Andrés Calamaro: “Ya nadie entiende en qué consiste el éxito de un disco”

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“Las canciones siempre dicen la verdad, o juegan otra liga en donde la verdad está impresa en los surcos de un disco”

 

Andrés Calamaro reflexiona sobre la creación y las canciones de su nuevo trabajo discográfico, “Cargar la suerte”. Una entrevista de Carlos H. Vázquez.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: UNIVERSAL MUSIC.

 

Hay canciones que se escuchan diferente y se escriben en un teclado de ordenador como quien toca el piano. Es música lo que va surgiendo de la cabeza, de un recoveco que ha inventado algo que antes no existía. Pero la música es como la verdad: intangible.

Andrés Calamaro practica boxeo. Tal vez debería ponerse un mote pugilístico —El Salmón de Buenos Aires o Kid Calamaro— para salir al ring mientras retumba en el pabellón ‘La verdad congelada’, tema experimental (y favorito) de su propio repertorio. Le acompañan hasta el cuadrilátero toreros, artistas y bandidos. Son sus amigos. Comparte mesa con ellos y son una pequeña mafia. Como Látigo Coggi, Andrés Calamaro quiere ser campeón del mundo, pero también lucirse, capote en ristre, en Las Ventas. A porta gayola, recibe el argentino “Cargar la suerte” (Universal, 2018), su decimoquinto disco de estudio.

 

Andrés, ¿las verdades son afiladas porque las intimidades (lo que la verdad esconde) son demasiado sensibles como para contarlas a tumba abierta?
Caramba, Carlos, no sé contestar esa pregunta. Puedo explicar las guitarras, incluso la batería; la letra es el perfume de la música; no importa realmente “si son intimidades que la verdad esconde”, que es una aseveración teórica que me confunde un poco porque creía que la verdad no escondía nada (por eso mismo se le llama “verdad”, porque es un sustantivo abstracto o una cuestión binaria: verdad o mentira). Es un texto que podría cantar como una ranchera turística. Cualquiera que haya escuchado ‘Te solté la rienda’ puede escribirla, cantarla o escucharla.

 

Entonces, para evitar daños, ¿es necesario mentir (“no me mientas, no me digas la verdad”)?
Yo no sé mentir ni jugando a la baraja. Supongo que los daños son inevitables, incluso mintiendo, pero tampoco me considero apto para teorizar sobre estas cuestiones. Si en algún momento de mi vida refiné “el arte de no decir siempre la verdad”, tampoco se me hizo una costumbre. La mentira como alternativa de la verdad, como en un orden binario, es otra cosa. Las canciones siempre dicen la verdad o juegan otra liga en donde la verdad está impresa en los surcos de un disco.

 

Cuando escuché por primera vez ‘Verdades afiladas’ pensé: ¿se habrá quedado Calamaro con las espinas de la rosa que le dejaron cuando se llevaron el florero en ‘Te quiero igual’?
Aquella vieja rosa ya está marchita y no tengo floreros en casa: es el tren que pasa. Para contestar con canciones de “Honestidad brutal”, si te soy sincero, no me gustan demasiado los anticipos de un disco, la canción solitaria que anticipa la “edición” de un álbum. Creo que es una herramienta antigua, porque se graban tanto canciones individuales como álbumes. Preferiría mostrar el disco entero, que es lo que importa, o quizás elegir, para la promoción, algo mas insólito o menos previsible. ‘Te quiero igual’ fue la promoción de “Honestidad brutal” y cosechó criticas negativas, sin embargo el disco terminó siendo considerado uno de los mejores de mi catálogo.

