Something in the room she moves, de Julia Holter

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DISCOS

«La oscuridad aterciopelada que evoca Holter agudiza los sentidos, por lo que el disco embriaga como su obra más sensual hasta la fecha»

 

Julia Holter
Something in the room she moves
DOMINO / MUSIC AS USUAL, 2024

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Casi seis años después del extenso tour de forcé que fue Aviary, que convertía su pop progresivo en una montaña difícil de escalar pero a la que apetece regresar de vez en cuando, llega un nuevo trabajo de una de las artistas más interesantes de los últimos años. Desde su debut con Tragedy en 2011, la cantante y compositora Julia Holter, afincada en Los Ángeles, ha construido una hermosa obra de vanguardia con trabajos osados y de ensueño, que crean un mundo completamente único en el que el oyente predispuesto puede adentrarse esperando en cada ocasión una aventura singular y única.

Something in the room she moves (título que toma una frase del “Something” de The Beatles para adaptarlo a su manera) resulta ser el disco más nocturno que Julia Holter ha grabado hasta ahora. Así, por ejemplo, en el escurridizo “Evening mood”, los instrumentos de viento y sintetizadores cristalinos sugieren nubes de luciérnagas danzantes. En “Materia”, Holter canta en una hermosa habitación vacía, a oscuras, como si hubiese entrado en la boca de lobo. E incluso en “Sun girl” el sol solo aparece en sus sueños (“Sueño en amarillo dorado”).

La oscuridad aterciopelada que evoca Holter agudiza los sentidos, por lo que el disco embriaga como su obra más sensual hasta la fecha. Los saxofones dibujados rozan tus tímpanos en el cuento de hadas “These morning”. Un piano eléctrico se desliza a través de la sugestiva canción principal, mientras las flautas se estremecen con anticipación. En “Ocean”, unos cálidos sintetizadores nos guían en estado de ingravidez en plena inmersión a profundidades ignotas donde apenas penetra la luz.

Como siempre, las nuevas canciones de Julia están armadas con una paciencia infinita y requieren de la misma atención del oyente. Cuidadosamente van cobrando vida y floreciendo con líneas vocales trazadas sinuosamente, algunos interludios de jazz y silencios bien dispuestos, antes de finalmente marchitarse elegantemente. Sin duda, Holter preferiría que se escuchase con los ojos cerrados, para apreciar todos los matices y detalles. Y así lo hace evidente con un susurro en “Evening mood”: «¿Estoy escuchando? ¿Estoy escuchando con atención?».

Anterior crítica de discos: La serrana, de Karmento.

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