“2”, de León Benavente

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DISCOS

“Son una brújula necesaria, pero una brújula que rockea, sus discos son un artefacto cool”

 

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León Benavente
“2”
WARNER

 

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

 

Este disco era decisivo para saber si León Benavente iban a meterle un adelantamiento de la hostia a sus compañeros del mundo indie o si iban a seguir conviviendo en la cumbre. Me explico. Con su debut discográfico se hicieron con la posición a la que solo llegan algunos tras dos o tres discos, en el mejor de los casos. Con un solo lanzamiento llegaron artísticamente muy lejos: de pronto, la mejor banda de la escena indie estaba aquí. No era exagerado, ese disco era tremendo y el epé con el que le siguieron demostró que no era casualidad, que este cuarteto era especial. Había trasfondo detrás, pero tampoco nada raro. Eran tipos que habían tocado con Nacho Vegas, probablemente la gran figura del indie español, y Abraham Boba, cantante y teclista, ya había hecho carrera solista underground con unos cuantos discos de calidad. Pero León Benavente eran distintos a lo que hasta ahora habían hechos sus componentes, y aunque se les pueda encuadrar fácilmente en el indie, eran distintos a los indies. Eran más rockeros, más viscerales. Oh, y oscuros, muy oscuros. Ácidos, pero con ironía.

Era importante que el segundo disco estuviera a la altura, y lo ha estado. Lo de estos tipos va para largo, o debería, porque son una banda con química, fuerza y algo que decir. León Benavente ordenan la caótica realidad gracias a su acidez. Son una brújula necesaria, pero una brújula que rockea, sus discos son un artefacto cool. Son unos tipos de los que mola declararse fan porque funcionan a todos los niveles, racional y animalmente.

‘Tipo D’ fue un buen adelanto como single. Con mordida, una buena dentellada, pero cuando suena el disco todo empieza a explotar con ‘California’, con un bajo distorsionado y un ritmo anfetamínico, punk. Lo mismo en ‘Gloria’, sin contemplaciones. Suenan más pulidos que en su primer disco, pero también más incisivos y mordaces. Su melancolía sigue ahí, en canciones como ‘La ribera’, con su terror cotidiano, y ‘Nuevas tierras’, que hace pensar en el Bowie europeísta. Enorme trabajo, de principio a fin.

 

 

Anterior crítica de discos: “Post pop depression”, de Iggy Pop.

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