Ariel Rot, compañero de vida

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“Es asequible, cordial, pero a la vez mantiene una distancia elegante. Y además es buen conversador”

Para los que nacimos a finales de los 70 o primeros de los 80, Ariel Rot apareció en nuestras vidas formando parte de Los Rodríguez. Desde ahí hemos crecido con él, en banda y en solitario. Así le ha ocurrido a Juanjo Ordás.

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Para la gente mi generación, los que estamos entre los treinta y pico y los cuarenta, Ariel Rot siempre ha sido sinónimo de respeto. Recuerdo una vez, hace muchos, muchísimos años, cuando unos amigos y yo salimos de un portal y nos topamos con él. Fue en la madrileña zona de Antón Martín, parecía estar buscando el número de la calle. Evitamos chocar, nos apartamos, nos miramos y empezamos a susurrarnos en voz baja “¡Es Ariel Rot!, ¡es Ariel Rot!”. No creo que se diera cuenta porque tratamos de ser discretos, teníamos veintidós y estábamos excitadísimos de habernos cruzado con una estrella como él. Decidimos pedirle un autógrafo mientras Ariel, ajeno a nuestro pequeño grupo fanático, seguía bajando lentamente la calle en busca de quién sabe qué. Cuando le abordamos no pudo ser más simpático. Recuerdo que le dije lo muchísimo que me gustaba su reciente disco “En vivo mucho mejor” (2001) mientras nos firmaba en algún papel urgente que pudimos encontrar. ¡Qué feliz nos hizo que resultara ser encantador! Me sentía fascinado de hallarme en su presencia, precisamente por lo que he dicho: Ariel infunde mucho respeto incluso siendo amable. A parte de ser carismático, es imposible quitarte de la cabeza quién es y todo lo que ha hecho por el rock en español. Cuando nos separamos y le dejamos seguir su camino, por fin encontró el portal que buscaba y mis amigos y yo nos fuimos felices a casa, con unos autógrafos que indicaban que estábamos en lo cierto, que podías apostar por Rot, su música se había reforzado gracias a las buenas vibraciones que había desprendido tras sus gafas de sol. ¡Su música iba a sonar mejor que nunca en mi walkman!

Muchísimo tiempo después, diría que vidas, me senté frente a él para entrevistarlo. Seguía emanando exactamente la misma fuerza e imponiendo tanto o más respeto que entonces. Es difícil de explicar. Es asequible, cordial, pero a la vez mantiene una distancia elegante. Encima es buen conversador. Me agradó ver que en las distancias cortas su fuerza personal no se había desgastado ni un ápice.

 

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“Con ‘Lo siento, Frank’ y ‘Ahora piden tu cabeza’ Ariel nos enseñó que lo del ritmo es cosa de caballeros, no de canallas, que el estilo tenía que ir unido al tempo”

 

Por mi edad, para mí Ariel comienza en Los Rodríguez. No tenía uso de razón cuando Tequila existía, ni cuando grabó en solitario “Debajo del puente” (1984) y “Vértigo” (1985), y en España se siguió de lejos su época en Argentina, junto a Calamaro. La sacudida de Los Rodríguez a los noventa fue bestial y la historia es conocida: nada ocurría al principio hasta que comenzó a pasar poco antes del final. Lo genial de Los Rodríguez es que le gustaban a todos tus amigos, chicas, chicos, todos unidos para cantar esas grandísimas canciones. Desde que pegaron fuerte con “Sin documentos” (1993) hasta el canto de cisne de “Hasta luego” (1996) transcurrieron solamente tres años, muy poco tiempo, pero los terremotos de larga duración no existen.

 

 

Recuerdo ver esperanzado aquellos carteles que anunciaban “Hablando solo” (Dro, 1997) en las calles de Madrid, su primer disco en solitario para la gente de mi generación, en realidad el tercero, pero daba igual porque esto era un reinicio que nos tendría a todos por protagonistas. Era natural que los que habíamos amado a Los Rodríguez estuviéramos ahí para Ariel. Él era ‘Dulce condena’, él era ‘La milonga del marinero y el capitán’, él era ‘Mucho mejor’. Nos trajera lo que nos trajera, iba a molar, nos iba a gustar. Y ya lo creo que nos gustó. Qué ilusión que el sencillo ‘Al amancer’ sonara tan bien, qué bueno tener la voz de Ariel presente y no solo su guitarra. Qué sincero era cantando, qué bravo tocando. Y qué alegría cuando veías que tocaría en tu barrio en mitad de una verbena o una sala del centro de la ciudad.

 

 

Inicialmente Ariel tenía una vocación popular similar a la de Los Rodríguez. No hablo de sonido, sino de vocación. A ese respecto, “Cenizas en el aire” (1999) fue un toque de atención importante, pues contenía la vibración colorida de ayer con una introspección madura. Tuvo sentido que tras un disco así de colosal llegara “En vivo mucho mejor”. Entre sus dos últimos discos de estudio había amasado una cantidad importante de canciones que merecían presentarse sin rubores junto a sus otros clásicos con Tequila y Los Rodríguez, y estaba claro que el rumbo iba cambiando ligeramente de la misma manera que todos lo hacemos.

Y hubo que crecer. Veo un vínculo importante entre “Lo siento, Frank” (2003) y “Ahora piden tu cabeza” (2005), es el momento en el que todos dimos un paso adelante en este camino sin retorno que es la vida. Aquellos dos discos nos demostraron que eso de los cinco sentidos era un mito, había otros —no tan claros pero útiles— que nos indicaban que la dirección de Ariel Rot era la que correspondía, que las cosas había que hacerlas ahora desde el punto de vista de lo aprendido. De las hostias, las caricias, el dolor y la alegría. Con “Lo siento, Frank” y “Ahora piden tu cabeza” Ariel nos enseñó que lo del ritmo es cosa de caballeros, no de canallas, que el estilo tenía que ir unido al tempo. Cuando te quisiste dar cuenta, estabas aprendiendo a ser un señor a ritmo de rock and roll gracias a Ariel Rot.

 

 

Pienso que con “Solo Rot” (Warner, 2010) alcanzó un rock and roll maduro y vigoroso muy difícil de conseguir. Lo considero su obra maestra junto a “Cenizas en el aire” (Dro, 2000)… supongo que hasta que llegue “La manada” (Warner, 2016). Entre medias dejó “La huesuda” (2013), un texto de calidad poética exagerada para cuyo disfrute exigía darle la vuelta al reloj y a los días, sus discos pasaban a ser pasto de momentos concretos del día, tal vez de los más solitarios, taciturnos y exquisitos.

¿A qué más sitios nos llevará Ariel? Ni idea. Pero me da igual. A los que me ha llevado son más que suficientes. Gracias por el viaje, jefe. Ahora, a escuchar “La manada”.

 

 

Anterior entrega de la Semana especial: Ariel Rot a fuego lento.

 

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