 

 

Cuando terminasteis de grabar “Cargar la suerte” se cumplieron cuarenta años de la primera vez que entraste en un estudio de grabación, allá por 1978. Por entonces eras el teclista de Raíces. ¿Ha sido una celebración que ha surgido por casualidad? Parece que en ‘Voy a volver’ hay recuerdos al tiempo pasado.
Creo que el resumen de ‘Voy a volver’ debería ser: “pertenecer es un lugar sin dirección”. Un eslogan impropio para la perspectiva de los nacionalismos independientes, pero apropiado para alguien que siempre tiene un boleto de vuelta. Volviendo a los aniversarios redondos… No pensamos esta grabación para coincidir con este abultado cumpleaños (en los estudios de grabación), pero según cerrábamos los tiempos, fui notando que ya habían pasado cuarenta putos años.

 

Si dejamos pasar un poco el tiempo al acabar ‘Voy a volver’, podemos escuchar una improvisación de jazz. Debido al sonido (suena lejano), ¿con qué y cómo se grabó ese momento?
En algún descanso nos quedamos tocando y un micrófono de los “de ambiente” grabó la improvisación. Grabamos cuatro días en total, dos de los cuales tocamos todos sumando instrumentos de bronce, o de cámara, para los arreglos. Éramos hasta once personas en el estudio. Esta, entonces, fue una tarde cualquiera. Entre canción y canción tocábamos un poco, sin pretensiones. Lógicamente no sabíamos que Gustavo [Borner] nos estaba grabando. Descubrí el track fantasma cuando escuché el disco terminado.

 

¿Cómo ha sido el proceso creativo de las canciones de este disco? ¿Son piezas que fueron surgiendo, trabajaste con la idea de publicarlas y hacer un disco con ellas?
Empecé escribiendo letras mientras progresábamos con otra producción que no terminamos del todo, un próximo disco que estamos grabando desde hace dos años. Durante los primeros meses del año empezamos a hacer maquetas y a escribir más texto; las maquetas bien presentadas las compartimos con Gustavo, que organizó con eficacia la ingeniería de producción y grabación. Dedicamos más tiempo a las maquetas que a la grabación en sí. Tiene sentido, porque con las maquetas terminamos de hacer las canciones para presentarlas con intenciones claras. Maquetas que ayudan. Supongo que cuando escuchamos diez o doce canciones completas ya teníamos la idea de grabar estas canciones en un disco.

 

¿Qué has estado haciendo desde “Volumen 11”?
Terminamos una gira de dos años con el trío de piano, estoy trabajando en un libro de fotos, tenemos una revista en marcha (de culturas y delitos). Hace dos años empezamos a grabar sesiones de naturaleza acústica con intervenciones de un casting extraordinario; estuve comprando discos y monstruosos equipos de sonido para escuchar música. Supongo que un año atrás estaba escribiendo poesía y prosa, editoriales no frecuentes en el “ABC”… Mis cosas. Cada primavera vuelvo a Madrid para ver a mis amigos. Empecé a entrenar boxeo, compré alguna guitarra nueva, grabamos con artistas imponentes para el siguiente disco… Después de “Volumen 11” seguimos girando, una formidable gira por América, con muchos conciertos y aeropuertos. Estábamos eligiendo canciones para un disco en directo de los acústicos, pero lo postergamos para terminar el disco (el siguiente después de “Cargar la suerte”). A principio de año estaba escribiendo como normalmente hago, cuando no estoy curando [recomendando] para mis programas de radio y progresando en el libro fotográfico. En poco tiempo habíamos construido un repertorio y no esperamos demasiado para grabarlo. Fue una grabación de eficacia y talentos reunidos.

 

El título del disco es una referencia torera (“Cargar la suerte”). ¿Crees que, en la música en español, los referentes taurinos han ido a menos por el tabú que representa ahora el toreo?
No creo que los referentes taurinos hayan ido a menos. Los intelectuales apoyan la libertad de acción y reacción de los creadores, en cualquier término. El rechazo a la tauromaquia existe porque existe internet, entonces los cambios culturales y comunicacionales son urgentes y desesperados. Son razonamientos tan pobres que solo pueden sostenerse en las redes o en la arena política por cuestiones de lo que ahora conocemos como marketing. Animales con “derechos humanos” ni siquiera es una alternativa de “bondad” y sentido común. Queda faltando la empatía para gente que sufre hambre en el mismo mundo donde vivimos nosotros. Ahora mismo es tabú abrirle la puerta del taxi a una muchacha o comer queso porque produce estrés en las cabras.

