Steel wheels live, de The Rolling Stones

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DISCOS

«Steel wheels live es el documento más certero respecto a este tour, el que aporta una óptica más real»

 

Rolling Stones
Steel wheels live
UNIVERSAL, 2020

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Los Stones oficializan, treinta y un años después, su famoso concierto en Atlantic City. En su día fue emitido en modalidad pay per view (de ahí que estuviera profesionalmente grabado), pero es ahora cuando se recupera y se pone a la venta comercialmente en distintos formatos, siendo el más recomendable el habitual combinado de cedé más deuvedé, aunque aquí vamos a referirnos exclusivamente al audio.

Históricamente, el show tuvo bastante peso, pues puso un triunfal punto final al tramo estadounidense del tour antes de saltar a Japón y Europa. Tras muchos años sin girar, los Stones se habían echado a la carretera nuevamente para presentar el notable Steel wheels (1989). Si su última gira en 1982 había sido en loor de multitudes, este retorno no lo fue menos. Había hambre, tanto por parte del grupo como de sus seguidores. Para el público «generalista» verlos regresar era también una oferta irrechazable.

Lo que encontramos en Steel wheels live es el repertorio que llevaban en esa primera parte de la gira (en Europa hicieron algunos cambios), y sigue la fórmula que aplicarán desde entonces en adelante: unos cuantos temas nuevos y mucho hit. ¿Pero quién puede poner peros? Los shows de estadio tienen unas normas rígidas, la principal es que tienes un público enorme que satisfacer, y la única forma posible de hacerlo es darle los clásicos que desatarán la euforia más primitiva. Así que ahí están “Start me up”, “Miss you”, “Honky tonk women”, “(I can’t get no) Satisfaction” y todas las que te puedes imaginar.

Sin embargo, es cierto que las circunstancias provocaban cierta diferencia. Por aquella época, los Stones sonaban más mecánicos que en sucesivos tours. Un poco más rígidos que en el pasado y en el futuro. Lógico, llevaban mucho tiempo sin tocar juntos, aunque sonaban de lujo. Pero a nivel instrumental había novedades. Habituados a llevar una banda ligeramente ampliada, en esta ocasión tiraron la casa por la ventana y entraron coristas (con los ya viejos conocidos Bernard Fowler y Lisa Fischer), Chuck Leavell al piano (otro que llegó para quedarse y aportar color) y el estupendo Bobby Keys (Dios le tenga en su gloria) frente a toda una sección de vientos. No olvidemos al futuro productor de Jagger en solitario, Matt Clifford, como multinstrumentista, detalle importante que indica hasta qué punto los Stones cuidaron el sonido que presentaban a su multitudinaria audiencia.

Como se trataba del concierto final de una gira exitosa, hubo invitados. Los Guns N’Roses Axl Rose e Izzy Stradlin, que habían abierto para ellos algunas noches, salieron para hacer la mejor “Salt of the Earth” que vas a escuchar jamás (y que ellos mismos escogieron entre las que los Stones les dieron a elegir) y Eric Clapton se incorporó para dos blues: “Little red rooster” y “Boogie chillen” de John Lee Hooker, con su autor uniéndose a la fiesta (descanse en paz también). Los temas nuevos y los que se quedaron sin gira durante los ochenta suenan muy bien. No vamos a descubrir ahora que “Undercover of the night” es un temazo, “Harlem shuffle” una muy buena versión y que “Rock and a hard place” y “Mixed emotions” deberían haber aparecido más en las giras siguientes. La recuperación de “Ruby tuesday” y “2000 light years from home” —del incomprensible Their satanic majesties request (1967) — también fueron unos puntazos.

Lo cierto es que no fue una gira huérfana de documentos. En su día se lanzaron el directo Flashpoint (1991) —que solo recogía catorce canciones, la mitad del espectáculo— y el vídeo en vivo Live at the Max (1991), grabado para ser proyectado en cines Imax y que, al verlo en casa, provoca extrañeza. Tiempo después llegó Live at the Tokyo dome (2012), pero solo digitalmente, por lo que este Steel wheels live es el documento más certero respecto a este tour, el que aporta una óptica más real y el que contiene esa enorme “Salt of the earth”, no se nos olvide.

Anterior crítica de discos: S&M2, de Metallica.

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