Bill Fay, de entre los muertos

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COMBUSTIONES

«Ni la indiferencia ni la amnesia del personal habían evitado que el hombre escribiera y grabase decenas de maquetas durante años»

 

A la espera del próximo disco de Bill Fay, que está al caer, Julio Valdeón recuerda la fabulosa historia del músico inglés, desaparecido del panorama mediático durante décadas y resucitado por alguien que creyó en él.

 

Una sección de JULIO VALDEÓN.

 

La historia la cuenta admirablemente Grayson Haver Currin en el New York Times. Hubo una vez un cantautor británico, a principios de los setenta, al que un músico de Van Morrison ayudó a encontrar discográfica. Bill Fay publicó dos discos, Bill Fay (1970), confesional y panorámico, y el atormentado Time of the last persecution (1971). Después, el silencio. El segundo de estos discos fue uno de los favoritos durante años de un hombre en EE.UU. no especialmente melómano y que, eso sí, encontró un metal en las canciones de Fay que conectaba con sus turbulentas vivencias como veterano en la guerra de Vietnam. Cuando el hombre murió en 2010 su hijo, Joshua Henry, mitad por cauterizar heridas mitad por curiosidad, afrontó el reto de encontrar al ignoto músico londinense, desaparecido en combate más allá de un oscuro tercer disco, Tomorrow, tomorrow & tomorrow, grabado entre el 78 y el 81 y que no fue editado hasta el 2005. Su misión, devolverle a los estudios. Registrar, veinticinco años después, la continuación de su último disco.

Para entonces hacía siglos que el enigmático Fay, con algo de Nick Drake, algo del Neil Young primerizo, algo de Bill Whiters y algo de cosmonauta psicodélico, había abandonado la aspiración de dedicarse de forma profesional a la música. Cierto que en 1998 una pequeña discográfica reeditó aquellos títulos, lo que propició un pequeño culto en torno a su obra, liderado entre otros por Jim O’ Rourke, Marc Almond y Jeff Tweedy. Recordando en 2020 el descubrimiento de Bill Fay, el líder de Wilco le comenta a reportero del Times su sorpresa: «¿Cómo no he escuchado esto? ¿Cómo es que esto no es algo que forma parte de nuestro ADN? Es una música que parece que haber sido diseñada en un laboratorio para que me enamore». Imaginen el asombro de Fay, jardinero y empleado de supermercado durante décadas, cuando Henry aparece en su vida.

Fruto de la colaboración son Life is people, de 2012, y Who is the sender, de 2015. Un año antes, en 2010, salió un doble que recopila canciones perdidas y grabaciones caseras. Porque esa es otra: Fay estaba convencido de que nadie pagaría un centavo por volver a escucharle. Pero ni la indiferencia ni la amnesia del personal habían evitado que el hombre escribiera y grabase decenas de maquetas durante años. Más allá de la fascinación que despierte su historia, de las inevitables comparaciones con náufragos tan notables e interesantes como Sixto Rodríguez, se trata de un compositor de gran nivel. Dueño de un mundo propio. Escritor de melodías y textos evocadores y originales. A los 76 años Bill Fay publica nuevo disco. A juzgar por canciones como “Filled with wonder once again”, estamos ante algo grande.

Anterior entrega de Combustiones: Una nueva oportunidad para Western stars de Bruce Springsteen.

 

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