Seguridad Social: Treinta años y un día

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«Pienso que por fin tenemos un poco más de cultura musical y que la gente tiene claro que una banda puede durar treinta años tranquilamente sin necesidad de estar desfasada»

 

Seguridad Social celebra sus primeros treinta años de andadura con el disco, con invitados, «Por siempre jamás». Buen momento para recordar con José Manuel Casañ la historia de su grupo en esta larga entrevista.

 

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.

 

 

Seguridad Social cumplen tres décadas a pleno rendimiento, repasen fuera de prejuicios su discografía, sus propuestas sonoras y poéticas y sorpréndanse. José Manuel Casañ es uno de esos enlaces necesarios en la música para acercar posturas, para reconciliarse con los grandes éxitos y las grandes pasiones aunque a veces no salgan bien. Salgo a su encuentro para que se explique desde el punk que le alumbró hasta el rock mediterráneo que anda surcando, atracando en el muelle del rock latino e hispano para esclarecer y disfrutar de sus capítulos más importantes, donde podemos encontrar entre el pasaje a buenas influencias y amigos como Los Coyotes, Radio Futura, Bunbury, Carlos Tarque, Peret, Bruno Lomas, Gustavo Santaolalla, Carlos Goñi, Carlos Segarra, Miquel Gil o Javier Ojeda; y nuevos encuentros de alta intensidad como Raúl Pulido o Panóptica Orchestra.

Abres con ‘El viajero’, ¿es tu mejor definición musical y personal?
No solo es la canción que más nos costó hacer, puede ser algo así como ocho años, no a ocho horas diarias pero sí que la vas guardando en el cajón porque ves que no está preparada, porque al final las canciones las abandonas, no las terminas nunca; pero esa me costó mucho abandonarla en ese sentido, en el de que ya está para grabar e incluirla en un disco. Se tuvo que enriquecer con todas las experiencias, por un lado aparece como una especie de poesía, de juego, metiendo todas las preposiciones sin repetir ninguna y en su orden, y por otra parte quería musicarla de una manera que no me salía al principio. Tuvo que pasar mucho tiempo, tuve que tener muchas vivencias y sobre todo conocer Latinoamérica más profundamente para atrevernos también a utilizar ritmos más latinos; y la verdad es que es una canción que nace del rock and roll y dice un poco cuál ha sido nuestra evolución musical también hasta que la hicimos. Habla de una persona inquieta que busca alternativas, que no se conforma y creo que define un poquito como sería nuestro ideal, cómo querríamos ser más que como somos.

Corrígeme si me equivoco, pero la primera vez que aparece la letra de ‘El viajero’ es en «Vino, tabaco y caramelos» (1988) y según cuentas la «abandonas» en «Furia latina» (1993). Cinco años en barrica viajera.
Sale en la contraportada y luego como canción en «Furia latina», efectivamente. Es una canción larga, más de siete minutos, entonces la parte central se fragua cuando tuvimos mucha relación con Radio Futura, tanto con Luis [Auserón] como con Santiago [Auserón], me enseñaron muchas cosas, sobre todo de música latina, a escribir décimas, fórmula que sigue viva en sitios como las Canarias aquí y en América en Puerto Rico, Cuba o la República Dominicana. Y la verdad es que me dio mucho gozo cuando incrustamos una parte central ahí, ya que era viajero y estábamos mirando hacia la música de ida y vuelta. Es una de las canciones más curadas.

«Me gusta la música, la poesía y el teatro. En una banda se podrían plasmar juntas todas las inquietudes». Esta es una declaración tuya al principio del principio de Seguridad Social y que te ha hecho llegar hasta hoy.
Sin duda. Empecé muy jovencito en un coro de estos infantiles con cinco o seis años, pero nada, a nivel de colegio. Y luego, más adelante, me interesó el teatro, pero el teatro musical, en plan muy amateur y muy jovencito también, con catorce o quince años empecé a formar un grupo de teatro. Y la poesía siempre, siempre, incluso antes que la música me había fascinado. Entonces, pensé que esas tres facetas que tanto me gustaban podían estar en mi vida en el mismo momento: estando sobre el escenario. Cuando estás haciendo música sobre el escenario estás cantando, viviendo la canción y transformándola, interpretando con un toque de poesía o intentándolo por lo menos.

Y así llegas al punk. Afirmas en el 1984 que «El punk es la máxima culminación del rock, una puerta abierta a toda la música». ¿Era la mejor entrada que buscabas y necesitabas?
Sí, eso era así porque además era lo mejor para la gente que no teníamos una experiencia musical previa, que hemos sido autodidactas en esto de la música y un poquito en todo. Ten en cuenta que cuando nosotros empezamos no había escuelas de rock ni de música como ahora, entonces si querías cantar tenías que ir al Conservatorio o coger a una profesora de canto que no tenía ni idea de lo que era el rock y menos el punk. La filosofía del punk «de puedes hacerlo si tienes una idea aunque no suene muy bien» me cautivó porque me dije: soy capaz, sé que no voy a sonar extraordinariamente bien pero tampoco quiero hacerlo. El punk era la ventana, a partir de ahí sales a un mundo muy amplio donde hay muchos colores, y si tienes la madurez y la inquietud de seguir aprendiendo pues te vas metiendo por unos terrenos que logran que cada vez lo puedas hacer mejor. En ese sentido, el punk es un punto de partida extraordinario y fue el que me pilló en esa época, quizá en otra podrían haber sido los inicios del rock and roll y te hubiera dicho exactamente lo mismo. El caso es que los momentos que marcaban nuestros inicios fue el punk que venía del 77, y al principio de los ochenta me da la sensación de que no se va a quedar ahí, de que no se puede convertir en una moda, que es una base para empezar a hacer una carrera.

