The Residents: Cómo sería el pop rock si el nazismo hubiera vencido

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«Con estilo transgresor y rupturista repescaron clásicos del pop de los cincuenta y los sesenta para deconstruirlos y pervertirlos de sátira, ironía y cierto semblante nazi»

 

En 1976, los estadounidenses The Residents plantearon un disco basado en una distopía: cómo sería la música si la Alemania de Hitler hubiese ganado la Segunda Guerra Mundial. El resultado fue “The third Reich ‘n roll”. Por Sara Morales.

 

Texto: SARA MORALES.

 

¿Cómo habría sido la música del siglo veinte si Hitler hubiera ganado la Segunda Guerra Mundial? ¿A qué sonarían los Beatles, los Stones o los Doors? ¿Acaso lo harían o habrían sido silenciados o edulcorados por la censura? Desde el principio de los tiempos, los acontecimientos de la Historia han ido marcando el ritmo en el resto de ámbitos que envuelven a una sociedad. A remolque de lo que acontece en la esfera política, funcionan como reflejo la literatura, la pintura, la fotografía, la moda, el cine y, por supuesto, la música, pertenecientes a ese tiempo y a la visión que las generaciones venideras tendrán sobre todas estas disciplinas artísticas, su forma de concebirlas, asistirlas y practicarlas. Nada, o muy poco, sobrevive al poder decisivo e inherente a determinados episodios históricos sobre tutelar, desde el mismo instante en que suceden y para siempre, la imaginería popular que definirá al mundo.

Pero, ¿qué habría pasado en caso de que los hechos hubieran transcurrido totalmente a la inversa de cómo fueron en realidad? Del mismo modo que hoy la serie de televisión El hombre en el castillo —basada en la novela homónima de Philip K. Dick— centra su línea argumental en la hipotética victoria del nazismo en 1945, el grupo estadounidense de avant garde The Residents ya ahondó en esta idea ucrónica y alternativa en 1976, para dar vida al que sería su tercer álbum de estudio, The third ‘n roll.

 

Dadaísmo sonoro

The Residents parten de la creencia de que la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, con Estados Unidos a la cabeza, fue decisiva a la hora de estipular la cultura pop que arrastraría a todo el globo durante décadas —hasta hoy— para estar al día y a la altura de las tendencias artísticas. Aunque nadie duda del valor de Elvis Presley o del prolífico cariz de Hollywood para con el séptimo arte, la banda de ojos anónimos se atrevió a cuestionar que sendos éxitos —y estos son solo dos ejemplos— fueran magnificados hasta la saciedad como consecuencia de los resultados bélicos y la «potestad» cultural que, a partir de aquel momento, se impuso con el ensalzamiento del folclore yanqui.

Así, bajo esta premisa, y con el particular estilo transgresor y rupturista que les caracteriza, la banda (y colectivo artístico) se dispuso a repescar algunos clásicos del pop de los cincuenta y los sesenta para deconstruirlos y pervertirlos de sátira, ironía y cierto semblante nazi que, posiblemente, hubiera estado muy presente en caso de que Alemania hubiera ganado la guerra. Estas covers y reinterpretaciones, que además cuentan con instrumentales propias creadas para simular las marchas militares germanas, iban a formar parte del contenido de su nuevo álbum.

The third ‘n roll encierra hasta veintinueve canciones de grupos y artistas como James Brown («Papa’s got a brand new bag»), The Box Tops («The letter»), los Rolling Stones («Sympathy for the devil»), los Beatles («Hey Jude»), los Doors («Light my fire»), The Seeds («Pushin’ too hard») o Van Morrison («Gloria») entre otros muchos, pero fusionadas y entrelazadas instrumentalmente para conformar entre todas ellas dos únicas piezas: «Swastikas on parade» y «Hitler was a vegetarian».

Dos pastiches musicales entre los que no siempre es sencillo distinguir los fragmentos presentes de cada tema en cuestión, pues en algunos casos incluso suenan simultáneamente, pero en los que cuando la obviedad y la evidencia se materializan lo hacen sobradas; es el caso del mash up o híbrido que nace de unir la melodía del «Hey Jude» de los Beatles apoyada en el ritmo del «The sympahty for the devil» de los Rolling Stones o la fusión del «Telstar» de The Tornados con el «Wipe out» de The Surfaris.

 

Humor frente a la barbarie

Las altas cotas de parodia en The third ‘n roll no escapan a nadie, ya desde el primer impacto que ejerce su portada. Armados de provocación burlona, The Residents critican la manipulación del fascismo sobre el pueblo y su exacerbada obsesión por mantener dóciles a los jóvenes al tiempo que les vendían la rebelión como reclamo generacional. Una crítica bidireccional, pues bajo estas mismas intenciones pero con un trasfondo mucho más superficial, la banda aprovecha para recriminar también a la industria musical su funcionamiento con el alzamiento, o la condena, de determinados éxitos del pop y el rock. Otra manera de «adormecer» a la masa entre listas y rankings de hits que crean falsos héroes y un reguero de juguetes rotos por el camino.

Para plasmar estas ideas en una imagen, que con la música habían logrado aglutinar a través de las dos suites de versiones que conforman el álbum, contaron con la colaboración del actor Dick Clark. Este aparece vestido con el uniforme de la Gestapo y una zanahoria en la mano (otra burla hacia la simpleza del poder), rodeado de esvásticas y caricaturas de un Hitler bailongo, que lo mismo luce falda que pantalón. Y entre nubes de humo y tintes negros y rojos (más simbología, si cabe), remataron el alma conceptual de este disco, que rompió los esquemas del mercado en aquel momento y obligó a Alemania a censurar buena parte del mismo en la década de los ochenta.

Hoy, aunque rudo, de corte ciertamente primitivo y de difícil escucha, The third ‘n roll se alza como uno de esos álbumes que, de extraños, se convierten en joyas, gracias a ese interesante ejercicio de descodificación, no solo de un puñado de grandes canciones, sino también de una parte de nuestra historia.

 

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