Universo por estrenar, de Anni B Sweet

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DISCOS

«Deja atrás el folk en inglés abrazando en castellano una luminosa psicodelia»

 

Anni B Sweet
Universo por estrenar          
SUBTERFUGE RECORDS, 2019

 

Texto: DAVID PÉREZ MARÍN.

 

Casi un lustro sin noticias discográficas de la malagueña Anni B Sweet y, ¿ha valido la pena la espera? El «sí» es tan grande, rotundo y deslumbrante, como la nueva galaxia que abre y comparte con nosotros en Universo por estrenar. Una docena de canciones que rompen el bloqueo que las separa de Chasing illusions (2015) saltando al vacío y saliendo de su zona de confort, hurgando en las heridas y los miedos, dejando atrás el folk en inglés y abrazando en castellano una luminosa psicodelia que, entre lágrimas multicolores y una fina lluvia de sintetizadores y melodías sesenteras, nos contagia ilusión renovada y nos invita a bailar hasta el amanecer y más allá.

Cantos desinhibidos de una sirena intergaláctica que, entre neones futuristas y un mar de estrellas muertas, deja una estela colorida y resplandeciente a lo largo de los surcos, acercándose en cada pista a las texturas, capas sonoras y sueños lisérgicos de bandas como Tame Impala, Temples y Rufus T Firefly. Y es que, ese tridente de influencias hermanas recorre cada tema y está presente desde la portada del álbum, diseñada por el ilustrador y muralista Pogo, habitual colaborador de la banda australiana, pasando por la marcada producción del disco, de la mano de James Bragshaw, frontman del combo inglés, y en los nuevos compañeros elegidos para iniciar el viaje en directo, Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro, líderes del grupo madrileño.

«Sabes, me has convencido para bailar, / pero estando triste no es igual… / He visto mi mente / abandonarme y volar, / busca el paraíso, / no lo encontrará…». Esta liberación de ataduras y lastres internos quedó patente ya en el magnético y resplandeciente despegue de “Buen viaje” (con regusto a Lori Meyers), primer adelanto en el que caímos en bucle y aún nos cuesta salir de él. Con un estribillo de buenos deseos tras una ruptura que aún colea y araña, centrifugando sentimientos y dejándolos a flor de piel: «Que tengas mucha suerte / en tu camino, / me hubiera gustado / haber estado contigo».

Sigue el rastro de esa «ansiada estela de su libertad» en “La vida está en otra parte”, con una letra que rezuma belleza y dolor contenido que termina por estallar y elevarnos a un palmo del suelo, propulsados por teclados, sintes y una batería que nos golpea el pecho y el centro de la tierra.

Antes habíamos iniciado el misterio y la tormenta con la hipnótica guitarra de “Hormigas”, dejando la puerta abierta para que se airee una relación en creciente estado de descomposición: «Disfruta del silencio / que nos acabará consumiendo, / mira por la ventana a través de telas de araña, / que suerte que tenemos, / que suerte que tenemos…».

Seguimos nadando mar adentro en esa pena oscura para la que ya no hay cura, en “Sola con la Luna” y preguntarnos por fin, antes de volver a surcar los cielos, “¿Qué hago aquí?”, con unos teclados que dejan entrar luz entre las grietas y una Anni que es pura redención en cada fraseo y coros, reflotándonos en un nuevo despertar bajo un manto sónico que parecen haber tejido los mejores Rufus T Firefly.

Entre guitarras que surgen y se funden con la voz de Anni como supernovas, sigue cantándole a él, a ese amor que flota lejano como “Un astronauta”: «Estaría mejor, estaría mejor… / Donde tú estás, / nadie te alcanza». Y del dream pop atmosférico, luminoso y empoderado de “Ser luz”, pasamos al imprescindible “Juramento”, pura fantasía que se antoja la llave perfecta para abrir los directos y conducirnos hacia una galaxia de psicodelia envuelta en lotos y magnolias. Tres mágicos minutos para flotar y olvidarte de todo.

“Mente hambrienta” quizás sea la pieza más corrosiva y espectral del lote, además de una de las que mejor refleja el estado anímico durante este arriesgado, flamante y ganador proceso creativo. La exploración de nuevos paisajes sonoros continúa en la resplandeciente oscuridad de “Astros”, con una base rítmica muy marcada que desemboca «en medio de la explosión de las flores cuando florecen» en “Nova”.

Encontramos la calma en la nostalgia redentora de “El tiempo”, que, aunque corre y siempre huye, logramos atraparlo entre los dedos unos segundos y levitar al son de una Anni B Sweet que canta a corazón abierto (muy bien acompañada a los coros por Noni, de Lori Meyers), como si fuera la última vez.

Pero no, la calma nunca es total y cuando parece que la aguja va a descarrilar por los surcos, aparece una canción secreta y ese monstruo que siempre quiere más y asecha allí donde estemos… Así que hagámosle caso a Anni y «disfrutemos del momento de paz».

Diez años de carrera y, sin olvidar lo andado, estrena un nuevo universo sónico que, inspirándose en la tristeza, brilla hasta cegarnos. Pocos se atreven a reinventarse y menos aún son los que ganan la partida tras dar ese valiente salto. Sin lugar a dudas estamos ante su mejor trabajo y uno de los discos más interesantes del año.

Anterior crítica de discos: Cita amb àngels. Tribut a Silvio Rodríguez, de Sílvia Comes i Joan Isaac.

 

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