 

Dices en ‘My mafia’: “Cuando ladra la moral, en modal inquisición, me corresponde cantar a la libertad”. Una declaración de intenciones. ¿Pólvora somos y en polvo nos convertiremos? O sea, ¿está en nuestra naturaleza destruirnos entre nosotros, ya sea mediante las armas o Twitter?
Entiendo la frase que citas como algo más literal (cantar a la libertad en una época intolerante, moralista y ridícula). Lo que alguna vez conocimos como “corrección política” se convirtió en un verdadero delirio. Demasiada gente con tiempo libre, no fue una buena idea darles permanentes espacios donde opinar. Dicho así puede parecer un ejercicio de libertad y no una operación tecnológica empresarial a gran escala. Yo no tengo intenciones de destruir a nadie, no me interesa, no tengo esa necesidad interior. No soy crítico musical ni tengo enemigos. El escenario actual son millones de teléfonos, nos informamos por algoritmos y con una extraña necesidad de llenar los espacios en blanco.

 

Creo que ‘My mafia’ o ‘Diego Armando Canciones’ pertenecen a una serie de temas tuyos donde haces equipo y sueles hablar en plural. En este caso son los “hermanos”, pero en “La lengua popular” son ‘Los chicos’, como en “Honestidad brutal” son los “tarados que les votamos”, o los amigos de ‘Adiós, amigos, adiós’ en “Nadie sale vivo de aquí”. ¿Qué importancia tiene para ti la lealtad en la amistad?
Creo que ‘My mafia’ está escrita en primera persona. Pero de todos modos puedo contestar esta pregunta. El respeto y la lealtad construyen la verdadera amistad que dura para siempre. Debería (deberíamos) escribir más en primera persona del plural. El concepto de “hermano” es de Atahualpa Yupanqui y “tarados votando” es algo rabiosamente vigente. Me gustan otras opciones además de escribir en primera persona (dicen que escribir en primera persona es un género literario). En primera persona es más sencillo renunciar a ser el núcleo protagónico de la canción, porque “la primera persona” es transitiva. Cada persona que escuche estas canciones es su propia primera persona y yo ya no existo. Pero escribir en segunda persona es interesante, puede ser un diálogo con uno mismo y otro tipo de mensaje dirigido a personas o al estado de las cosas.

 

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“Lo que alguna vez conocimos como “corrección política” se convirtió en un verdadero delirio”

 

Según se van cumpliendo años, ¿pasamos de querer tener de vuelta a los amigos para asumir que vamos a ser nosotros los que al final nos vamos a reunir con ellos?
No lo había pensado en esos términos. Todos entendemos la naturaleza de la vida. Yo soy ateo, me gusta la simbología de “encontrarse con los amigos ausentes”, pero creo que es una cuestión dialéctica para conversar en términos de nostalgia y arrobarnos de un honor inaudito.

 

Con el tiempo, ¿te pesan más las canciones o los años?
No. Es que las canciones no pesan. Son parte del aire. Y parte del tiempo.

 

De alguna manera, ¿siguen siendo canciones de amor, aunque no hablen de parejas sentimentales al uso?
Permíteme hacer la siguiente salvedad: estamos hablando de los textos como si “Cargar la suerte” fuera un libro. Estoy encantado en descifrar las letras de las canciones, pero muchas de estas interpretaciones las hago “a toro pasado”. Soy un músico de rock con cuarenta años en los estudios de grabaciones; en una grabación importa todo, la batería es tan importante como la letra. O para explicarlo mejor, son canciones que no existen sin instrumentos y cantante, aunque cierto es que la parte cantada hay que escribirla. Vamos entonces: encontrarse rodeado de “un páramo donde los amigos son cada vez menos” es una situación sentimental también.