Y el tiempo os ha dado la razón a quienes pensabais así, por decir dos grandes ejemplos clarísimos: Joe Strummer y, en otra medida, David Byrne, con quienes el pasaje de los ritmos afrocaribeños ha sido un vaso comunicante.
Sí, caribeños, mediterráneos, creo que nos ha pasado a muchos, sobre todo a los más autodidactas. Nosotros queríamos seguir un poco la estela de los Clash en ese sentido, porque nos gustaba mucho el punk, pero cuando descubrimos que había una banda como ellos que no solo se conformaban con hacer un rock, digamos, básico, acelerado, si no que se preocupaban por el reggae, se preocupaban por el funk, se preocupaban por otro tipo de músicas que a priori, vamos, nos hubieran metido en una hoguera como herejes del punk o algo así. El punk siempre lo vi así, nunca lo vi como una moda, si no que era una base para empezar. Y a la vista está que no era solo un fenómeno musical, sino un fenómeno literario, de cine, en los diseñadores… Todo el mundo de mi generación o de una generación muy parecida lo cogimos como base, pero sabiendo que no me iba a quedar estancado.

Del anecdotario de Seguridad Social, tienes que hablarme de vuestro paso por el Festival de Benidorm. Es en 1985 y andáis en el devenir punk de los inicios, lo cual está alejado de la idea melódica del festival. Hay abandono forzoso de hotel y un segundo puesto. ¿Cómo fue todo aquello?
Sí, primero fueron Círculo Vicioso, que no recuerdo si eran de Sevilla o Málaga, andaluces seguro. La historia es que cuando nos llamaron nos dijeron: «vamos a cambiar toda la historia del festival». Había llegado un momento, una época, en que los cantantes más líricos o más, llámalos como quieras, estaban atrás; había nuevas bandas, nuevos grupos, nuevos aires, y pensaron: vamos a hacerlo con grupos de pop, de rock. Estaban Alphaville también, Aerolíneas Federales… Realmente se abrió, luego creo que dijeron una y no más Santo Tomás que estos son muy burros y muy animales [risas]. Y sí, tuvimos la hotelitis del momento, nos juntamos con Aurelio Morata, que había estado con Los Rebeldes, e hicimos una pequeña fiesta, pero es que, claro, la gente no estaba acostumbrada a esas fiestas rockeras en el Festival de Benidorm [risas].

En el 1985 se produce el primer cambio importante en la formación: entra Cristobal Perpinyá y sale Santi Serrano que no solo es el guitarrista de Seguridad Social sino que además es amigo, el amigo con el que empiezas tu aventura. Una decisión muy complicada.
Es una cuestión estrictamente musical y de ganas por evolucionar. Realmente, es cierto que todas las bandas se forman porque son unos amigos que lo primero que quieren hacer es divertirse, y que tienen en común que quieren hacer música, que les gusta la música, sobre todo el rock and roll, y al principio éramos eso. Pero cuando ya quieres tomártelo en serio hay elementos y cosas que no es que tengas que sacrificar, es que esto es un tren que va a una velocidad y todo el mundo tiene que ir a la misma velocidad, sino los vagones descarrilan. Entonces metemos a Cristóbal. Hubo un tiempo en que estuvieron los dos pero no había buenas relaciones, siempre hemos sido banda de un solo guitarra, en contadas ocasiones hemos tenido dos, eso nunca me ha gustado; siempre he intentado tener los mínimos instrumentos porque se convierte en un reto enorme a la hora de enfrentarte a otro tipo de ritmos. Llegó un momento en que los dos eran incompatible, entonces aposté por Cristobal porque también vi que no había evolución por parte de Santi, con todo mi cariño y todo mi respeto.

En 1987 aparece «La explosión de los pastelitos de merengue», realizando las mezclas y la postproducción está Joe Dworniak, y en ese año llega también el encuentro con Radio Futura a través de su oficina de contratación. ¿Tenías ya clara la evolución de Seguridad Social hacia otros ritmos en ese momento? ¿Este encuentro acabó de confirmártelo?
La verdad es que es en esos momentos antes de entrar con Miguel Jiménez, que fue un manager extraordinario, mi idea cuando hicimos la primera gira por Francia entre el 87 y el 88 nos damos cuenta, espera, creo que eso es posterior, a ver que piense [risas] a ver que tire del hilo. Con «La explosión de los pastelitos de merengue» ya nos damos cuenta de la importancia de no ser exclusivamente un grupo de «rock anglo», de no imitar a los grupos de anglosajones si no que teníamos una idiosincrasia personal que más adelante, como españoles me refiero, la ampliaríamos más. Habíamos nacido con el punk, Beatles, Elvis Presley, Clash y con muchos otros grupos, pero también con Peret, y ya no solo Peret a nivel de rumba, sino que también nos interesaba mucho la música de ida y vuelta desde Latinoamérica: yo te mando una guitarra en un barco y tú me la devuelves con otro ritmo. Ese punto empezaba a tener inquietud en nosotros gracias también a escuchar a grupos como Radio Futura o Los Coyotes, por ejemplo, que nos dijeron o nos enseñaron que el rock se puede hacer de otra manera. Eso para nosotros fue una revelación. Entonces ya en «La explosión de los pastelitos de merengue» con ‘El tuerto es el rey’ empieza a ir un poquito a ese lado. Además conectamos con Vicente [Sabater] y Miguel Jiménez, que se convierte en nuestro manager, que va a buscarse la vida y sin haber sido nunca manager nos pone en contacto con mucha gente y lucha por nosotros como uno más del grupo.

El rap es un afluente que conjugáis a la perfección en ‘Que te voy a dar’ (1988), con un excelente clip que recibe varios premios, ayuda a que la explosión sea suficientemente grande para que ampliéis público y finalmente fichais por GASA.
Sí, sin duda, ampliamos nuestro horizonte. Nos gustaban mucho las guitarras eléctricas y distorsionadas pero nos gustaba también lo que estaba sucediendo con la evolución de los Beastie Boys, o la explosión de Run DMC, en general con todos los grupos de hip hop de esos años en Estados Unidos. Poco después del primer éxito que tuvo el hip hop con Sugarhill Gang, vienen un poquito más duros y empiezan a meter guitarras eléctricas. Nos decimos que este es un camino nuevo que tenemos que descubrir, al mismo tiempo que estábamos preparando el germen latino. Eso es lo que hay, estamos vivos, estamos en el mundo, estamos escuchando esto y es lo que nos gustaría hacer. Y entonces nos atrevemos a hacer el ‘Que te voy a dar’, mezclamos el punk de nuestros primeros momentos con el hip hop que nos gustaba o el rock que nos había gustado antes, y vamos por ese camino. Con el dinero de la gira de un verano, que no era mucho entonces, hacemos un videoclip con Tono Errando, que es el hermano de Mariscal, y con muchos diseñadores, como Paco Bascuñán, hacemos un grupo de trabajo con muchas ganas porque ya te digo que con ese dinero prácticamente no cobró nadie, había para producción y realización exactamente. Y ese vídeo tuvo por fin una cierta presencia e hizo una cierta presión para acabar fichando por GASA, y no solo con GASA podíamos haber fichado, teníamos a nuestros pies a cualquier compañía que hubiéramos decidido.

