Cápsula de Sueños: La inmensa fragilidad sonora

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«Nos entusiasma la atmósfera brumosa que puede generar la electrónica, o cómo un grupo que utiliza elementos tan «fríos» como Lali Puna crea una música tan cálida»

 

Paco Tamarit agarra la mano de María Ferrando, y ambos inician una luminosa y emocionante aventura en la que las guitarras y el espíritu acústico de él se unen con las ensoñaciones sintetizadas de ella. El sencillo encabezado por “Tu mundo de cristal” (Elefant Records) es su primera y adorable criatura. Por César Campoy.

 

Texto: CÉSAR CAMPOY.
Foto: MATI MARTÍ.

 

La Valencia musical de los noventa acogió con entusiasmo el nacimiento de The Flauters. Aquella formación supuso el descubrimiento de unos integrantes dotados de una increíble habilidad interpretativa y, a la vez, tocados por una peculiarísima personalidad marcada por la depurada educación sonora, el surrealismo, lo lisérgico, la observación y el detallismo, y un particular y sorprendente sentido del humor. De lo primero acabó siendo consciente, posteriormente, la escena española, a partir del concurso de Luis Prado, Alejandro Climent Boli y Paco Tamarit en proyectos como Doctor Divago, Malcolm Scarpa, Caballero Reynaldo, M-Clan, Fito & Fitipaldis, Quique González, Leiva, Rebeca Jiménez, Rulo y la Contrabanda, La Casa Azul, Tequila, Ariel Rot, Sergio Makaroff o Miguel Ríos.

Lo segundo hemos seguido saboreándolo en proyectos como Señor Mostaza, el propio devenir de Prado en solitario y, por parte de Paco, aventuras que rezumaban pop de calidad infinita como Serpentina (junto a su hermana, María) o San Francisco.

Tamarit siempre supuso el toque psicodélico del asunto. Abrazado por un halo de sensibilidad, buen rollo y cierto espíritu naíf, con el tiempo fue abriendo su alma, sin complejos, para mostrar su pasión por las estructuras brillantes y el buen gusto pop, y así armar piezas repletas de recovecos donde sentarse a descansar y enfrentarse, cara a cara, con los ángeles, demonios y fantasmas de uno mismo. Ahora desembarca, de forma oficial, Cápsula de Sueños, el nuevo dúo gestado en compañía de su pareja María Ferrando, padre de una primera referencia discográfica, el sencillo “Tu mundo de cristal”, difundido por Elefant Records, sello que en su momento editó a San Francisco y con el que Tamarit mantiene un envidiable idilio.

 

Punto de partida

Como rememoran ambos, María adquirió uno de los sintetizadores de un viejo amigo de la familia, el intransferible Antonio Galvañ (Parade), y pasó varias noches en busca de sonidos y ambientaciones. «Yo, mientras, le acompañaba con la guitarra. Esas improvisaciones fueron concretándose, y cuando nos dimos cuenta teníamos un número considerable de temas», explica Paco. «Sí. Digamos que primero nacieron las canciones y de ahí pensamos en el proyecto», añade María. El espíritu filosófico y sonoro de Tamarit perdura, es evidente, pero este nuevo ser, sobre todo en cuestión de arreglos e instrumentaciones, va más allá. ¿Reinvención sin perder de vista la senda? «Supongo que, al surgir los temas de otra manera, con un sinte de por medio y una caja de ritmos, inevitablemente las canciones van por otro camino. Pero creo que no es algo premeditado ni elegido, casi viene dado por la naturaleza de la formación», aclara Ferrando.

Efectivamente, la esencia primera de Cápsula de Sueños es electrónica. «A los dos nos entusiasma la atmósfera brumosa que puede generar la electrónica, o cómo un grupo que utiliza elementos tan «fríos» como Lali Puna puede crear una música tan cálida», explica Paco. Así lo demuestra el tema que da título al sencillo, mecido en unos teclados a los cuales María sabe sacar un partido tremendo ayudándose de unas ambientaciones y unos ritmos tan variables como brillantes.

No hay nada preestablecido en este organismo, según Ferrando: «Hemos ido creando y desarrollando las canciones de manera orgánica». Lo que sí perduran, en comparación con otros de los proyectos personales de Tamarit, son esas atmósferas repletas de ligero pesimismo emocional y dulce desesperación onírica, en las cuales el músico valenciano siempre se ha movido como pez en el agua. La estremecedora “Urgencia” es un buen ejemplo. ¿Hay algo de sana reparación al sumergirse, a la hora de crear, en ese universo agridulce? María es clara: «Pues sí. En mi caso, la reparación no es el hecho de sumergirme, sino el de “materializar” esa desesperación, si es que se puede llamar materializar a hacer una canción. A mí me resulta bastante terapéutico».

 

Espejos y faros

En el horizonte, por supuesto, los referentes del pop de calidad francés e hispano de todos los tiempos: Mancini, Bacharach, Brian Wilson… y mucho más. Ambos hacen gala de su condición ecléctica a la hora de escuchar música. Eso sí, María trata de afinar un poco más a la hora de describir las esencias de los diferentes barnices que embadurnan a Cápsula de Sueños: «Nos han inspirado canciones de todo tipo. Pero, sobre todo, grupos como The Radio Dept., Beach House y Melody’s Echo Chamber. En el caso de “Me voy al trópico”, a pesar de las citas a Vainica Doble, y en «El Manisero», la música brasileña de la que soy amante empedernida». Así es. Santonja y Van Aerssen, siempre vivas. Perennes. Y radiantes, como apunta Ferrando, en “Me voy al trópico”, tributo sonoro y textual al maravilloso arte de aquel mágico dúo: «No me cansaré de reivindicarlas», sentencia, orgulloso, Tamarit. «Al final de la canción nos dimos cuenta de que cabía muy bien la estrofa del marinero de “Coloniales y ultramarinos”. Además, son canciones que hablan de algo parecido: el escapismo tropical. También está presente en “Ay, quién fuera a Hawai” o la de “Agua de coco y ron”, de Solera». María añade: «A mí me encantan las citas musicales, me divierten, y el ser textual me parece un ejercicio de sinceridad y de complicidad con el oyente. Mostrar nuestras pasiones creo que es inevitable, porque ambos somos muy apasionados con las cosas que nos gustan».

Mientras tratan de imaginar que nuestras vidas, en algún momento, puedan retornar a la normalidad, María y Paco sueñan con ser Gauguin, para poder escapar de este cruel paisaje, y poder seguir brindando, al personal, ese buen puñado de nuevas canciones que ya tienen grabadas. Y mostrarlas en vivo, por supuesto. Anhelan disfrutar del aliento del público, los dos juntos, tanto o más como viene haciéndolo Tamarit, desde hace bastante tiempo, junto a Guille Milkyway y el resto de la familia de La Casa Azul: «Les escuché por primera vez a finales de los noventa, en Flor de Pasión, y se convirtió, inmediatamente, en uno de mis grupos favoritos. Luego nos conocimos personalmente. Fue Guille, junto a Gregorio Soria, quien hizo posible que se editara el primer disco de Serpentina [Blancamañana, Annika, 2004]. Han pasado más de veinte años, he ido siguiendo toda su trayectoria, y él la mía (fue uno de los primeros compradores de Pianoforte, el debut de Señor Mostaza [Hall of Fame Records, 2002]). El caso es que participar en La Casa Azul es un sueño hecho realidad. Además, todos en el equipo somos muy amigos, tenemos un sentido del humor parecido y somos consumidores compulsivos y desprejuiciados de música bonita de todas las épocas».

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