“Post pop depression”, de Iggy Pop

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DISCOS

“Iggy Pop es un animal difícil de domar y entrega un disco de pulso vibrante y terriblemente honesto”

 

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Iggy Pop
“Post pop depression”
LOMA VISTA RECORDINGS

 

 

Texto: ÓSCAR GARCÍA BLESA.

 

 

El lanzamiento de un nuevo álbum de Iggy Pop siempre es noticia, y no necesariamente siempre buena. Iggy es propietario de una discografía extensa a la par que irregular, una carrera de momentos indudablemente memorables y otros siendo generosos bastante tontorrones. El anuncio de que “Post pop depression” (que gran título) contaría en la producción con la cooperación de Josh Homme (Queens Of The Stone Age) disparó las expectativas de la encendida parroquia de seguidores. Y después de escuchar el disco, la noticia es que se trata de un buen trabajo de rock and roll, un conjunto de canciones que responden, y además con nota.

Quizás no fuera intencionado, pero el álbum funciona como delicado, entrañable y verdaderamente cariñoso tributo a David Bowie, su amigo y en gran medida responsable de los mejores momentos de su carrera al margen de la marca de The Stooges. El nuevo disco aparece dos meses después del fallecimiento de Bowie y entronca en algunos de sus pasajes con el espíritu de “The idiot” y “Lust for life”, obras mayores que proyectó bajo la batuta de Bowie.

“Post pop depression” es un disco inteligente y tiene canciones. Eso es. Aquí encontraremos un buen puñado de buenas canciones, al fin y al cabo el verdadero motivo de todo este invento del rock and roll. Josh Homme es un músico de indudable talento y a lo largo del álbum convence en las tareas de producción devolviendo al mejor Iggy, artista largamente añorado en lo que a grabaciones sustanciosas se refiere.

Iggy Pop ha apuntado que podría tratarse de su último trabajo y quizá por ello es un disco introspectivo, reflexivo pero también musculoso, ciertamente oscuro y rico en matices. Además de un sentido homenaje a su mentor-amigo Bowie, muchas cosas nos recuerdan al bueno de Ziggy ejemplificada en la permanente sensación de que siempre hace lo que le da la gana, tal y como sin duda le hubiera recomendado su amigo.

El de Detroit inventó eso del punk. Nadie fue más bestia que él en los Stooges. Nadie (bueno, quizás Keith Richards) ha ingerido más drogas que él y ha sido capaz de llegar a la edad madura (68) ante el pasmo generalizado de medio mundo. Pero nadie responde mejor que Iggy al estereotipo de estrella de rock. Bien, uno piensa en Bowie o en Lou Reed, ambos íntimos suyos, pero él se las ingenia para hacerles planear a lo largo de este “Post Pop Depression” casi de cabo a rabo.

“Post pop depression” es un disco corto en repertorio (apenas nueve canciones), pero variado en su contenido. El disco debuta con ‘Break into your heart’ (nada de heavy rock, esto es Iggy Pop pasado por el túrmix de Scott Walker) y culmina con la rabiosa y creciente ‘Paraguay’. ‘Gardenia’ es lo más pop de lo que Iggy es capaz de hacer, con giros vocales que cerrando los ojos nos devuelven al Duque Blanco. ‘Chocolate drops’ ilustra en mayúsculas la decadencia personificada obviamente en su propia persona, “cuando caes a lo más bajo, estás cerca de la cima, la mierda puede transformarse en gotas de chocolate”. ‘American valhalla’ suena a oriente, a cosas lejanas y sí, también a David Bowie. ‘Sunday’ es quizás lo mejor del lote con un riff que te persigue de forma obstinada. ‘German days’ nos acerca hasta sus días en Berlín junto a su colega y ‘Vulture’ le desnuda frente a los buitres que siempre acechan a las estrellas (y no estrellas) del rock. En ‘In the lobby’ reflexiona sobre la fama y los fans, una constante en la vida del mito de pecho descubierto y cojera imposible.

Homme no es Bowie ni tampoco lo pretende. “Post pop depression” no es “The idiot”, y ciertamente, ¿quién querría escucharlo a estas alturas? Iggy Pop es un animal difícil de domar y entrega un disco de pulso vibrante y terriblemente honesto. Si ha de ser este su epitafio musical, gracias por los servicios prestados. Este trabajo nos sirve más que de sobra para recordarle por todo lo alto.

 

 

Anterior crítica de discos: “Battle cry”, de Judas Priest.

 

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