Lo que hay que Tener: Fleet Foxes, para quedar en la memoria

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Lo que hay que Tener:Fleet Foxes: para quedar en la memoriaFleet Foxes
Fleet Foxes
BELLA UNION/NUEVOS MEDIOS, 2008


Una sección de LUIS LAPUENTE.


Lo irrelevante es la unanimidad entre los popes de la crítica musical británica, que los han situado en el pináculo del pop de 2008: mejor álbum, para Mojo; segundo, para Uncut. Lo que importa, al fin y al cabo, es el poder de seducción de una música que traspasa referencias transversales y temporales para cobrar personalidad propia en piezas fantasmagóricas y cegadoras como “White Winter hymnal”, con esa melodía circular y esas voces transparentes, como surgidas del alma de Pet sounds o cualquiera de los otros grandes discos de los Beach Boys.

Los Fleet Foxes llegan del frío de Seattle con un álbum de debut que cuesta creer de pura belleza y calidez, tanta como hace tiempo no se reconocía en el pop. Liderados por el guitarrista/vocalista Robin Pecknold, se confiesan deudores de Neil Young, Bob Dylan, The Beach Boys y The Zombies, pero bien podrían haberse ahorrado tamaña obviedad: en sus canciones cristalinas brillan los colores puros del pop intemporal, los estribillos limpios del folk/rock a lo CSN&Y, la inspiración armónica de Brian Wilson y la delicadeza instrumental y vocal de los Byrds.

Sí, éste es, si no el mejor, sí uno de los pocos discos que quedarán en la memoria colectiva del año que nos deja: mejor hacerse con la edición especial, que incorpora el CD/EP Sun giant, aunque sólo fuera por la gloriosa “Drops in the river”, otra maravilla psicodélica de los maravillosos Fleet Foxes.

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