The New Raemon: “En mis canciones intento capturar cierta emoción y que alguien pueda abrazarla”

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“Me influyó mucho volver a escuchar los discos de The Cure, así que de alguna forma EFE EME habéis formado parte del disco”

 

“Una canción de cuna entre tempestades”: así se titula el nuevo disco de The New Raemon, que BMG publicará el 9 de noviembre, en plena presentación en Madrid (8 de noviembre, sala But) y Barcelona (15, sala Apolo). Una entrevista de David Pérez.

 

Texto: DAVID PÉREZ. Fotos: NOEMÍ ELÍAS.

 

Veintiocho años tocando y escribiendo canciones, hasta romper el hielo una década atrás y comenzar a compartir vacíos y tempestades como The New Raemon. Efeméride celebrada con el doble álbum “Quema la memoria” (B-Core, 2017), una selección personal de lo mejor de su carrera en solitario, acompañado de canciones que quedaron fuera durante esta etapa, además del libro del mismo nombre que recoge las letras de su cancionero, maravillosamente ilustrado por Paula Bonet.

 

¿Crees que el pasado siempre quema, o es posible y necesario extinguir algunos focos del incendio? Quizá esto de vivir vaya, en parte, de caminar lo mejor posible por las brasas.
Pienso que aprender de los errores te hace la vida más sencilla. La idea de la perfección es imposible, siempre hay alguien más sabio que tú o con más experiencia. Con el tiempo el pasado se convierte en algo que la propia memoria va distorsionando, es mejor hacer las paces con él y seguir adelante, hay que equivocarse mucho para entender que eres tú el que decide cómo te afectan las cosas.

 

Saltaste del grupo Madee a tu primer trabajo en solitario y en castellano, “A propósito de Garfunkel” (B-Core, 2008). ¿Qué te empujó y qué te retenía?
Me retenía entonces el miedo al cambio, a fracasar en el intento. Afortunadamente hice caso a mis amigos y gracias a ellos sigo publicando discos y viviendo la vida a mi manera.

 

Aún recuerdo la presentación de tu anterior trabajo en solitario “Oh, rompehielos” (B-Core, 2015), en una Joy Eslava llena hasta la bandera. Hacía mucho que no veía a un público tan conectado y emocionado. ¿Por qué nos unen tanto las heridas sentimentales, las tragedias cotidianas?
Siempre cuento que hay dos tipos de público, el que consume música y el que la escucha. Los dos me parecen válidos, pero yo me incluyo en el segundo grupo y eso es lo que intento hacer con mis canciones: capturar cierta emoción y que alguien pueda abrazarla.

 

“Oh, rompehielos” es un disco definitorio de tu carrera, tanto por el espíritu melodramático de la mayoría de las letras, que rezuman verdad, como por el protagonismo recuperado de la guitarra acústica. Aun así, ¿crees que en realidad marca cierta ruptura, dejando entrar más luz que nunca entre las grietas?
“Oh, rompehielos” se hizo con poquísimo dinero, eso amplificó la parte creativa y fue un acierto adaptar la concepción del disco al hecho de no tener presupuesto alguno. También lo escribí en el comienzo de la tercera etapa de este proyecto, que es en la que me encuentro ahora. Tal como entiendo mi obra, la primera etapa son los dos primeros discos y el recopilatorio de epés, la segunda la abarcan el tercero y cuarto, y ésta última “Oh, rompehielos´, “Lluvia y truenos” y el nuevo álbum.

 

 

Llegamos a “Una canción de cuna entre tempestades” (BMG, 2018), que saldrá a la venta en noviembre. Lo primero que me cala nada más escucharlo es la oscuridad resplandeciente de su sonido, muy The Cure en las atmósferas, guitarras y líneas de bajo, ¿no? Sobre todo en temas como ‘En el centro de baile’, ‘Wittgenstein’ o en la explosiva ‘Signos de vida en la lejanía’.
Me encanta que veas eso, porque se debe al artículo que escribí sobre el “Wish” de The Cure para vuestra revista (Punto de partida: The New Raemon y Cure). Me pilló de lleno en la composición del nuevo álbum y me influyó mucho volver a escuchar aquellos discos, así que de alguna forma EFE EME habéis formado parte del disco, de forma casual. ¿No os parece hermoso?

