Vestido azul (1969), de Shelly y Nueva Generación

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OPERACIÓN RESCATE

«En apenas un año la formación brindó tres magníficos sencillos repletos de influencias soul, progresivas, psicodélicas y freakbeat»

 

César Campoy nos acompaña hasta 1969 para encontrarnos con la unión artística de Shelly y Nueva Generación, un proyecto con ecos de soul y psicodelia que alumbró un himno que da título al disco.

 

 

Shelly y Nueva Generación
Vestido azul
PHILIPS, 1969

 

Texto: CÉSAR CAMPOY.

 

Alejada de la tópica imagen candorosa y romántica de muchas de las féminas yeyé sesenteras, la venezolana de padres españoles María de la Concepción Gutiérrez lideró con un desparpajo supino uno de los conjuntos más punteros de su época. Shelly y Nueva Generación nacieron después de que tan arrolladora y cultivada artista uniera sus fuerzas a las de Luis Fornés, Miguel Angel Rojas y Pablo Weeber, y de que la incansable Maryní Callejo les apadrinara y empujara a firmar un contrato con Philips. La personalísima voz de Shelly, unida a su abrumadora personalidad y a la maestría instrumental de sus compañeros, hacían de este proyecto una apuesta segura.

No obstante, aquella carrera duró mucho menos de lo esperado. Eso sí, en apenas un año la formación brindó al respetable tres magníficos sencillos repletos de influencias soul, progresivas, psicodélicas y freakbeat, además de protagonizar diversas portadas de los medios especializados de la época y participar en el mítico y descacharrante filme de Iván Zulueta Un, dos, tres, al escondite inglés.

En 1968 la aventura sonora había sido bautizada con dos vinilos. El primero, de portada lisérgica y producido por el pekenike Alfonso Sainz, lo integraban la abrasiva «Mr. Train, hurry up!» y una «I’m a poor girl» que emparentaba a María de la Concepción con la mismísima Janis Joplin. El segundo seguía manteniendo el pabellón bien alto a partir de la producción de Pepe Nieto y las piezas «La mujer diablo» (desconcertante ese inicio) y una sideral «I’m just a fool» que ahondaba en el elemento soulero. A esas alturas de la película, el potencial sonoro del conjunto y, sobre todo, el despampanante empuje de su vocalista había servido para dejar atónito al personal en sus impactantes apariciones en la pequeña pantalla.

En 1969, año del despegue definitivo (se suponía) de Shelly y Nueva Generación, Nieto vuelve a ponerse a los mandos de una nave que decide tirar del pegadizo «Vesti azul», compuesto por Nonato Buzar a ritmo de bossa nova marchosa, y que, desde 1967, había sido interpretado por artistas como Wilson Simonal, Adriana o Jimmy Cliff (su adaptación, «She’s something else», apareció en el disco Jimmy Cliff in Brazil, de 1968). Nace así, traducido y adaptado, «Vestido azul» que, en manos del combo, adquiere un espíritu mucho más desenfrenado y freakbeat, aupado por ese teclado inmortal y, por supuesto, una voz de registro valiente y descarado. Acababa de nacer uno de los himnos de culto más reivindicados y solicitados en las últimas décadas por incontables recopilatorios internacionales del género, así como buena parte de la colonia mod hispana.

Completaba la efervescente «No puedo olvidarte, chico», mecida con furia en vistosos arreglos de viento. Prueba de la confianza que había depositada en el grupo, ambos temas encontraron altavoz mediático en la todopoderosa TVE de la época. El primero, a partir de un digno plano secuencia en el cual la vocalista se balancea, pizpireta, entre gogós y una pareja de bailarines de aire flamenco. Además, en ambas puestas en escena apreciamos la facilidad de Shelly tanto para moverse a ritmo yeyé como para enamorar a la cámara.

Y, entonces, cuando todo parecía indicar que Shelly y Nueva Generación tenía un deslumbrante futuro por delante, la criatura torció su camino. La formación ya había sufrido algún cambio, y, tras una anhelada gira por los Estados Unidos y México, pasó a mejor vida. Eso sí, sus miembros más destacados siguieron probando suerte en esto de la música. Fornés, sin ir más lejos, continuó deslumbrando a los teclados como músico de estudio y miembro de bandas como los Conexion de Luis Cobos, o Dolores. Por su parte, Weeber y Rojas (que demostró su habilidad compositiva en Nueva Generación) militaron en Franklin, y el primero acabó integrándose en el grupo alemán Hoelderlin.

Anterior entrega de Operación rescate: Domestic blues, de Bap Kennedy.

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