¿Vivisteis esa escena contada varias veces de que ofrecían los contratos ya, firma rápido, en el mismo camerino o a pie de escenario? Lo buenos que teníais ventaja.
Recuerdo perfectamente una actuación en el Ya’sta que se juntaron tres o cuatro compañías. El cabrón de Miguel dijo «sí, sí, sí, nos vemos allí» a tres o cuatro compañías que se juntaron mirándose todo el rato entre ellas diciendo «bueno, qué hacéis vosotros aquí cabrones» [risas], fue muy divertido, la verdad.

El dato que tengo dice que fue Santiago Auserón quien os aconsejó fichar por GASA.
Anteriormente a eso, cuando teníamos la maqueta de ‘Que te voy a dar’, antes de hacer el vídeo, fuimos a pasearla a varias compañías que nos dieron calabazas, GASA entre ellas. Y además fue muy curioso, alguien de ahí estuvo hablando conmigo, no te voy a decir quién, y me dijo: «oye, José, que el grupo está bien pero es que este nombre de Seguridad Social… no», yo le contesto: «pues anda que tú con Grabaciones Accidentales, dónde vas» [risas], así con un poquito de coña, que luego ya lo dijimos con cariño pero fue un poco así. Luego ya vino el fichaje cuando vieron el vídeo y que había una cierta repercusión, Radio 3 influyó mucho en eso también.

Aprovecho para decirte que el nombre de GASA suena a venda te pongas como te pongas y al lado de Seguridad Social girando en vuestro primer disco, lo estoy viendo ahora mismo, me parecía una unión fantástica. Puro botiquín.
[Risas] ¿Te puedes creer que no lo había ni pensado?, y mira que han sido años. Y ya luego lo fuerte fue cuando se junto DRO con Grabaciones Accidentales, el resultado era DROGA, SA.

Me ha llamado la atención, no sé qué habrá pasado, pero GASA, ya sea junto a DRO o ya en Warner desde hace años, si no ha sido vuestra compañía de toda la vida sí ha sido la más importante, con la que habéis dado vuestros pasos más trascendentales; y ahora se rompe la relación y editáis con Blanco y Negro.
Y eternamente agradecido, lo que pasa es que como en todas las relaciones llega un momento en que no… Y no porque se haya roto, seguimos teniendo una relación extraordinaria pero creo que necesitamos aire por ambos lados, sobre todo por el nuestro. Con nuestros últimos discos me daba la sensación de que no pasaba absolutamente nada. Y la verdad es que sé que no es culpa de ellos, sino a las circunstancias musicales y económicas de este país, pero me daba la sensación de que teníamos que cambiar un poquito.

Que se rompa el vínculo entre grupos y compañías como GASA y vosotros, que habéis dado momentos irrepetibles juntos, tiene algo de necrológica. Sé que peco de entusiasta pero reiniciar una etapa independiente con la experiencia adquirida estaría bien, porque visto lo visto no queda clara la parte positiva de una estructura multinacional.
Pues la verdad es que sí, pero están las cosas tan raras y como no sabemos hacia dónde van a ir y está todo el mundo tan de capa caída… Lo que me interesa es gente que le pueda ver la cara y tenga ilusión, que sea suicidamente optimista como sigo siéndolo yo. Y por eso hemos elegido Blanco y Negro, porque hemos visto que Félix Buget está ahí con mucha ilusión tirando hacia adelante y, bueno, vamos a ver qué es lo que pasa. Necesitamos juntarnos con gente que sea afín a nosotros en estos momentos.

El factor humano aún es importante. No solo de marketing vive la música.
Sin duda, y en muchas ocasiones o en todas también es preferible ser cabeza de ratón que cola de león. Si estás en una multinacional ahora y no estás entre los diez primeros objetivos te conviertes en una carta de la baraja casi sin valor, que ya tiene que sonar la flauta para ganar la mano. Y ese es el problema, porque siempre hay objetivos antes que tú y tú estás en un catálogo de millones de músicos, estás perdido en ese mar. Una opción era autoeditarlo, pero aún no nos sentíamos preparados para hacerlo, pero bueno, qué duda cabe de que ese va a ser el futuro, no ya para nosotros sino el de todos, creo.

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«Treinta años es una cifra muy redonda que no nos da vértigo en absoluto, más bien al contrario. Ni en nuestros mejores sueños cuando empezamos imaginamos que íbamos a durar treinta años, éramos muy del día a día»

 

Viajamos al 89, en plena evolución de Seguridad Social y afirmas: «Me considero discípulo de Santiago Auserón en lo musical».
A Santiago yo le veo como un hermano mayor. He tenido la fortuna de aprender de él muchísimo pero, claro, desde hace mucho tiempo volamos solos, pero sí que es cierto que mucha influencia la tenemos gracias a gente como Radio Futura, Los Coyotes, El Último de la Fila… Como tantos otros que han hecho algo distinto, algo muy, muy personal y al mismo tiempo sonando a español, no siendo una copia de algo inglés o americano.

Citas a Los Coyotes de nuevo y es justo reconocerles su primer puesto en esto del rock latino, con «Aquí estoy de nuevo» y sus ‘300 kilos’ (1983), y «Mujer y sentimiento» (1985), antes que Radio Futura y «La canción de Juan Perro» (1987).
Siempre los he reivindicado, siempre. Estoy muy influenciado por Víctor, Víctor fue el primer visionario en ese sentido, o sea estoy contento de que lo hayas destacado porque seguro que no solo a nosotros sino a muchísimos otros grupos los ha encaminado, sin duda.

