Un gusano en la Gran Manzana: A lomos del aeroplano

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“Es refrescante escuchar a la lista, culta y atormentada Slick, felizmente limpia de alcoholes, mientras reniega de las estrellas que quieren romperle el codo al tiempo a base de bisturíes y saborea su nueva vida como pintora”

 

En «Un gusano en la Gran Manzana», esta semana Julio Valdeón Blanco reflexiona sobre el nuevo servicio de streaming de Apple y recuerda a los Jefferson Airplane tras toparse con una entrevista a su excantante, Grace Slick, musa del rock sicodélico reconvertida a pintora.

 

 

Una sección de JULIO VALDEÓN BLANCO.

 

 

–8 de junio

Apple presenta su servicio de streaming. Es leerlo y recordar las ganas que tengo de que me arreglen de una vez el altavoz que no funciona y chupa polvo, junto al ampli y el resto del equipo, desde hace casi diez años, en un rincón de la casa de mi madre, allá en España. Que lo arreglen y me lo envíen, después de tantos pisos neoyorquinos en los que no tenía sentido instalarlo, por pequeños, transitorios y/o peligrosos. Entre tanto, Tim Cook habla campanudo de un nuevo capítulo para la música. Me pregunto si Apple pagará unos royalties menos cutres que los que reparte Spotify, o su propia compañía en iTunes, como quien arroja sobras a una piara de cerdos famélicos. O si, para variar, invertirá en talentos, financiará la grabación de los discos y tantas otras pijadas que hemos superado, modernidad mediante, desde que descubrimos que es mucho mejor, más auténtico, progresista, cool, currar en un supermercado y envejecer como guitarrista dominguero, compartiendo tus “hitazos” con los treinta locos que te escuchan en el Youtube. Sustituimos a unos piratas que colaboraban en el proceso creativo por otros que reparten música como quien dispone tomates en el hipermercado, indiferentes a todo excepto el beneficio. Fabuloso.

 

–11 de junio

Como tantos otros, yo también soy culpable de haber olvidado a los Jefferson Airplane, 13th Floor Elevators, Moby Grape y demás apóstoles ácidos. Me lo recuerda una entrevista en “Vanity Fair” con Grace Slick, gran dama del rock psicodélico reconvertida en pintora a los 49 años. Guapa no, guapísima, Slick fue el sueño lisérgico y cachondo de quienes soñaban con irse a San Francisco y dinamitar la América pureta del suburbio y las lavadoras, mascarón de proa de un buque multicolor y exuberante que hubiera enloquecido al Neruda de “Residencia en la tierra” de pillarle con treinta y cinco años menos.

 

Hija de la clase media/alta, de ejecutivo y ama de casa, Slick reinó a lo grande, se frotó media California por la raja del pantalón campana y escribió canciones tan sugestivas como ‘Somebody to love’ y ‘White rabbit’. Según la wiki fue la primera persona en decir “motherfucker” en televisión, durante el programa de Dick Cavett, el mismo en el que actuaría un Woody Allen primerizo y donde en el 71 Gore Vidal y Norman Mailer a punto estuvieron de liarse a hostias (en realidad creo recordar que Mailer le sacudió un cabezazo a su némesis, pero en el camerino). Es refrescante escuchar a la lista, culta y atormentada Slick, felizmente limpia de alcoholes, mientras reniega de las estrellas que quieren romperle el codo al tiempo a base de bisturíes y saborea su nueva vida como pintora. No, no se corta: confiesa haberse metido de todo, pero pasó de la heroína ante la evidencia de que le resultaba difícil encontrarse las venas. Me recuerda que, sí, a veces una retirada a tiempo es una victoria. Que no necesitas alargar por sistema lo que tú mismo consideras acabado. Por supuesto, también te hace meditar sobre lo insulsas que son las entrevistas con músicos actuales. Quizá porque de tan convencidos como andaban de que las repercusiones políticas y sociales de lo suyo resultan panfletarias lograron reducir la música a inofensivo engrudo publicitario. Corro a pinchar “Surrealistic Pillow” y la propulsión de ‘She has funny cars’ levanta las cortinas del salón como el viento la falda de Marilyn. Para mí que hoy no escribo más, me lío un peta y veo atardecer a lomos del aeroplano.

Anterior entrega de Un gusano en la Gran Manzana: El sargento pimienta y el regreso del vinilo.

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