Así caen los días, de The New Raemon, David Cordero & Marc Clos

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DISCOS

«Una propuesta sincera y tremendamente acotada en cuanto a estilo, orbitando en todo momento alrededor del synth pop»

 

The New Raemon, David Cordero & Marc Clos
Así caen los días
BMG, 2022

 

Texto: JAGOBA ESTÉBANEZ.

 

El pasado mes de marzo vio la luz Así caen los días, firmado por The New Raemon, junto con el productor David Cordero y el multiinstrumentista Marc Clos. Es la segunda parte de una trilogía que comenzó con A los que nazcan más tarde (BMG, 2021).

En tiempos convulsos donde todo ocurre muy deprisa y triunfan discos eclécticos, siguen teniendo cabida álbumes reposados con un trazo uniforme desde el inicio. El trío protagonista hace alarde de ello desde los primeros compases de su nueve elepé, marcando ya el diapasón que primará durante los apenas cuarenta minutos de duración, con una propuesta sincera y tremendamente acotada en cuanto a estilo, orbitando en todo momento alrededor del synth pop. Así caen los días es fruto de la serenidad adulta, una obra consciente con el suficiente sosiego como para permitir interiorizar y poner imágenes a las palabras durante las pausas entre los pulsos eléctricos que forman esa madeja de hilos sobre el existencialismo. La acogedora melancolía que envuelve los poemas, sumado a unos arreglos minimalistas entre sintetizadores junto con cuerdas, percusión y vientos relegados, genera un aura sugerente, pasando como la brisa que deja esencia no solo con lo que lleva, sino también con lo que uno percibe a nivel sensorial.

La encargada de abrir el álbum es “Ríe la primavera”, una declaración de intenciones que dicta los sencillos pasajes mentales musicados a modo de medio tiempo con los que vamos a deleitarnos. La voz de Ramón Rodríguez se atisba esperanzadora tras sonidos oníricos seguidos de unas tímidas baquetas, maracas y notas repetitivas al teclado. Frases como «en las guerras y en las paces ríe la primavera» decretan este paseo urbano y embriagador. Se apagan las luces y unas simples y recurrentes notas a los teclados, seguidas de una contenida explosión instrumental, revelan la fórmula para seducir con la pesimista y solitaria “Así caen los días”.

Una melodía digital y una batería más enérgica suben las revoluciones con la bailable y satisfactoria “Florezca el presente”, para dar paso a una de las mejores canciones del álbum: “Un impulso”, en la que The New Raemon firma sus mejores versos, «Recuerdo de un viejo mundo, un día no tuve nada, ahora un cambio en la mirada, una llama extinguida hasta dolerme». Una demostración de una asombrosa producción integrando voz y sintetizadores que perfecciona un maravilloso tema para disfrutar lejos de la espiral de la prisa.

Un ajuste de cuentas amoroso enturbia las palabras en “La soledad ordena las cosas”, pieza saturada de arreglos que queda huérfana en una obra tan minimalista, dotada además de un estribillo poco magnético que llega a resultar tedioso. Vuelta al cauce, a la adictiva fórmula del disco con “Todas esas palabras”, fantástico ejercicio holista y creíble que transmite dolor, donde se discierne que en dicha armonía la música arrastra a la voz, acompañada por un trascendente bajo en frases como «Armando ruido, mucho ruido, como el tiempo perdido». Prosigue la bella y sosegada “Los molinos”, como si de una liturgia se tratara, compuesta por unos salmos verosímiles que dejan poso tras unos sonidos muy agudos: «El cielo es de ceniza y estoy a su merced, ay de mí, siempre suyo seré».

A modo de nana asoma “Todo lo que conocemos”, un trampantojo de positivismo con palabras lapidarias por un Ramón extasiado, como «cada pecado contiene su infierno, pozos profundos en los que aprender». “Sin apenas darnos cuenta” se acerca al vals de manera reconfortante, con sentencias de la talla de «hay otras formas de mirar, hay ojos que nos aceptan sin apenas darnos cuenta», para concluir con la magistral “Hay combate”, ambientada en ese entorno místico donde mejor funciona Así son los días, con la sensación de una mecha que arde pero no explota, dejando marca a su paso con canciones contenidas y bien definidas.

Anterior crítica de discos: El Mocambo 1977, de The Rolling Stones.

 

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