 

Vaya, ¡pues sí que es hermoso! También se aprecian ciertos cambios en tu forma de cantar, como si después de la tormenta reaparecieran colores y olores que te empujan a tomar nuevos riesgos y reencontrar matices. No sé si hay ecos de Madee en las partes vocales. ¿Buscabas esa frescura y energía o ha surgido sola?
Eso es lo que más he trabajado, cantar distinto al resto de discos, también en la lírica. Ha sido la clave del álbum, al menos eso me parece. He tardado mucho en dominar el castellano cantando, hasta hace pocos años no me he atrevido a hacer cosas que hacía cantando en inglés… Antes tenía que creérmelo.

 

¿Cómo ha sido el proceso compositivo de las canciones, sigues partiendo de la improvisación, del inconsciente?
Sí, primero armo las músicas y cuando está clara la estructura, tempo, arreglos y patrón rítmico, me pongo a cantar al tuntún influenciado por la atmósfera de la base, y ahí es cuando aparece la letra, el tono, todo. Este sistema me permite disfrutar más del proceso. La forma tradicional conmigo es más previsible y acabo descartando ideas.

 

 

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“Desde que (Ricardo Lezón) está en mi vida soy algo distinto, y eso se traslada en los nuevos textos, más poéticos que nunca”

 

¿Qué has sumado a esta obra de tu anterior viaje junto a Ricardo Lezón, “Lluvia y truenos” (Subterfuge Records, 2016)?
He aprendido mucho de él, de su amistad, de su forma de entender la vida. Desde que está en mi vida soy algo distinto, y eso se traslada en los nuevos textos, más poéticos que nunca.

 

¿Qué discos y qué referentes tenías de cabecera durante el proceso de creación de “Una canción de cuna entre tempestades”?
Los cinco primeros álbumes de Randy Newman, en bucle, y algún tema suelto de Glen Campbell a altas horas de la noche, para desconectar del proceso creativo bailando de forma absurda en el sótano mientras nadie me observaba.

 

En ‘Charlestón (Flores y Dolores)’, entre aromas a jazmines, orquídeas y tulipanes, nos transportas a tu infancia. ¿Qué música se escuchaba en tu casa y qué sonidos fueron los que más mella te dejaron en tu niñez?
Mi padre escuchaba a The Beatles, Bob Dylan, OMD, Vangelis y a Joan Manuel Serrat, mi madre lo mismo estaba con Simon & Garfunkel que con María Dolores Pradera, Lluís Llach o Raphael. También sonaban Roberto Carlos y Patxi Andión, esa es la música que sonaba en casa. Mi hermana mayor ponía a Bruce Springsteen, U2, The Eagles… El raro era yo, escuchaba a Iron Maiden a los diez años, y me siguen gustando.

 

 

¿Cómo surge la colaboración con Rocío Márquez en ‘Un posible final’? Es imposible no caer en bucle en ella. Cuesta creer que, de un episodio terrible, pueda brotar algo tan bello.
Escribí la canción pensando en ella, dio la casualidad de que es muy amiga de Javi Vega, de Maga, que es uno de mis mejores amigos y que ha tocado el bajo en mis tres últimos discos. Nos puso en contacto y le envié la canción a Rocío Márquez, le encantó a la primera y no puedo estar más feliz con la experiencia. Rocío es maravillosa y muy generosa.

 

¿Puede que “Una canción de cuna entre tempestades” sea tu disco más luminoso?
Si a ti te lo parece, me doy por satisfecho.

 

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