Una aproximación a El Drogas, la película

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«Al margen del repaso a su carrera, bien conocida por sus seguidores, lo más valioso de la película posiblemente resida en su lado humano»

 

Javier Escorzo acudió al cine para ver el estreno de El Drogas, el documental que ha dirigido Natxto Leuza sobre la trayectoria profesional y la faceta humana de Enrique Villarreal.

 

Natxo Leuza
El Drogas

2020

 

Texto: JAVIER ESCORZO.

 

Somos muchos los que creemos que solo existe un momento tan emocionante como ese en el que se apagan las luces de de una sala de conciertos, segundos antes de que empiece la actuación: el momento en el que se apagan las luces de una sala de cine, segundos antes de que empiece la película. Por eso, aquellos a los que les guste la música, el cine o ambas cosas, tienen una cita ineludible con El Drogas, el documental de Natxo Leuza ha rodado sobre la figura del músico navarro Enrique Villarreal Armendáriz.

La primera afirmación es una perogrullada: la cinta no abarca (tampoco lo pretende) toda su trayectoria artística; de hacerlo, no mediríamos su duración en horas, sino en días (o quizás en semanas). Leuza se detiene en los tiempos primigenios de Barricada, que son evocados con mirada dulce; se menciona la primera década del grupo, la del ascenso fulgurante a la cima del rock urbano, y se omiten las épocas posteriores, con las que El Drogas se muestra muy crítico, hasta el monumental trabajo de La tierra está sorda, a la sazón, su último álbum al frente de la banda. Sobre su salida del grupo, Enrique habla con rotundidad: «No me fui. Me echaron». Sin querer destripar la trama, un detalle revelador: en todo el metraje, solo se menciona (eso sí, con muy buenas palabras) al primer batería de Barricada, Mikel Astráin, fallecido a causa de un derrame cerebral en 1984, y a Boni, con quien El Drogas formó tándem invencible e imbatible. Terminado ese capítulo, el documental otorga a sus actuales compañeros (Brigi Duke, Txus Maraví y Flako Txarrena) la importancia que merecen, musical y personalmente hablando.

 

 

Al margen del repaso a su carrera, bien conocida por sus seguidores, lo más valioso de la película posiblemente resida en su lado humano. Como siempre hace, El Drogas se expresa con franqueza sobre temas que suelen ser tabú en nuestra sociedad: su primera relación sexual, sus adicciones, la enfermedad de su madre, su relación con su familia… Es en este último punto donde hallamos la principal novedad, ya que intervienen personas de su núcleo más cercano que a menudo permanecen alejadas de los focos: Mamen (su principal apoyo, su compañera inseparable desde finales de los setenta… su «socia», como él siempre la llama), sus hijos o su hermana. Y es también en ese ámbito donde encontramos las escenas más emocionantes, ya sea con su madre, con sus nietos o con Boni, con quien se reencontró, después de varios años de distanciamiento, en el camerino de un concierto de Rosendo.

Hay también varias apariciones de compañeros de profesión, como el propio Rosendo, Kutxi Romero, Fito Cabrales, Carlos Tarque, Gorka Urbizu o Christina Rosenvinge. Puede sorprender la presencia de esta última, con quien quizás no haya, a priori, muchos puntos en común; sin embargo, los dos artistas comparten una vieja amistad y se profesan admiración mutua, siendo habitual la presencia de uno en los conciertos de la otra (y viceversa). De hecho, en su anterior gira, El Drogas salía al escenario con la sintonía de una canción de Christina (“Alguien tendrá la culpa”). Como suele decirse, son todos los que están, pero no están todos los que son, ya que, en estas cuatro décadas, El Drogas se ha granjeado el respeto de muchísimos de sus colegas (como quedó constatado en la interminable lista de colaboradores que acudieron a la grabación de su disco en directo, Un día nada más).

 

 

Al final, los ochenta minutos se hacen cortos. Cuando el documental termina, uno no sabría decir si ha profundizado más en su faceta personal o en su vertiente profesional. En su caso, es imposible desligar una de otra, porque la música no es su oficio, sino su vida.

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