Momento para hablar de los enormes productores con los que contáis, sigue siendo para asombrarse ver en discos como «Introglicerina» (1990) a Andy Wallace, que venía de estar en el ‘Walk this way’ de Aerosmith con Run-DMC entre otras buenas referencias, amén de un currículum a la larga extenso e interesantísimo.
¿Qué te parece? Andy Wallace venía de hacer «Electric» (1987) de The Cult. Estaba en Nueva Jersey y se ve que había tenido un problema con su chica o algo así y como que necesitaba un poquito de aire, es muy difícil sacarle de Estados Unidos. En ese momento le llegó una maqueta nuestra que le enviamos a Andy como a tantos, y la verdad es que la escucha y se enamora de todo el disco, pero sobre todo de un punteo de la maqueta de la canción ‘Perdido’ que hace Cristóbal Perpinyá, le pilla en ese momento sentimental, conecta, y ve que le va a venir de puta madre venirse a España. Acepta. Tuvimos la suerte de que en ese momento no estaba del todo bien el hombre [risas]. Pero es que inmediatamente después lo que hace es el «Nevermind» (1991) de Nirvana. Así es que estuvimos entre The Cult y Nirvana. Buscamos un estudio en Valencia que fuera suficientemente grande para sus cosas, luego hizo las mezclas en Nueva York. Se vino un mes a Valencia, el estudio estaba en la Huerta de la Alboraya, rodeado de campos de chufas, impresionante, muy bonito de verdad. Y el punteo de ‘Perdido’ recuerdo que lo grabamos Cristóbal y yo en AC Estudis, en Valencia, haciendo la maqueta después de haber cenado en el chino de al lado y nos habíamos puesto morados, estábamos en el suelo tirados y él haciendo el punteo, y salió un punteo… Fue una cosa mágica. Cosas que pasan en la música, que son mágicas que luego no te das cuenta hasta más tarde. Esto le cautivó a Wallace. De hecho ese punteo nunca lo pudimos volver a repetir, tuvimos que sacarlo de la maqueta, meterlo y arreglarlo para el disco desde la maqueta.

Después de este dulce momento viene el desencuentro con Cristóbal Perpinyá, Emilio Doceda y Julián Nemesio, toda tu banda.
Desencuentro es la palabra. En aquel momento componiendo yo el 99,9% de las canciones, por ser generoso, las firmábamos todos porque mi idea de banda predominaba, mi idea de amigos que vamos juntos, que estamos en la furgoneta, que somos como una pequeña pandilla de lobos que vamos por ahí, que vamos a los sitios, que venimos, que nos emborrachamos, que nos lo pasamos bien, que ensayamos todos los días. Ensayos todos los días tipo bocata debajo del brazo y al ensayo sí o sí, tuvieras que hacer algo o no, a ver lo que pasaba, ese era nuestro trabajo. Teníamos que ir todos a una y cobrábamos todos lo mismo, repartíamos autores, etc., etc. Pero llega un momento en que yo dije: «bueno ya hemos hecho ‘Introglicerina’, me parece un disco rotundo, enorme, pero yo no quiero hacer dos ‘Introglicerinas’, ni tres, ni estar toda mi vida repitiendo el mismo cliché». Y como estaba tan interesado en las influencias que tenía con la historia un poquito más latina, un poquito más buscar la esencia mediterránea, también que he nacido con la música de Peret y me gusta la rumba, y se lo planteé a los demás.

¿Qué respuesta te encuentras?
Te cuento, estaba trabajando un día con mi padre, aún no podía profesionalizarme y mantenía el trabajo con él en la panadería, y en esas que me iba a acostar porque, claro, eran las once de la mañana, me pongo ahí un poquito y nada, en quince minutos sale ‘Chiquilla’, con esa fusión del punk que teníamos y con la rumba de Peret. Entonces ahí ya se lo planteo a estos que hay que cambiar porque me gusta ese camino, porque no me quiero conformar, y estos no están por la labor, quieren seguir en un punto ahí repitiendo, repitiendo y dije mira… Y se fueron ellos realmente, les dije no os hagáis camarillas contra mí, canallas, que estoy haciendo yo todo, no seáis canallas, no os pongáis en mi contra porque era una democracia donde mandábamos todos, y yo les dije: «señores, vamos a seguir cobrando todos lo mismo pero la dirección musical la voy a coger yo por mis huevos y en eso sí que no cedo ni una». Y estos dijeron pues no, y se fueron. A partir de ahí, cojo a Rafa Villalba, que ya había estado conmigo en un principio, a Alberto Tarín que era amigo suyo y a Jesús Gabladón como bajista, que viene del jazz pero que le reconvertimos un poco también con mucha conexión latina, y viene fantástico para la nueva progresión del grupo.

En un tiempo récord armas nuevamente a Seguridad Social pero con músicos tremendamente versátiles, y por lo que explicas hasta más predispuestos que tú a navegar casi por cualquier agua.
Ese era el objetivo y, claro, necesitaba lo que tú has dicho, músicos versátiles, músicos polivalentes que tocaran muy bien el reggae pero que tocaran muy bien jazz, que tocaran muy bien rock para dar rienda suelta a todas mis fantasías musicales y a todas las mezclas posibles. Y a veces lo hacíamos de una forma dadaísta en los ensayos: metíamos varios ritmos en una bolsa y sacábamos tres o cuatro, y entre esos tres o cuatro sacábamos una canción. Ese tipo de cosas era imposible hacerlas con el grupo anterior.

Y así llega «¡Que no se extinga la llama!» (1991) con la inolvidable rumba punk rockera ‘Chiquilla’. Que tendría capítulos posteriores como ‘Mi rumba tarumba’, ¿es cierto que sale después de pasar una tarde con Peret?
Sí, en la televisión valenciana, que sucede lo que pasa en televisión cuando estás para hacer un programa y tienes que estar tres horas antes. Y estábamos en la misma sala con Peret hablando de lo divino y lo humano, y Peret me explicó toda su carrera, le comenté dudas que tenía, canciones que había hecho, que no había hecho, de dónde vienen, la conexión rumbera entre Colombia y Barcelona, el ventilador. Aquella tarde no la olvidaré en mi vida, e inmediatamente a la semana siguiente estaba ‘Mi rumba tarumba’, que está inspirada en un ídolo de mi infancia como es Peret, con todo su poder y conjugándolo con el rock and roll punk que nos caracteriza.

