“Singles 1993/2004” de Los Planetas: Historia de un largo desencuentro

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La banda granadina, que pide que se retire la reedición de la famosa caja, ya mostró su disconformidad cuando se planteó la edición original en 20014. Lo cuenta Óscar García Blesa, impulsor de aquel proyecto.

 

 

Texto: ÓSCAR GARCÍA BLESA / EFE EME.

 

 

La reciente reedición lanzada por Sony de la colección “Singles 1993/2004” de Los Planetas, en un formato de lujo numerado y en vinilo, ha provocado la denuncia de la banda, que se ha desvinculado de la caja y ha solicitado su retirada del mercado. Según los granadinos, la discográfica no ha consultado con ellos el lanzamiento y no tiene la calidad necesaria.

El impulsor de la caja original en CD en 2004 fue el colaborador de EFE EME Óscar García Blesa, que narró en su libro “Cintas de cassette, la cara B de la música” (Amazon/Bubok 2012) cómo J puso pegas al proyecto desde el principio. Así lo recuerda Óscar:

 

«A finales de 2004 planteé la posibilidad de editar una caja exclusiva con todos los sencillos y caras B de Los Planetas en cedé. La idea surgió de una colección casi idéntica del grupo R.E.M. que yo tenía en casa desde mis años en Warner, una pequeña y preciosa caja de color azul con todos sus éxitos en sobres de cartón y que sirvió como inspiración en tamaño y formato para la de Los Planetas que diseñaría Javier Aramburu. Todos en Sony pensamos que se trataba de un producto estupendo. Todos menos J. 

Por entonces J seguía manteniendo una relación de permanente beligerancia con las compañías de discos, bien es cierto que más sosegada cuando yo aterricé en RCA y le presenté el proyecto “Singles 1993-2004”, un box set donde se recogían todos los sencillos del grupo publicados hasta la fecha.

Tratándose de un artista tremendamente mitificado, con una sólida y ferviente base de incondicionales seguidores, la idea de ofrecer la colección integral de su carrera en solo 5.000 unidades numeradas en una cuidada edición limitada parecía un objeto deseable. Se trataba de un producto de marketing, una de las primeras cajas de lujo que se editaban por aquí, y donde el apoyo promocional del grupo era secundario, por no decir inexistente. Pese a su indescifrable discrepancia J finalmente aceptó y el proyecto salió adelante. Yo, recién llegado a la compañía, después de vender la idea internamente ni por un segundo se me pasó por la cabeza abortar el lanzamiento de la dichosa cajita. Para J, líder de un imaginario movimiento revolucionario independiente, cometí alta traición. “Singles 1993/2004” supuso la última colaboración entre el grupo y el diseñador Javier Aramburu y es hoy una preciosa pieza objeto de deseo.

Tras sellar un práctico armisticio en 2006, mi periodo de penitencia con J después de nuestro inicial desencuentro había llegado a su fin. Los Planetas tenían perfiladas las maquetas de su siguiente trabajo, “La leyenda del espacio”, una particular exploración en clave de psicodelia rock de su genuina pasión flamenca. Viajé con Carlos Mariño (manager del grupo en ese momento) hasta el Refugio Antiaéreo, el bunker creativo de Los Planetas en Granada. Florent, Banin y J reprodujeron en el estudio las versiones primitivas de los temas que (con ligeros cambios a la postre) se convertirían en los pilares fundamentales del revolucionario álbum. Allí se escondían ‘El canto del bute’, ‘Alegrías del incendio’, ‘Ya no me asomo a la reja’… Los Planetas no permiten injerencia artística alguna, una libertad creativa ganada a pulso a fuerza de ser extremadamente palizas. Lo tomas o lo dejas, y J no tiembla ante la perspectiva de guardar sus canciones en un cajón por tiempo indefinido. En ‘Reunión en la cumbre’, el puntual regalo a su siempre presente y querida industria musical escribía: “Se ha reunido la junta extraordinaria y han decidido que no les haces gracia, otra vez el mismo chiste y que por qué no lo cambias”.

Las maquetas de “La leyenda del espacio” eran lo mejor que Los Planetas había compuesto hasta la fecha. ¿Qué puedes decir después de escuchar el embrión de una obra maestra? Cualquier comentario que hubiera salido de mi boca no habría estado a la altura. Solo se me ocurrió invitarles a cenar. Después de la escucha, Mariño, J y yo salimos del Refugio en El Fargue y bajamos hasta Granada, donde esa noche Muchachito Bombo Inferno ofrecía un concierto con aire de verbena. Al terminar regresamos a casa de J, donde teníamos previsto dormir. Y allí no durmió nadie. J puede llegar a ser extremadamente convincente. Es como un niño grande en permanente estado de recreo, listo y embaucador, un motor diésel de combustión lenta y largo recorrido. Con entusiasmo y al detalle (J casi nunca tiene prisa, una virtud verdaderamente envidiable), hablamos de los orígenes de “La leyenda del espacio”, de Chet Baker y Jesus & Mary Chain, de rock, de cante y de su admirado Morente. Sin rastro de palmas ni quejíos, sin necesidad de guitarras españolas ni aflamencar su voz, J emocionaba y se reinventaba celebrando ser de su tierra sin ambigüedades.

En las oficinas de la extinta BMG la recepción de las nuevas canciones no fue precisamente efusiva. Se trataba de un proyecto rico y valiente, pero muy alejado de las expectativas comerciales. Como responsable del sello RCA defendí lanzar el álbum tal y como Los Planetas lo habían concebido. Cuando “La leyenda del espacio” llegó a las estanterías de los principales puntos de venta, yo ya estaba lejos. Pese a una celebrada acogida por parte de la mayoría de los medios especializados, ese disco no alcanzó ni los escenarios comerciales más pesimistas, aunque para la historia lo verdaderamente relevante es que esa leyenda nunca acabó en un cajón».

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