The Blanck Mass sessions, de Editors

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DISCOS

«Un experimento que como anexo curioso no está de más, pero que ratifica sin querer el ecuánime valor de la obra inicial»

 

Editors
The Blanck Mass sessions
PLAY IT AGAIN SAM / PIAS, 2019

 

Texto: SARA MORALES.

 

Si creíamos que la aventura electrónica de los Editors había llegado a su cota más alta con sus últimos trabajos, estábamos equivocados. Guardaban un as en la manga, una vuelta de tuerca más a su sonido que, ahora sí que sí, se aleja irremediablemente de sus inicios post punk y rock, para continuar con la vanguardia experimental iniciada en aquel In dream de 2015 y concretada con las piruetas sintéticas del último álbum, Violence (2018). Porque precisamente de este nace el órdago eléctrico que los de Birmingham acaban de lanzar, que trae por nombre The Blanck Mass sessions, y que consiste en una reinterpretación de estas mismas canciones, pero revestidas de un soplo más etéreo, más industrial, más electrónico todavía.

La idea surgió hace dos años cuando, en mitad de la concepción de Violence, la banda invitó al productor Benjamin John Power, conocido como Blanck Mass, para deconstruir las grabaciones que ya empezaban a levantar el disco y crear, a partir de ellas, un universo paralelo con versiones alternativas. Y aunque finalmente el álbum salió al mercado bajo la producción y los retoques de Leo Abrahams, el trabajo de Blanck Mass recobró tal altura artística que hoy ve la luz en forma de disco independiente con edición propia.

«Es una versión muy visceral de nuestro álbum Violence», afirma Tom Smith, alma y voz de Editors. «Le dimos rienda suelta a Ben para que hiciera lo que quisiera; parecía estúpido tratar de inculcarle límites o direcciones, pues todo lo que pone en su mano termina sonando de un modo único y original», continúa diciendo.

Y de esta forma llegan hasta nuestras manos siete adaptaciones de las nueve canciones que componen el disco matriz, siendo las elegidas: «Cold», «Hallelujah (so low)», «Violence», «Darkness at the door», «Nothingness», «Magazine» y «Counting spooks», todas ellas travestidas de efectos, detalles de producción, percusiones más robustas, sintetizadores enredados y unas atmósferas que se distorsionan y relegan el protagonismo crooner de Smith a un segundo plano. Que no corrompen demasiado las composiciones originales, pero sí lo suficiente para apreciar lo aportado y tomarlo como lo que es: un experimento que como anexo curioso no está de más, pero que ratifica sin querer el ecuánime valor de la obra inicial, del Violence primigenio.

Lo que más se agradece del lanzamiento sin duda es «Barricades», el único tema inédito del repertorio, que por aquello de no tener ascendente con el que comparar suena limpio e indemne desde la primera escucha. Las cajas de ritmos y el pálpito robótico que lo envuelve hacen de él el mejor pasaje de todo este invento mecánico; y es que, ya no sabe uno por qué ese empeño en los remakes, si casi nunca convencen.

Anterior crítica de discos: The Smithsonian Folkways Collection, de Pete Seeger.

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