Un señor elegante, de Suso de Toro

Autor:

LIBROS

«Una historia de padres hijos y hermanos, pero sobre todo de gentes»

 

Suso de Toro
Un señor elegante
ALIANZA EDITORIAL, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Esta es la historia de una familia gallega, una saga en lo que lo más importante, quizás, es lo que no se sabe. No es una biografía, que también; tampoco un ensayo, que lo es; no se podría clasificar como novela, aunque tiene fragmentos narrativos. Es simplemente una crónica de hechos que ocurrieron y sobre los que planean dudas, un poco a la manera de Javier Cercas, con quien Suso de Toro —también periodista de reflexión y lengua con poco freno— ha mantenido una polémica recientemente por cuestiones políticas.

El caso es que la familia Baltar tiene relaciones con todo el mundo que es alguien en la cultura. Suso de Toro se los encuentra a veces en exposiciones, en actos. El último, una exposición de uno de los pintores gallegos más importantes, Manuel Colmeiro. Son sus albaceas, igual que habían tomado en sus manos el legado de Castelao, o tenido estrechas relaciones con un escritor gallego exiliado, de los de prosa más florida: Rafael Dieste. Habían sido, los abuelos, protectores de Rosalía de Castro. Pero los Baltar no son familia de letraheridos, son familia de cirujanos, y de los más prestigiosos de Galicia, con cargos importantes, a pesar de su conocida animadversión por el franquismo. Ramón Baltar, aquel a quien van dedicadas más páginas, era instado a abandonar Santiago cada vez que el dictador iba a la ciudad. ¡Y era el director del Hospital que hoy es el Hostal de los Reyes Católicos! Ese hospital de beneficencia en el que las autoridades, de un día para otro, echaron a los pobres a la calle para construir un parador de lujo.

Porque Ramón Baltar ayudaba a todo el mundo que se lo pedía: daba dinero, regalaba coches, donaba joyas. Tenía familia numerosa y posición económica. Muy sólida. No es una hagiografía, no. Es el retrato en quinientas páginas de alguien que tuvo que vivir situaciones difíciles, que se vio asaltado por sombras y demonios interiores, pero que fue, en el buen sentido de la palabra, bueno. Y no le fue fácil. Estuvo varias veces detenido, sufrió accidentes aparatosos tras los que le enterraron en yeso para que no pudiera moverse, fue apartado –bueno, renunció, pero por presiones- de su plaza de profesor. Estos son los datos, pero su vida se resume también en otras sombras, como si de una novela policiaca o de espías se tratara: está en Madrid el día de la sublevación militar. Ese día, una comisión iba a entregar el flamante Estatuto de Autonomía de Galicia, que se tenía que aprobar en referéndum, y Ramón no formaba parte de esa comisión, ¿qué hacía allí? A veces, la guerrilla gallega, los escapados, los que estaban en los montes, tenían a alguien herido, el doctor Baltar había diseñado un protocolo para poder operarlo. Uno de sus amigos está aterrado ante el hecho de que pueda ser detenido y torturado, lo convence hasta las dos de la madrugada de que las cosas mejorarán; al día siguiente aparece muerto, se ha suicidado. En la operación que se había preparado para asesinar a Franco —Termópilas, se llamaba— parece ser que tuvo parte esencial

A pesar de que el árbol genealógico se pierde muy atrás, el primer Baltar que recibe el foco es el padre de Ramón, don Ángel Baltar. Pronto aparece también su hijo Antonio, que escapó, a principios de la Guerra Civil, a Uruguay, haciendo cortes de mangas mientras zarpaba a los falangistas que lo perseguían. Un Antonio recién operado en París que, cuando su hermano –que ha ido a cuidarlo- le deja solo, se va del hospital y coge un vuelo a Londres para ver a su novia.

Es la historia de un hombre. También la historia de una generación, una historia de padres hijos y hermanos, pero sobre todo de gentes. De esas gentes que en nuestro país parece que no hicieron nada, pero que lo han hecho todo. Esto son los datos externos; pero ¿qué pasaba por dentro de Ramón Baltar? ¿Cuáles eran sus sombras? ¿Se sentía frustrado por no poder ejercer esos ideales republicanos en que creía? O, por el contrario, ¿disfrutó como patriarca de su larga familia, de un país en el que ayudaba en lo que podía? ¿Una ética cumplida o fracasada? Este es el misterio de Ramón Baltar, el misterio del hombre.

Anterior crítica de libros: Prefab Sprout, la vida es un milagro, de Carlos Pérez de Ziriza.

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