Corriente alterna: Dylan en la noche

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shadows-in-the-night-08-02-15

“‘Shadows in the night’ es un trabajo excelso con una ejecución que, más allá de lo instrumental, se adentra en los misterios de la creación”

 

Juanjo Ordás repara en uno de los discos más esperados, “Shadows in the night”, el cancionero en el que Bob Dylan reinterpreta a otro de los grandes, Frank Sinatra.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

La mitomanía dylaniana ya no necesita regenerarse: se perpetúa sola, lo que hace de Dylan un artista aún más magnífico, puesto que si su obra sigue creciendo es porque lo desea. ¿Necesita grabar un nuevo disco? No. ¿Necesita girar? No. ¿Necesita grabar un disco de versiones de Sinatra? No. Sin embargo, ¿queremos nuevos discos de Dylan? Sí, porque desde los años noventa está en estado de gracia. Se ha convertido en la figura más vanguardista de la música popular al demostrar que se puede envejecer en ella, otorgándole el futuro que otros no han sido capaces de darle. ¿Deseamos nuevos shows de Dylan? Sí, porque gracias a él entendemos que la música es un ente que se transforma en el escenario, que los sonidos populares se pueden estirar tanto como el jazz. Y por último, ¿queremos un disco de versiones de Sinatra a lo Dylan? Desde luego que sí, porque era de suponer que desde su vasto conocimiento iba a jugar con la materia crooner como si fuera plastilina. Y eso ha hecho. Eso es exactamente “Shadows in the night”, un ejercicio de asimilación de un vehículo emocional como son las canciones de Sinatra con el que diseña el suyo propio, o más bien inserta en el molde tradicionalista (e insistimos, a su manera muy vanguardista) que lleva empleando desde “Oh mercy”, o para los más severos desde “Time out of mind”.

Sonido cálido, auténtico, real, una aproximación a la veracidad del escenario que es donde la música mana de verdad; una voz agrietada que cuenta historias al margen de los versos que esté cantando; una oda a lo mejor que ha podido dar un país tan contradictorio como Estados Unidos y a todo lo que ha podido condensar gracias a las influencias que coexisten en él. Todo esto es “Shadows in the night”, un homenaje a aquellas cosas inamovibles o, mejor dicho, a todas esas cosas que parecen aún más inamovibles a un alma humana; un alma que se aferra a la moda como si se tratase de una esperanza de futuro, cuando quizá el tiempo no sea más que una ilusión. Por eso “Shadows in the night” es tan humano, porque es antiguo, actual y futuro, porque supone un romanticismo que no es sino la sal de la vida.

El fluido rodaje entre Dylan y una banda que no deja de girar con él subida un tren que debe ser su manera de entender la vida, permite que este disco sea un trabajo excelso con una ejecución que va más allá de lo instrumental para adentrarse en los misterios de la creación. El bajista Tony Garnier y los guitarristas Charlie Sexton y Stu Kimball son, desde hace tiempo, compañeros a través de las vías y estaciones de un Dylan cuya capacidad para emocionar ya es incuantificable.

Anterior entrega de Corriente alterna: La brutal honestidad de Andrés Calamaro

 

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