 

Tus amigos en ‘Las rimas’ son “asaltantes de camiones”, en ‘My mafia’ te sientas en la mesa de los bandidos y en ‘Siete vidas’ confiesas ser “torero y bandido”. También has escrito el prólogo del libro de Rodolfo Palacios “Sin armas ni rencores, el robo al banco Río contado por sus autores”, donde se habla del llamado “Robo del siglo”: el asalto al banco Río de Acassuso (San Isidro) el 13 de enero de 2006 con un botín estimado en 19 millones de dólares (y 80 kilos de joyas). ¿Qué tienen los ladrones que atraen tanto? Recordemos que a Facundo Cabral le encantaba “ser amigo de los ladrones” en ‘No soy de aquí ni soy de allá’, y que Joaquín Sabina también tiene tendencia a estrechar lazos con ellos.
No sé quienes fueron los amigos de Facundo Cabral. Sabina cuenta un encuentro con bandidos de poca monta que le trataron bien por ser Joaquín Sabina. ¿Qué tengo yo que merezca la confianza de bandidos y toreros? Soy un cantante, es verdad, pero ya pasamos esa barrera hace tiempo. Estos son mis verdaderos amigos y nos juntamos para los cumpleaños, conocemos a las familias y somos de un mismo riñón. A mi cumpleaños también vienen directores de cine, poetas, herederos de imperios perdidos… En perspectiva, son oficios que exigen una gran tenacidad, mucha eficacia, mucho valor y una inteligencia amoral, que es una cualidad de la inteligencia dinámica.

 

Fernando Araujo, considerado el cerebro del asalto al banco Río de Acassuso, es un artista plástico que no venía del mundo de la delincuencia. ¿Llegaste a conocerlo? También tienes relación con Dani ‘El Rojo’, el atracador de bancos de la Barcelona de los ochenta.
Si, claro. Hablo frecuentemente con Fernando. Viene a mi casa, conozco su casa, a su familia y he visto sus insólitos cuadros en tres dimensiones. Tanto Fernando como Daniel, Jorge, Osvaldo y Adrián siempre tienen las puertas abiertas de mi casa, son mis verdaderos amigos; se sientan en la misma mesa que yo y tenemos formidables conversaciones. Es un privilegio la amistad de Fernando, un ninja renacentista y cannábico.

 

Curioso que alguien como tú, que empezó abogacía, acabe teniendo amistad con los ladrones. ¿Significa que tienes vocación de abogado del diablo? Aunque solo estudiaste Derecho dos meses.
Se supone que los bandidos tienen un abogado de total confianza. La inteligencia es amoral. No estoy en pose para proyectar la imagen del “músico amigo de bandidos y toreros”. Soy eso hace muchos años. Se trata de algo legítimo. De la misma forma que sé que no soy universitario con conocimientos académicos. Respeto a los estudiantes de Derecho porque aprenden a leer y a ejercitar el intelecto; el derecho es una construcción cultural, es como la astrología o la religión. Una mega estructura diseñada por hombres y mujeres, supongo. El derecho es interesante incluso sin ejercer de “abogado del Diablo”. Pero más interesante es el Diablo.

 

Hablando de bandas, ¿cómo conociste a los músicos de sesión con los que has grabado este disco en Los Ángeles?
Es una grabación de lujo que disfrutamos mucho. Nos conocimos en el estudio, les di las gracias por venir y grabamos. Para eso estamos. Sé quienes son estos músicos, lo que grabaron, si componen, con quién salen de gira… Quise establecer una relación de entrega y confianza, un feedback, una comunicación personal. Y fue una grabación ejemplar, divertida y comprometida.