Cuentas con la producción de otro grande, Vicente Sabater, para «¡Que no se extinga la llama!»
Antes ya estuvo preparando maquetas con nosotros, contactamos con él para «Introglicerina» concretamente.

Es importante la aportación del valiosísimo Miquel Gil, su presencia es importante para trabajar las voces, algo que siempre has cuidado mucho en la producción.
Sin duda, Miquel Gil es un maestro, estoy trabajando con él ahora, vamos a hacer cositas con él, porque quiero dejar sobre todo un documental, no solo de él sino de otros artistas valencianos que están en un momento envidiable, y que no tienen el reconocimiento ni lo tuvieron nunca, por lo menos aquí, en Valencia. En Cataluña y en otros sitios Miquel Gil es Dios. En el momento de grabar «¡Que no se extinga la llama!», Miquel Gil era socio de Vicente Sabater, siempre estaba en el estudio y para nosotros es el fundador de Al Tall, es decir, tiene todo el conocimiento de la música folklórica valenciana, griega, turca, bereber y de todo el Mediterráneo, todo, todo, lo tiene él: es una enciclopedia viviente. Miquel ha sido un elemento muy importante en toda la evolución de la banda porque ha sido mi amigo, y todas las conversaciones que hemos tenido en una comida o lo que sea, vamos, ahora voy con un teléfono antes con un bloc de notas apuntando todo lo que me decía como un analfabeto.

No puedo estar más de acuerdo contigo sobre Miquel. «Furia latina» llega en el ’93, muy poco tiempo después del éxito que cosecháis, y aún así el repertorio es brillante. Escoges a K.C. Porter como productor, a la postre uno de los responsables de discos como «Supernatural» (1999) de Santana. También aparece en los agradecimientos Gustavo Santaolalla, responsable de buena parte del mejor sonido del rock latino. Muchos datos interesantes. Cuéntame.
Fíjate qué curioso, probablemente hay una cosa que quizás no sepas: estuvimos entre Gustavo Santaolalla y KC Porter porque Gustavo es muy amigo nuestro también y estuvo colaborando, estuvimos en su casa. Ahí nos hicimos amigos y estábamos muy atentos a su evolución, pero fue un empeño de Miguel Jiménez el decantarnos por KC Porter, porque a mí me gustaba mucho Gustavo, la verdad es que hubiera podido ser cualquiera de los dos. También tuvo que ver mucho en el tema el manager anterior de Fabulosos Cadillacs, que estuvo por ahí, por en medio, y nos presentó a toda la gente que teníamos que conocer del ambiente latino en Los Ángeles. En Los Ángeles estaba pasando una cosa muy curiosa, y es que lo único que sonaba como algo latino era Julio Iglesias o Luis Miguel, pero había alrededor un montón de grupos de toda latinoamérica: Caifanes, Fabulosos, Maldita Vecindad, etc, que estaban esperando el momento para denominar lo que luego sería el rock latino, etiqueta que sale de mi habitación del hotel con cuatro periodistas mexicanos y con dos colombianos para ver cómo íbamos a poner nombre a este fenómeno: que si rock hispano, que si rock latino… Te lo prometo, no te estoy vacilando, y eso fue así, con un montón de gente y salió el nombre de rock latino. Empezó a sonar en el ámbito que estábamos todos relacionados porque tocábamos en los mismos locales en Los Ángeles, en los mismos sitios y estábamos como a punto para que pasara algo pues esos años fueron tremendos. Estuvimos cuatro o cinco años entre Valencia y Los Ángeles, viajando constantemente porque veíamos que iba a pasar algo enorme.

Y pasó. Tomando a Gustavo Santaolalla como uno de los productores de referencia ya salen Café Tacuba, Bersuit y el mejor Juanes, por ejemplo.
Y Aterciopelados, Fabulosos, gente que son de nuestra generación.

Es decir, la relevancia de Seguridad Social al otro lado del Atlántico fue mayor de la que se percibía, también es verdad que en esos años el nivel aquí estaba muy alto y quizás no se prestara suficiente atención por eso. Porque conseguíais hitos como actuar en el Palladium neoyorquino, mito salsero, en una noche reservada al pop español junto a Héroes del silencio, Jaleo y Azúcar Moreno.
La diferencia en Estados Unidos siempre es superficial, no conozco ningún grupo, bueno, Bunbury lo está intentando y espero que lo consiga, pero cuesta muchísimo trabajo. Evidentemente, dar el paso es prácticamente imposible a no ser que entres en una dinámica tipo Julio Iglesias, que ahora probablemente la tiene Juanes o quizás otro. Desde un grupo de rock es mucho más complicado. De hecho nosotros le debemos mucho a Maná, Maná es un poco más light pero nos permitió a muchos otros grupos que éramos un poco más radicales, dicho entre comillas, entrar en países que hubiera sido imposible porque el rock estaba visto como un poco «ay, qué peligro tienen estos», ya sabes. En cambio el rock latino o el rock en español, sí. En Argentina sacamos discos con compañías de allí y tuvimos cierta presencia, en México un poquito, República Dominicana, en Puerto Rico sonamos muchísimo, estuvimos tocando en Perú, en varios sitios, me consta que ha sonado mucho por la radio porque también hubo una historia de Warner con Wea Latina que apostó mucho por este tipo de grupos. Pero cuando iba a empezar la cosa a cuajar, Wea Latina cambió, vieron que no daba los resultados a la corta que esperaban o que no sabían cómo trabajar este producto, digo producto entre comillas, porque ellos hablan así, y la verdad es que luego volvieron otra vez a hacer «salseros», a imitar a Sony, que es lo que estaba haciendo en ese momento y se ve que sus resultados económicos iban mucho mejor. Entonces, antes de sacar la cabeza ya nos la habían cortado, no solo a nosotros si no a un montón de grupos, sobrevivió Maná, evidentemente, Fabulosos Cadillacs y dos o tres más. La revolución que podía haber sido fue descabezada antes de que saliera.

