Punto de Partida: Julio Valdeón y Dire Straits

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«Me deslumbraron los chispazos de aquellas guitarras, repletas de cromados swing, la voz ahumada, la combinación de pop, country, rock y folk»

 

El escritor y periodista Julio Valdeón ha publicado recientemente en esta casa, junto a Juan Puchades, Joaquín Sabina, inventario 75, el libro definitivo sobre el autor de «Quién me ha robado el mes de abril» y tantas otras. Unas páginas que el propio Sabina alaba y avala por encontrarse en él el recorrido más completo y minucioso sobre su obra artística y creativa; un libro que se suma a la prolífica trayectoria de Valdeón, con varios tomos musicales y periodísticos ya a sus espaldas. Hoy, sin embargo, el escritor no viene a hablarnos de libros, sino de discos, y nos cuenta cuál es ese elepé que le marcó para siempre.

 

Dire Straits
Money for nothing
VERTIGO/WARNER, 1988

 

Texto: JULIO VALDEÓN / EFE EME.

 

Money for nothing, el primer recopilatorio que publicaron Dire Straits con sus mejores canciones hasta el momento (1988), ha sido el disco elegido por Julio Valdeón como su particular “punto de partida” sonoro. Un álbum que le cambió la vida, a pesar de que desde a muy temprana edad ya estaba trasteando con la música como él mismo confiesa: «Con 12 y 13 años ya estaba zumbado con la música. Leía a todas horas la historia del rock que sacó El País y coordinó Diego A. Manrique. Forré mi primera carpeta con fotos que saqué de ahí, con fotocopias de las caras de Roy Orbison, las Ronettes, Gene Vincent, Ray Charles… A la mayoría solo los conocía por lo que había leído al propio Diego, a Pérez de Albéniz, Jesús Ordovás, Nacho Sáenz de Tejada y al resto. Pero lo que leía me hacía confiar en que acabaría enganchado a todos ellos. No me equivocaba».

Así fue como llegó hasta Money for nothing: «Fue un regalo de cumpleaños. Es el primero mío, porque en casa había discos de Simon & Garfunkel, de los Beatles, Labordeta, Elvis Presley, los Byrds o Paco Ibáñez. Pero en tanto que este lo pedí yo, fue inaugural. Poco después llegaron los Stones, Springsteen, Neil Young, los Waterboys, Dylan, etc…».

Aunque fueron años de descubrimiento de nuevos sonidos y muchas bandas para Valdeón, este álbum siempre será especial para él: «Me deslumbraron los chispazos de aquellas guitarras, repletas de cromados swing, la voz ahumada, la combinación de pop, country, rock y folk. Y las letras, a pesar de mi incipiente inglés, tenían un punto muy intrigante, muy literario. Con lo mínimo, cuatro brochazos, daban la psicología y la peripecia de unos personajes poliédricos, casi siempre gente humilde, outsiders, románticos con causa, perdedores. En cualquier caso, jugaba en contra cierta querencia por la pulcritud. Un demérito menor, de todas formas. Es un buen recopilatorio, eficaz, que te daba justo lo que buscabas. Una imagen veraz del artista y su trayectoria. Yo, como hacíamos con todos los (pocos) discos que teníamos, me lo aprendí de memoria. Las canciones, las letras, las ilustraciones, pero también los créditos, los músicos, los estudios, todo, hasta la última coma».   

Un disco, este Money for nothing, que, por muchos años que pasen, siempre encuentra sitio en su reproductor: «Sigo escuchándolo, claro. El de Knopfler es un caso aleccionador. Cuando empezó fue muy celebrado por los críticos. Flipaban con aquel discípulo de J.J. Cale pasado por Dylan y Escocia. Hasta que el éxito comercial de Dire Straits les hizo renegar. Por esnobismo, claro. Desde que disolvió el grupo, la suya es una trayectoria cada vez más libre. Fuera de las modas, lejos de cualquier imposición. Ha publicado una decena de discos cocinados a fuego lento, con canciones extraordinarias, con un directo impecable. La última vez que le vi fue con Bob Dylan, en Brooklyn, en 2012, en el último concierto de la gira que hicieron juntos. Knopfler es un genio tranquilo, y sus odiadores, empeñados en ignorar a un músico maravilloso, una panda de merluzos. Tampoco descubro nada que no vieran Dylan y Jerry Wexler en 1979, cuando le llamaron para Slow train coming».

Anterior Punto de Partida: Pedro Pastor y Silvio Rodríguez.

 

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