La cantera, de Guitarricadelafuente

Autor:

«Sale de la ortodoxia y estira las canciones hacia ese país de voces con marchamo especial»

 

Guitarricadelafuente
La cantera
SONY, 2022

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Álvaro Lafuente ha irrumpido en la música de este país poco a poco, pero se han notado sus pisadas y su entrada. Su presentación fue ajena a la industria, en una conocida red social que sostuvo sus versiones y sus primeras canciones, registradas con micrófonos de juguete. No había otro. También se estrenó en ella su seudónimo: Guitarricadelafuente.

De ahí, pasó a colaborar con Natalia Lancuza, concursante del Operación Triunfo de 2018, mientras que en esas mismas redes que lo conocieron al inicio de su carrera sus reproducciones ya se contaban por cientos de miles y sus conciertos agotaban las localidades en menos de un día.

Tras todos estos avatares, nos encontramos con su puesta de largo en un elepé en el que se revela en primer plano que sale de la ortodoxia y estira las canciones hacia ese país de voces con marchamo especial, las que visten a Albert Pla o a Manos de Topo, por encima de una instrumentación que sí que es más estricta en sus coordenadas musicales. Unas coordenadas que reinventan las canciones tradicionales de cualquier tipo que se le ponga por delante.

Álvaro siempre ha dejado claro que sus referentes son los que ha absorbido del pueblo de su abuela, la localidad aragonesa de Las Cuevas de Cañart. No es algo impostado, es algo que ha vivido y vive y que le lleva a titular su elepé “¡Ahí viene la cantera!”, el saludo que los mayores del pueblo le ofrecen a las pandillas de amigos con las que se cruzan. Así, el joven Álvaro Lafuente se desvive por abrazar sus orígenes.

Aunque también se traslada al folklore americano en “Antes de que quieras olvidar”, donde, tras unos inicios titubeantes, la canción se convierte en el “Jarama Valley” que cantaban los estadounidenses que se alistaron en las Brigadas Internacionales. Más tropical, y en este caso serena y plácida, es “Flor de Caramelo”, un aire de rumba que se convierte en una cumbia –incluso bailable– en “Quién encendió la luz” y que, más al sur, viaja a tierras andinas en “Caballito”. Recorre así, de norte a sur, todo el continente.

Si pasamos a la tradición ibérica que comentábamos antes, algo de esa esencia ha empapado la estructura de “Ya mi mamá me decía”, a la que, sin embargo, la voz renqueante y los coros trasladan a otra dimensión. En “Vidalita del mar”, aunque tiene nombre de ritmo lationamericano, prueba a jugar con algunos palos flamencos, pero donde podemos saborear más este estilo, arraigado en cantares populares, pero lo suficientemente liberado como para entregarse con voz propia es en “La filipina”.

Como esa nueva generación de juglares que se ha encarnado en Lorena Álvarez o Rodrigo Cuevas, Guitarricadelafuente, en la citada “La filipina”, deconstruye los géneros que están en la memoria popular, en este caso la copla, y la aborda desde sus mínimos elementos para acabar convirtiéndola en la jota que le da título. Va incluso más allá, y en “El mochuelo” rinde homenaje a la obra de Miguel Delibes, con fragmentos de El camino que revelan una defensa de los modos de vida que él observa y vive en el pueblo aragonés sobre el que gira todo el disco.

Era esperado este álbum de Guitarricadelafuente tras el éxito más que sobrado de “Guantanamera”, y no decepciona. Su apuesta por tener siempre presente a los cánones y a la vez apartarse de ellos hasta que ya casi no se los ve quizá no sea novedosa, pero si que lo hace con la suficiente personalidad como para convertirla en suya de una manera hermosa y deslumbrante, como si fuera un país exótico que ahora está empezando a descubrir.

Anterior crítica de discos: Así caen los días, de The New Raemon, David Cordero & Marc Clos.

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