de Barcelona mientras recorría el kilómetro que separaba su casa del colegio donde hacía tercero de BUP. Era 1982. La canción me había ocupado desde los desvelos nocturnos del “Diario Pop” y la cantaba entre dientes como si reafirmara mi conexión con un mundo que quería hacer propio.

El caso es que entendí muy tarde el argumento. Se trataba simplemente de un chaval que ante la muerte de Sid Vicious decide asumir su legado, pero yo entendí el Sid del estribillo como una recia afirmación, y pensé que la canción iba dedicada a alguna frugal fémina de fama televisiva. Una fémina indeterminada, cualquiera, un póster. Un póster como el que yo tenía en el pequeño estudio que me había montado en casa, la habitación que sobraba me servía para venerar frente a la mesa de la máquina de escribir a Debbie Harry. Agachada, con una mirada estudiadamente provocadora e inconscientemente madura, cumplía las expectativas de un teenager.

No sé por qué asociaba el tarareo de la canción al póster. No era ni siquiera una irreverencia adolescente, era la conciencia de asumir otro mundo. Años después me hice amigo de Jam Albarracín y entendí con él que existía ese otro mundo. Un mundo que servía como refugio. Jam seguía teniendo esa conciencia lúcida del que ha vivido mucho, pero esa vida añade en vez de desgastar. Añade sabiduría. Había conseguido esa sutil magia de ser el mismo, pero mejorado.

De la canción existen tres versiones. Un single que llevó Jam a Madrid en su servicio militar, casi mil copias fruto del primer premio del concurso Murcia Joven, que en un año se desvanecieron, la del elepé “Veneno rojo” y la maqueta, que mucho más tarde editó Subterfuge. Fue grabada en los estudios Audiofilm y al llegar a manos de Ordovás este no dejó de programarla. El single tuvo que esperar unos dos años y fue grabado en Valencia, en Xirivella, aunque después lo distribuyó Dos Rombos.

La buena, la más directa, la esencia, está en la de la maqueta. Ahí es donde aparecen crudos y chulescos los acordes, donde suda el CD el mismo olor de la calle, algún chico con paso firme, orgulloso de su actitud, ingenuo –“los periódicos no me han dado la suficiente información”– pero seguro. Ese chico que Jam Albarracín me enseñó que debía, a toda costa, seguir buscando.

Anterior entrega de Canciones de una noche de verano: ‘Para ti’, de Paraíso (1979).


 

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