 

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“Grabamos ‘Cargar la suerte’ con ganas de seguir grabando más discos. Ya tenemos el próximo disco grabado”

 

¿Lo que suena en ‘Diego Armando Canciones’ es un pedal steel? En otros temas es un slide bastante más reconocible. En ‘My mafia’ y en ‘Egoístas’ también hay pedal steel. Sin olvidar el protagonismo de Rich Hinman en todo el disco.
Rich es especialista (toca el pedal steel y la guitarra con y sin el tubo slide), es el gran solista que descubrimos grabando “Cargar la suerte”. Grabar solos de guitarra en casi todas las canciones era una prioridad para mí, y las maquetas ya tenían muy buenas guitarras, grabadas por Martín Pomares. Llegamos a Los Angeles con aquellos solos escritos en partitura por si hubieran hecho falta. La generosidad de estos músicos es muy grande. En el estudio todos respondemos como buenos músicos y con Germán [Wiedemer] estuvimos a la altura de las circunstancias.

 

Dices que has disfrutado mucho esta grabación. ¿Haces cada disco como si fuera el último?
Creo que no. Grabamos este disco con ganas de seguir grabando más discos. Ya tenemos el próximo disco grabado. Me gusta mucho grabar en Los Angeles, además es la Meca del boxeo y soy aficionado. Si fuera por mí, estaríamos siempre pensando en la próxima grabación, pero ahora los discos importan demasiado poco. La expectativa puede ser grande, pero la falta de expectativas puede ser incluso mayor. Ya nadie entiende en qué consiste el éxito de un disco. Disfrutamos mucho grabando así. Digamos que hago cada gira como si fuera la última, pero grabaría discos todos los años, escribiendo, eligiendo repertorio y en el estudio. Los momentos en que transcurre una grabación son importantes y vale la pena recordarlos y repetirlos.

 

En referencia a ‘Mi ranchera’, ¿cuántas vidas has vivido hasta ahora, rondando ya los 60 años?
Amigo mío, no soy una persona muy espiritual. De momento esta es mi única vida y dudo que vaya a vivir dos veces. Quizás en términos estrictamente metafóricos podría contestarte otra cosa. Soy ateo.

 

Supe que Guille Galván (Vetusta Morla) te aconsejó no hacer rancheras con las letras “rancheras”. ¿De dónde procede esta idea y la colaboración con Guille?
Somos amigos porque estamos en un grupo de tertulianos y siempre esperamos la siguiente reunión. Ocurre que le mostré las primeras letras que tenía escritas meses antes de grabar las primeras maquetas musicales. Algunas letras se leen como rancheras y se podrían cantar como ‘Te solté la rienda’, porque tienen esa métrica y ese contexto trágico y masculino. ‘Verdades afiladas’ era una de las letras comentadas por Guillermo. Está claro que se puede cantar como una ranchera con permiso de las rancheras que son mexicanas, pero escuché con atención a Guille y grabamos dos letras (sospechosas de parecer rancheras), con cadencia de California roll y/o “funeral Beatle”. Es el caso de ‘Mi ranchera’ y los alardes en los arreglos de cuerdas y cornos.

 

Tengo tres dudas con el significado de ‘Las rimas’. Por un lado creo que habla de la cocaína (“azúcar” y “veneno”). También aparece la palabra “amigos”, posibles compañeros caídos durante el camino. Y, llegando al final, pides que vuelvan los hijos y los nietos perdidos, algo que puede entenderse como una referencia a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y a su lucha por encontrar a sus hijos y nietos, desaparecidos durante la última dictadura argentina.
No hay en “azúcar” y “veneno” intenciones de cantar metáforas de sustancias peligrosas, algo patente en anteriores grabaciones como ‘Frío y barro (segunda parte)’. A veces, las propias rimas hablan de las rimas, se defienden… Es normal escuchar eso en el rap y en los desafíos de rimas improvisadas. Rimas “con azúcar o con veneno” son textos graciosos o rabiosos. En ‘Las rimas’ convergen todas las teorías, las intenciones de esta letra se renuevan cada cuatro versos aproximadamente. En Argentina diríamos que es una canción que “baja línea”. Es social, es personal, es graciosa, riega la importancia de la familia, ofrece una razonable cuota de delirios cristianos y tiene equivalencias históricas y temporales. La represión en los aledaños del Congreso es frecuente, es demasiada la gente que nunca va a volver a casa.