Los caminos de las multinacionales son insondables, como los del Señor.
[Risas] Sí, sí, así es, un señor se levanta por la mañana y cambia toda la estructura mental de todos.

Si al menos le coincidiera como a Andy Wallace que le emociona un punteo…
Lo bueno de la música es que dos y dos nunca son cuatro. Entonces te llevas sorpresas agradabilísimas porque de repente pasa que has sacado un cuatro con seis cuando tenías dos más dos dos, pero en general es un tres con ocho, tres con siete.

Para el doble directo «Compromiso de amor» (1994) seguís con KC Porter.
Porter es fenomenal y tenía un equipo de trabajo fantástico con el que luego seguimos como Steve Sykes, que era el mezclador. KC Porter estaba muy bien relacionado, era el gringo que hablaba muy bien español, la manera de entrar era muy buena y aparte era un gran profesional, estamos muy contentos de haber trabajado con él. Y en «Compromiso de amor» seguimos con él nuestra estela: buscar nuestra música de ida y vuelta. Pero básicamente, si vamos a Los Ángeles a tocar y ha hacer todo esto, sobre todo los discos, es porque desgraciadamente aquí aún no estaba ese nivel, ahora tenemos muchos profesionales que pueden igualarlo tranquilamente, pero entonces no. Por otro lado, como vivencia personal a la hora de enfrentarte a una canción, como te comentaba con ‘El viajero’, era vital ir a Los Ángeles y mantener un contacto muy directo. Que esto está pasando también ahora, y nos dedicamos a todos los niveles, me refiero a los españoles, a mirar hacia Europa, a ser europeos y nos olvidamos que tenemos una herencia, un idioma y una cultura común con toda Latinoamérica. Y musicalmente, cada cierto tiempo, se rompe ese contacto y parece que seamos incluso enemigos; y culturalmente la música y las letras se han enriquecido del intercambio de ambos porque lo que nos hace diferentes nos hace más grandes, nos hace mejores y eso es buenísimo. Pero claro, hay que estar en los sitios para captar lo que capta un escritor, lo que capta un músico en ese sitio: el ambiente, el aroma, el cielo, la posición planetaria, el karma de la tierra, llámalo como quieras, pero para hacerlo hay que estar en el sitio.

Con «En la boca del volcán» (1997) da la sensación de que recorréis el camino a la inversa, para recuperar los conceptos más netamente rockeros.
Mira, para mí es un disco que quizás podríamos haberlo aprovechado más, pero es un disco de transición absolutamente, y a mí los discos que más me gustan de los grupos que más me gustan son los de transición, cuando estás dejando una época, marchas hacia otra y en el medio hay cosas de ambas. Cuando llegues a un sitio puede ser lo más rotundo y lo más comercial, en el buen sentido, porque conecte más; pero hasta que no vuelve otra etapa de transición no es mi álbum favorito, por decirlo de alguna manera. De vez en cuando, como todos los grupos, llega un momento en que la transición va encaminada a ser simples de nuevo, vamos a volver al principio, vamos a ver desde arriba, vamos a coger la base y vamos a ver hacia donde nos lleva otra vez; sin duda, es un disco de transición en ese sentido.

De hecho, buscáis controlar ese paso y lo producción es vuestra. También contribuye la salida de Alberto Tarín que es sustituido a la guitarra por Arístides Abreu.
Sí, Alberto sale y es que llevamos unos años de giras interminables por todo el mundo, donde nuestro centro de gravedad no se sabe nunca dónde está. Tenemos una casa que es a la que vamos a dejar la ropa, cambiarla para volvernos a ir y nuestro centro de gravedad está en la furgoneta. Es una época difícil de convivencia, de todo. Alberto se cansa y dice «voy a hacer mis cosas en solitario que tengo ganas, esto como que me ata y siempre he tenido esa intención». Y nada, seguimos siendo muy amigos, hemos colaborado mucho, de hecho Arístides hace dos años se rompió la clavícula y vino Tarín e hizo toda la gira. Pero que sí, en treinta años uf, hay grupos que duran seis años como mucho, creo que es la media mundial de los grupos, seis años o algo así. Tiene que pasar de todo, es muy complicado que siempre se mantengan las mismas personas.

Pero resuelves bien estos momentos que imagino tensos. Como sucedió con Perpinyá, Doceda y Nemesio.
Pero con ellos me sigo llevando extraordinariamente bien, con todos, exceptuando una persona de la que no voy a hablar que es posterior a estos, con todos me llevo extraordinariamente bien.

«Camino vertical» (1999) y «Va por ti» (2000) marcan ese viaje que te lleva de nuevo a la base. El primero os acerca al momento de «Vino, tabaco y caramelos» e «Introglicerina» y el segundo es un homenaje a Emilio Baldoví, Bruno Lomas, con quien realizasteis un más que interesante dueto en ‘Todo por el aire’ (1988) y que recuperáis con orgullo y pasión.
Con «Camino vertical» volvemos al inicio rockero, nos apetece hacer una banda de rock simple y sobre esa historia trabajamos. Yo es que, afortunada o desgraciadamente, soy muy transparente, o sea, cuando tú escuchas un disco sabes perfectamente en qué situación emocional o amatoria estoy, sabes si estoy más deprimido o no porque tú ahí me ves y ya me has calado. Mis canciones son básicamente autobiográficas todas. Algunas están más veladas para no ser tan transparente, pero básicamente estoy hablando de mí, en primera, segunda o tercera persona. Ahí se ve, es un época de transición, una época de donde venimos de hacer muchas giras, Rafa Villalba ahí aguanta pero luego ya, o sea, no sé, estamos en un momento en el que tenemos que buscar alternativas porque ya llevamos muchos años en esto, porque ya teníamos ciento y pico o doscientas canciones hechas, y necesitamos buscar alternativas y modos de vida. Vivo en Valencia, me gusta vivir en Valencia pero no vivo en ningún lado, estoy para arriba, estoy para abajo. Hay una cosa que no tiene nada que ver pero que es parecida: cuando Mark Knopfler se separó de Dire Straits y estaba en solitario decía «tuve que plantearme mi vida porque yo tenía una persona que iba a comprarme el periódico, otra que me compraba ropa y dije, me estoy haciendo un gilipollas, ¿no?». No es nuestro caso pero llega un momento en que no tienes un sitio donde digas aquí estoy, voy a poner el ancla aunque luego salga; y eso para la cabeza no es bueno. Así que ese momento es de transición que pueden ser dos o tres años. Luego coincide cuando murió Bruno Lomas, poco tiempo después de colaborar con nosotros, que siempre teníamos intención de homenajearle; se lo explico a Warner y lo ven bien. Y sobre todo porque Bruno Lomas después de ser nuestro Elvis particular la gente no tiene ni puta idea de quién es, que es lo que pasa un poquito aquí en España con él y tantos otros; así que también estaba el reivindicar su figura: señores, aquí en Valencia había un señor en los sesenta y los setenta que era Bruno Lomas y era nuestro Elvis particular y molaba mucho, tal que así.

