Sed de viaje, de Daniel Cros

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DISCOS

«Un disco con esa mezcla tan fascinante, cuando se logra, de base eléctrica con armonías que parten de tradiciones acústicas»

 

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Daniel Cros
Sed de viaje
ROSAZUL, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Que a Daniel Cros le gusta viajar es algo evidente. Lo proclama el título de su último disco, lo desarrolla la letra de alguna de las canciones y lo lleva a la práctica desgranando melodías aquí y allá que no son las estrictamente propias del pop. Así, consigue un disco con esa mezcla tan fascinante, cuando se logra, de base eléctrica con armonías que parten de tradiciones acústicas. La canción que lo expone a las claras es la que da título al conjunto, una declaración de principios y un manifiesto en defensa del viaje que tiene algo de irlandés en el violín que acompaña el recorrido.

Antes han aparecido otras dos claves. En “Andar” defiende justamente eso: el músico baja a la calle y observa —viajar es, fundamentalmente, ver—; situaciones costumbristas y acústicas. Y “La ventana indiscreta” da otra clave: la asunción de lo latino y otros géneros como mecanismo para ampliar la nación pop. Lástima de ripios que no por buscados resultan menos chirriantes. Solo tres canciones y ya metidos totalmente en harina.

Lo extraño es que Daniel Cros viene del guitarreo más eléctrico. Pasó por los primeros Brighton 64 y continuó con Pablo Jiménez —bajista poco conocido, pero referente indudable en el pop barcelonés— en diversos grupos, para reconvertirse en cantautor al comenzar estudios de música e interesarse por el Caribe. Con escasa difusión en principio, ha ido asentándose y marcando un estilo muy propio que en este disco expone con un aire muy veraniego y ligero. Lo tiene, por ejemplo, “El día menos pensado”, con su poquito de blues, su poquito de swing y su poquito de Beatles.

Su interés por Cuba y México hace que meta dos bolerazos. “La rueda de la fortuna” parece totalmente de Los Panchos e “Incluso esto pasará” está hecha sobre recuerdos, salpicada por vientos y un solo estremecedor. Y lo latino también se resuelve en afro rumba, la seducción de una francesita en “Ça va?”, muy divertida, que está dotada de una pasmosa levedad. “La vie en bleu” ya está cantada directamente en francés, como si de un chansonnier olvidado se tratara.

Maneras de cantautor estricto posee “Empezó a nevar”, una cita a ciegas desde un chat al que la sierra da un tono muy andino. Allí, frente a los Andes precisamente, se grabó el videoclip. Un noveno disco en el que sigue parámetros anteriores y que se ha ido distribuyendo canción a canción durante unos meses, pero que solo tiene sentido y coherencia si lo encontramos agrupado.

Anterior crítica de discos: Varshons II, de The Lemonheads.

 

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