The Glove: la purga de Robert Smith y el bajista de Siouxsie

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«El éxito de este supergrupo fue moderado, sitiado en todo momento a la sombra de las dos grandes bandas de las que emergió»

 

En 1983 vio la luz el único trabajo del supergrupo The Glove, fundado por el cantante de The Cure y el bajista de Siouxsie and the Banshees. Una historia corta pero intensa que recupera Sara Morales.

 

Texto: SARA MORALES.

 

Las inquietudes creativas de Robert Smith le llevaron a colaborar con Siouxsie and the Banshees de forma intermitente desde 1979, al tiempo que levantaba el férreo esqueleto de su propia criatura, The Cure. Nunca fue un miembro estable, pero tocó la guitarra para ellos en numerosas ocasiones rematando giras problemáticas, grabando cuerdas para el álbum de directo Nocturne en 1983 e incluso aportando sus composiciones en el Hyæna de 1984, tras el que decidió poner fin a la colaboración con el objetivo de volcarse completamente en su banda, que para entonces ya atesoraba alguno de sus trabajos más venerados.

De aquella etapa en común Smith extrajo sus frutos. Unos llegaron en forma de autopromoción y propio beneficio al conseguir, desde su papel en Siouxsie and the Banshees, que buena parte de los conciertos fueran abiertos por su banda personal, The Cure, en aquellos primeros años en que todavía estaban dándose a conocer. Entonces nadie podía imaginar que los eternos teloneros terminarían superando en popularidad al grupo estrella. Otros lo hicieron en forma de lección personal, como empezar a controlar su miedo escénico superando en parte su timidez innata, gracias a un constante rodaje de escenario en el que la figura de Sioux, a pesar de que nunca existió demasiado feeling entre ellos, le serviría de referencia y aprendizaje a la hora de enfrentarse al público con un micrófono. Y por último, los frutos artísticos. Su amistad con el bajista Steven Severin y sus gustos compartidos por la literatura decimonónica, el cine de terror, la música gótica y el post punk les llevó a engendrar un proyecto satélite que no viviría demasiado tiempo, pero dejaría su huella en la historia.

 

 

The Glove, una oscura alianza

Aunque desde finales de 1980 a Smith y a Severin ya les rondaba en la cabeza la idea de fundar un proyecto propio al margen de sus respectivos grupos, no fue hasta 1983 cuando pudieron hacerlo realidad. Aquel fue el momento idóneo: Siouxsie and the Banshees acababan de tomarse un descanso tras la multitudinaria gira de A kiss in the dreamhouse (1982), por lo que Severin quedaba libre y a la espera de que Smith finalizara el controvertido tour de presentación del cuarto disco de The Cure (Pornography, 1982) para poder empezar a conformar su unión. Ambos acogieron el experimento con ilusión, lo bautizaron con el nombre de The Glove en referencia a Guante Volador, el antagonista de la película animada de los Beatles Yellow submarine (1968), y reivindicaron su alianza como el desahogo que venían necesitando por la presión arrastrada en sus bandas oficiales. Una bocanada de aire fresco que les valdría para invocar al imaginario que ambos evangilizaban, materializándolo en una especie de exorcismo creativo reinado por el eclecticismo sonoro y conceptual para el que dejaron jugar libremente a sus subconscientes. De aquellos trances de terapia emocional y musical a modo de purga, que tenían lugar desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana concluyendo con el visionado de películas gore entre psicotrópicos, nació Blue sunshine, el único disco de esta tétrica entente.

 

Instintos de color azul

Como la discográfica de The Cure impedía por contrato a Robert Smith poner voz a otras canciones que no fueran las de su banda o una banda de la compañía, debieron buscar a una cantante. La elegida fue la bailarina Jeanette Landray, que haría frente a todos los temas del álbum a excepción de «Mr. Alphabet says» y «Perfect murder», dos canciones para las que Smith decidió saltarse lo acordado y en la que podemos escucharle entre instrumentos que nos recuerdan a su propio Seventeen seconds, el segundo disco de The Cure.

 

 

La formación fue completada por Andy Anderson a la batería (que más tarde se uniría a The Cure), Martin McCarrick a los teclados (que lo haría a Siouxsie and the Banshees) y Ginny Heyes y Anne Stephenson como músicos de sesión. Entre todos dibujaron un firmamento neopsicodélico con remaches del pop coetáneo, el ochentero, y una luminosa estela de carácter siniestro acomodada en letras que suelen hablar de la muerte y el sexo. Un disco deslumbrante en canciones instintivas como «Like an animal», el primer single, escrito por Robert Smith y para el que se inspiró en la historia verídica de una mujer que enloqueció viviendo en un rascacielos; también sorprendente por los embrollos experimentales de temas como «Orgy» y altamente recomendable a curiosos y coleccionistas por piezas incombustibles de la nueva ola como «Punish me with kisses».

 

 

El éxito de este supergrupo fue moderado en su día, sitiado en todo momento a la sombra de las dos grandes bandas desde las que emergió. Y aunque llegó a alcanzar el puesto treinta y cinco en las listas de los mejores discos de Reino Unido aquel año, su valor ha ido aumentando con el tiempo al reconocer en él un engendro que llegó desde el inframundo de dos estados de ánimo que no andaban muy cuerdos, pero que afinaron procurando color al crepúsculo.

 

 

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