Desafortunadamente la falta de memoria es muy nuestra, y hay que hacer más por homenajear con frecuencia y justamente, sino corremos el riesgo de pensar que solo existió como rockero fundacional Miguel Ríos, que por supuesto hay que rendirle honores siempre, pero no fue el único. En España, al final, parece que siempre hay un hombre que lo hace todo, solo uno.
Claro, Bruno Lomas es alguien cercano al que quiero reivindicar pero, ojo, a Miguel lo quiero y lo admiro.

En «Camino vertical» Miguel Jiménez ya no aparece como manager de la banda. Un hecho importante, sin duda, ¿cómo resolviste esta?
Al principio fue muy tensa, ahora ya somos amigos de nuevo aunque con distancia, pero es lo que estábamos comentando antes, el no tener una referencia, estar continuamente por ahí, el éxito, todas esas cosas a veces separa a las personas más que las junta; de hecho hay un tópico que dice que el sufrimiento y las dificultades aúna a los grupos y cuando llega el éxito los separa ¿no?, pues es un poco así también. Y llega un momento en que queremos cosas diferentes, sin duda, él quiere llevar una dirección y yo quiero llevar otra. Hay unos choques y decidimos dejar de trabajar juntos, y ya está.

Tomas aire y en el 2003 te embarcas hacia «Otros mares», un disco que recoge las nuevas mezclas que Seguridad Social propone, no es casualidad que vuelvas a trabajar con Vicente Sabater y Miquel Gil. Un renacer muy mediterráneo y muy acertado. En la cruz de esta moneda se halla que no tuviera la repercusión que merecía.
Me dolió que no tuviera tanta repercusión como otros, te debo ser sincero, porque fue un disco con las ideas muy claras, sabía perfectamente hacia dónde ir, como en casi todos, pero en este concretamente me dije: nos falta mirarnos un poquito en el ombligo. Si bien en otros discos anteriores todos los ritmos que habíamos hecho era por los viajes exteriores, sobre todo hacia América, este es un poco mirarnos el ombligo: somos mediterráneos. Creo que podemos ir a la búsqueda de este rock, el rock es un lenguaje universal donde la guitarra, la batería, el bajo está ya formalizado y algunas melodías, pero podemos utilizar temática e instrumentos del folklore mediterráneo también, y contar con todos los sabios como Miquel Gil, como la gente de L’Ham de Foc, Xevi López. Les decimos «enseñadnos esto un poquito»; venimos del rock pero lo que queremos es un poquito por este camino sin llegar a un folk rock, pero sí que sea muy del Mediterráneo, muy nuestro, muy de las «gambetas» que nos comemos en Dénia, muy del pescadito frito, de todo esto, que lo somos. Y fuimos en esa dirección y seguimos ahí, mi intención era hacer una trilogía como mínimo pero falta el tercero, porque luego hice «Puerto escondido» (2005), y el otro lo haré más adelante porque aún no estoy preparado para hacerlo.

Avanzando en el milenio, ¿crees que pudo perjudicar a Seguridad Social abusar de recopilatorios¿: en el 2002 sale «Grandes éxitos. Gracias por las molestias», en 2007 «25 años de rock and rol» y en el 2009 «Clásico del futuro», aunque este último era una combinación con versiones y revisiones. Entiendo que sería una estrategia conjunta con la compañía.
No lo sé, podría ser, en esos momentos creímos que era lo necesario y a lo mejor nos equivocamos, pero no tengo ni idea.

Con la perspectiva adecuada, volver a vender lo que ya se vendió, y que en las radios no deje de sonar lo que ya sonó, crea una sensación monótona que hubiera podido perjudicaros al igual que a tantos otros. Sigue pasando con infinitas recopilaciones, antologías, remasterizaciones, reediciones, compilaciones…
Podría ser, no me lo había planteado nunca, es probable que eso haya influido. De todas maneras, este año vamos a terminar con más de cincuenta actuaciones, que eso no creo que haya ningún grupo en España que las tenga.

Te iba a preguntar por los conciertos, creo que eres uno de los pocos, casi al único que podría preguntarle por una gira tal y como la podemos conservar en la memoria.
Ahí hay una dicotomía, me gusta por un lado que la gente piense en nosotros cuando quiere hacer un concierto y pasárselo bien, y eso es fantástico; pero sí que es cierto que tanto la crítica como los medios no nos ha favorecido extraordinariamente, por decírtelo de alguna manera. Pero la gente que viene a los conciertos sí, incluso mucha gente nos dice «¡pero dónde estabais!». ¿Dónde estamos?, si estamos tocando todos los días, puedes venir y vernos. Mucha gente se reengancha otra vez al vernos porque dice «¡qué cabrones!, si tenéis la misma energía que al principio, cómo lo hacéis». Si que es probable que haya tenido que ver algo tirar del fondo de catálogo como tu dices, no sé, es posible.