 

¿’Las rimas’ parte del mismo lugar que ‘Paloma’?
Musicalmente tiene ciertas coincidencias, aunque ‘Las rimas’ tiene cualidades de balada con alteraciones en la tonalidad, que sube un tono y medio para recuperar el tono original y volver a la alteración tónica. Me gusta pensar en ‘Las rimas’ como ‘Paloma’, que es una canción terriblemente querida por el público. Aman ‘Paloma’. Ojalá ocurra algo parecido con estas canciones; ‘Las rimas’ tiene cualidades para ofrecerse al clamor.

 

Cantas en ‘Diego Armando Canciones’ que sin mate (amargo) tú no arrancas. Pensaba que eran los ravioles los que te ponían en marcha “cuando viene clareando el día”, como dice la letra de ‘Plástico fino’ (“Bohemio”). ¿Has cambiado de costumbres?
Mucho. Este último año y medio abracé otro estilo de vida. Vivo solo, “sin novia ni reloj”, como cantaría Jorge Ilegal. La soledad tiene la comodidad de un pantalón que usamos todos los días, se instala y nos termina gustando. La soledad… Cambié mis hábitos alimentarios. Yo mismo elijo la comida en el mercado y cocino la cena todos los días. Además entreno boxeo, pocas cosas me gustan tanto como vendarme y ponerme los guantes. También hubo cambios en el decorado de mi vida y mi casa es ahora una catedral para escuchar discos. Escucho música todo el día y de noche. Elijo música para un programa de radio que va todos los días después de medianoche: “La hora de los magos”, en FM La Patriada. Creo que no volvería a desayunar ravioles ni con Keith Richards. Tampoco podría jurarlo.

 

¿En qué momento vital y artístico te encuentras ahora?
Estoy esperando vendarme y ponerme los guantes. Espero volver pronto a Buenos Aires para disfrutar de la compañía de mi madre, que está cerca de cumplir cien años. Los amigos ya me echan de menos y con la llegada del buen tiempo vamos a celebrar parrillas (barbacoas) con tertulia. Artísticamente estamos a punto de estrenarnos con un disco y con otra grabación imponente el año próximo. Me tomo en serio el libro de fotografías y la revista de culturas y delito, que está en marcha.

 

¿Cuántas horas duermes al día?
Creo que demasiadas horas. Sufro de insomnio, pero me despierto avanzado el día. Nunca necesité dormir demasiado y me extraña pasarme tantas horas en la cama. Digamos que necesito el día para despertarme del todo y de la noche para dormir.

 

Sobre ‘Egoístas’, ¿cómo aprende uno a estar solo?
Encontrando las cosas buenas que tiene la soledad. La soledad respeta el caos y el desorden, puede comer todos los días lo mismo; a la soledad no le importa si roncamos o si fumamos en la cama. Si estos atractivos no resultan suficientes, entonces hay que consultar con un médico psiquiatra.

 

¿La naturaleza del cantante es morir de vanidad?
¿Cómo es morir de vanidad? ¿Es doloroso, es una lenta agonía…? En España se suicida una persona cada dos horas y media. Soy partidario de la eutanasia legal y asistida, pero las estadísticas son un buen abordaje intelectual para contemplar la realidad. Supongo que “morir de vanidad” es una metáfora, pero debe ser como morir de sobredosis, una muerte miserable y gloriosa, indolora. Ya puestos, a morir como los toros, “en cinco minutos y dando pelea”.

 

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