72 seasons, de Metallica

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DISCOS

«Es, tal vez, el trabajo lírico más profundo de James Hetfield. Sus canciones no quieren ser bonitas, ni épicas, sino agrestes y cabronas»

 

Metallica
72 seasons
BLACKENED RECORDINGS, 2023

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Hace tiempo que considero fútil comparar álbumes entre sí. Puedo decir si uno me gusta más que otro, pero, en mi modesta opinión, cada obra musical tiene su momento. Los años pasan y los músicos no son los mismos, pero nosotros tampoco. Cuando un grupo mítico como Metallica lanza nuevo disco, suelen empezar a darse comparaciones con su obra anterior, especialmente al contar con dos álbumes determinantes en el devenir del rock como Master of puppets y Metallica (1991). Pero las comparaciones son innecesarias e injustas tanto para Metallica, como para sus fans, porque cada disco y cada canción corresponden a un momento distinto, son animales diferentes; de igual manera que quien los escucha también es ya una persona distinta. Los discos que salen en 2023 deben ser escuchados por la persona que eres en 2023, no por tu “yo” de hace décadas. Por no habitar en la actualidad te puedes estar perdiendo un buen disfrute.

Así pues, escuchemos 72 seasons como lo que es, una entidad autónoma que no quiere ser comparada con ninguna otra del pasado de Metallica. Otra cosa es explicar de dónde proviene para entenderla mejor. Pese a tender a la evolución constante, este grupo ha tenido momentos en los que ha encadenado dos discos que más o menos habitaban las mismas coordenadas, aunque no dejaran de significar avances. Es fácil encontrar ese fenómeno dupla entre Ride the lighting y Master of puppets, entre Load y Reload y, ahora, entre Hardwired to self destruct y 72 seasons. Estos dos últimos poseen un sonido similar y han contado con la producción de Greg Fildeman.

Tampoco resulta nada nuevo que James Hetfield escupa odio y desolación. Por mucho que haya pasado por baches personales en los últimos años —divorcio y rehabilitación—, nunca ha dejado de cantar a la oscuridad interior en cada uno de los álbumes de Metallica. Pero lo que sí posee 72 seasons es más agresividad de la habitual, y eso que estamos hablando de una banda de por sí agresiva, por muy mainstream que sea (otra cosa es que existan géneros más brutales que el metal, pero ese no es el tema). Y, por supuesto, están las canciones, absolutamente maravillosas —y eso que hablamos de hora y cuarto de nueva música—.

72 seasons está pensado como un cedé o álbum digital y no como un doble vinilo (aunque, teniendo en cuenta dicho formato, estaríamos hablando de un trabajo doble), es decir, es un viaje sin pausas aprovechando que no hay parada física necesaria. Destacan dos cosas: por un lado, es, tal vez, el trabajo lírico más profundo de James Hetfield; por otro, sus canciones no quieren ser bonitas, ni épicas, sino agrestes y cabronas.

La tríada inicial de “72 seasons”, “Shadows follow” y “Screaming suicide” lo ejemplifican bien, con distorsión, ráfagas y grasa, con Metallica flexionando miembros y haciendo cabriolas. Con el comienzo a modo jam de “Sleepwalk my life away” muestran plena confianza en sí mismos y en su cuerpo de cuatro cerebros. Dos medios tiempos pesados como “You must burn!” y “Crown of barbed wire” (qué buen trabajo melódico en el puente, para ser un tema en absoluto amable, ¡a eso se le llama ser cool!) llegan en el momento indicado, con las volátiles “Lux aterna” y “Chasing light” intercaladas entre ambos. Decisión que la escucha agradece por impedir que las revoluciones bajen en exceso y por su optimismo entre los alambres de espino de las otras dos. De hecho, “Chasing light” es una canción que merece exclusividad porque, si bien a lo largo del álbum James Hetifield está peleando por sobrevivir a la oscuridad, es en ella donde se convierte en el adulto que el joven indefenso de la clásica “The unforgiven” hubiera necesitado a su lado. Ese camino entre el lejano 1991 y 2023, esa transformación, es el gran triunfo del vocalista y guitarrista, un punto y aparte de madurez.

De una u otra manera la luz acaba triunfando en 72 seasons. “If darkness had a son” no hace más que subrayar esa viaje de crecimiento y aceptación. Hacia la recta final se gana en ligereza gracias “Too far gone?” y “Room of mirrors”, para concluir con los once minutos de la imponente “Inamorata”, la cual incluye todos los giros y recovecos que su duración insinúa, rematando un álbum colosal de la última gran banda de metal del mundo.

Anterior crítica de discos: Sometimes you hurt the ones you hate, de Damien Jurado.

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