«El mundo al día en 80 vueltas» (2011) llega en un momento muy creativo para recuperar el pulso, hay cuerda para rato nuevamente y aparece producido por Rafa Villalba y Dani Rayos.
Cogemos con mucha ilusión ese disco, Rafa Villalba vuelve otra vez a los mandos de la batería y eso influye muchísimo, se convierte en productor también junto a Dani Rayos, y la verdad es que me insufla un aire nuevo pero basado en todas las experiencias que habíamos tenido. Me da la sensación también de que estamos en un periodo de cambio importante, pero que estamos haciendo cancionacas, esa es la sensación que me da.

Y así llegamos a «… Por siempre jamás» para celebrar la treintena. Repiten Villalba y Rayos a la producción y es muy llamativo el latido acústico que hay. Pero, ¿cómo encaraste la nómina de invitados, surgió de forma espontánea o fue muy meditado?
Fue muy meditado, y había otros más que en un principio me dijeron que venían y luego por diferentes causas no vinieron, pero sí tenía claro que todos los que son, están. Estamos en un tiempo en el que habíamos dejado de hacer acústicos porque nos divertíamos mucho con los eléctricos y teníamos bastantes, los acústicos eran para alguna presentación, algo esporádico. Por diversas razones volvemos a utilizar formatos acústicos, entre ellas para cubrir los auditorios o las salas más pequeñas. Y vimos claramente que podíamos hacer para nuestro treinta aniversario lo que hacemos los cumpleaños en mi casa normalmente, que es juntarnos unos amigos y al tercer gin tonic decimos: Rafa coge el cajón, venga va, coge tú la guitarra española, y estamos ahí cantando hasta altas horas de la madrugada. Así que nos planteamos hacerlo un poco más íntimo, que nos va a valer para que sea algo diferente, porque jamás hemos hecho un «unplugged» o un básico al uso, y al mismo tiempo vamos a hacerlo con amigos que tampoco lo hemos hecho nunca.

Treinta años es una cifra muy redonda que no nos da vértigo en absoluto, más bien al contrario. Ni en nuestros mejores sueños cuando empezamos imaginamos que íbamos a durar treinta años, éramos muy del día a día. Y tampoco queremos entrar en la nostalgia, aunque sí que es cierto que el tiempo transcurrido hace que eches la vista atrás. Entonces, cogemos unas canciones, les damos la vuelta, las hacemos mucho más acústicas, y buscamos un auditorio. Intentamos hacerlo en Valencia, pero fue absolutamente imposible, menos mal que entendió bien la Diputación de Alicante el proyecto y se involucró totalmente, y la verdad es que gracias a ellos pudimos ir hacia delante porque sino lo hubiéramos hecho pero de una manera más pequeñita.

En cuanto a los invitados, todos han escogido sus canciones; yo tenía claro que quería que Raimundo Amador hiciera un punteo conmigo y cuando hablé con Bunbury y le pregunté cuál quería hacer coincidía con la de Raimundo que es ‘Chiquilla’, y le dije: pues de puta madre, la hacemos los tres. Carlos Tarque, ‘No verte más’; Javier Ojeda, pues lo mismo con ‘Solo tú (eres mi pasión)’; Carlos Segarra, pide  ‘Acción’; Carlos Goñi, ‘La camisa de once varas’… Fue muy natural, y además esto era más complicado de lo que parecía porque en directo es mucho más complicado juntar las agendas; el único que no pudo por razones obvias, porque estaba presentando su disco y porque no vive aquí es Bunbury, que lo hizo desde Los Ángeles, nos mandó la grabación y el vídeo también para montar el clip, y lo hicimos. Carlos Goñi se rompió el codo y tuvimos que grabarlo en su casa, que tiene un estudio extraordinario también. Grupos como los argentinos Estelares que me encantan, también nos enviaron su parte. Y a Panóptica Orchestra, que nos parece muy curioso lo que están haciendo, les pedimos una versión de ‘Mi rumba tarumba’ y les dijimos «hala, hacer lo que queráis con ella» y fue muy divertido.

De los invitados más esperados, compañeros de la verdadera década prodigiosa musical en España que fueron los ochenta: Carlos Goñi, Javier Ojeda, Bunbury, Sole Giménez, Carlos Segarra… ¿Fue tan buena como se cuenta?
Es que aún sigue tan vigente o más que cuando empezamos, sobre todo me refiero a algo que has dicho antes. Ahora estamos en un momento en que la gente lo va a reivindicar porque va a ver que es de verdad. Sé que las cosas están muy mal, pero siempre he pensado que no se está haciendo la justicia que se merecen determinados grupos y artistas, no solo por la historia, sino por lo que siguen haciendo. Que es debido a la idiosincrasia que tenemos en este país, a como somos en este país, somos así, no lo podemos evitar, nos encanta elevar a los cielos a alguien para luego dejarlo caer y si te he visto no me acuerdo. Pero si tienes el suficiente coraje y aguantas, no solo en la música, pasa en la literatura, en el cine, en todos lados, vuelves a la gente otra vez y oyes «anda, ¿y estos?», y vuelves a entrar en un ciclo que si estás preparado y te pilla bien, lo vuelves a coger con mucha fuerza. Ahora estamos adocenados con la mayoría de la música que hay aquí, que estamos escuchando en la radio, todas suenan iguales, el mismo bailecito, la misma historia, canciones insulsas sin nada de poesía y todos se están copiando entre sí. Yo auguro, estoy convencido de que va a ser así, cuando alguien tenga suficiente coraje como para dar un paso adelante, te estoy hablando de gente de las radios y también de la prensa musical, por qué no, para empezar a escribir de verdad, y sobre todo las radios a la hora de crear una radiofórmula no solo con las canciones antiguas de los grupos que han tenido éxitos sino con lo nuevo, te aseguro que funcionará, porque además es el «target» perfecto. Te estoy hablando de gente de treinta hasta cincuenta años, y al que lo haga, todos los demás le van a copiar otra vez, te lo digo sinceramente. Mientras tanto estamos en un limbo donde seguimos actuando y haciendo cosas, pero pienso que por fin tenemos un poco más de cultura musical y que la gente tiene claro que una banda puede durar treinta años tranquilamente sin necesidad de estar desfasada.

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