“Roxy Music”, un debut condenadamente adictivo

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“Es un trabajo experimental y condenadamente adictivo, una rareza de otro tiempo, un disco imprescindible de la cabeza a los pies”

 

En 1972, Roxy Music se lanzaban al mercado discográfico con un disco homónimo experimental que dejó poso. Un disco que ahora reedita Universal en formato de lujo. Óscar García Blesa mira al pasado para recordar el valor de las canciones originales del disco.

 

Texto: ÓSCAR GARCÍA BLESA.

 

El mundo del rock andaba desbocado en 1972. The Rolling Stones heredaban la corona de grupo más enorme del planeta una vez que sus más serios rivales habían partido peras y desmontado su grupo solo un par de años antes. Con The Beatles, Jagger y compañía fuera de circulación tenían vía libre para articular sin presiones su particular conquista del universo pop. Entonces Led Zeppelin despachaban un rock pesado incontestable, Pink Floyd orbitaban en un espacio sideral muy muy lejano y el glam representado en la figura de David Bowie levantaba una creciente admiración, especialmente en Europa. Por eso, el aterrizaje inesperado de Roxy Music con esta inclasificable colección de canciones supuso un bofetón de espabile y un cambio de pie a la década de los setenta. Roxy Music era un grupo cool, elegante, finísimo… rara avis en un ecosistema greñudo. Y salieron triunfantes armados con unas canciones que se celebran ahora en una edición homenaje a cargo de Universal.

Son muchos los que colocan a Roxy Music en el mismo centro de sus referencias fundamentales. Desde Sex Pistols a Coldplay, no hay universos más dispares y al mismo tiempo genuinos. Bryan Ferry y Brian Eno son capaces de poner de acuerdo a las parejas de baile más inverosímiles.

 

 

La música de Roxy Music condensaba en su trabajo la tradición de sonidos clásicos y un inconfundible sello de arte contemporáneo. Para entendernos, en su debut mostraron ser los más modernos de la clase, unos chicos listos que grabaron un disco inesperado.

Atrapados entre los sonidos de guitarras heroicos y la nueva hornada de discos sintéticos que abundarían en los siguientes cursos, no se parecían a nada y cogían prestado de todo. Vestían bien, apasionados con la moda, les gustaba el cine, y jugaban a grupo bicéfalo, con Bryan Ferry aportando elementos más tradicionales y Eno el ruidismo y la improvisación. Dicho de otro modo, Ferry disfrutaba con Lennon y McCartney y el soul cavernario, mientras Eno se decantaba por Lou Reed y la Velvet Underground.

 

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Las canciones
Roxy Music combinó en su debut las ideas de música experimental de la mano de Eno con la elegancia de los sonidos de salón y trajes de Hermés que abrazaba Ferry. En un mismo disco, ‘2HB’ (‘To Humphrey Bogart’) ofrecía un viaje a la edad de oro de Hollywood y ‘Ladytron’ presentaba a una banda cercana al ciber rock, una canción que a buen seguro no le suena lejana a Radiohead y resto de bandas legítimamente modernas.

 

 

Todas las composiciones funcionan como si se tratara de un álbum conceptual, una canción larga, un trabajo narrado de manera compacta. Cada corte esconde tres, cuatro y hasta cinco pequeñas canciones dentro del mismo título. Se trata de música moderna experimental, lo que sería música indie antes de que lo indie ni siquiera existiera. Y es que, ¿no fue eso de música indie una etiqueta siempre tramposa?

Este debut tiene más de 45 años, pero podría ser un disco grabado en 2007. Suena contemporáneo, fresco y moderno. Sí, eso de moderno ya de por si debería manejarse como algo añejo, pero no es el caso. ‘Virginia plain’, ‘Remake/remodel’, ‘The Bob (Medley)’, ‘Bitters end’, ‘If there is something’ son piezas que dan forma a un disco monumental. Es un trabajo experimental y condenadamente adictivo, una rareza de otro tiempo, un disco imprescindible de la cabeza a los pies. Cualquier aprendiz de “molón” debería echar un vistazo a estas canciones y tener muy claro que nadie mola más que Bryan Ferry. Él llegó primero, el más moderno de la clase en 1972 y 2018. Bryan Ferry mola mazo. Vivan los modernos.

 

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