Reacciones psicóticas y mierda de carburador, de Lester Bangs

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LIBROS

«Una visión del rock particular y firme: el rock ha de ser explosión, lujuria y sentido del humor»

 

 

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Lester Bangs
Reacciones psicóticas y mierda de carburador
LIBROS DEL KULTRUM

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Publicada inicialmente en 1987, aparece ahora en castellano una de las obras que de forma más preclara, cercana y visionaria enfoca el mundo del rock. Treinta años estuvimos sin este análisis a la vez hecho con desmesura y con escalpelo, que ilumina el recorrido de la música popular desde finales de los 60 hasta 1981; al año siguiente Bangs muere de un proceso gripal, complicado por tomar demasiado jarabe. Había sido antes crítico para Rolling Stone, se fue a vivir a Detroit donde editó la revista Creem y acabó en Nueva York, donde no salía del CBGB al mismo tiempo que escribía para Village Voice y otros periódicos. Su compañero Greil Marcus se impuso la tarea de dar una visión certera de Bangs y en ese 87 que mencionamos recopiló una selección de sus artículos y notas no publicadas que sirven para dar una idea de la personalidad del desbocado crítico y del rock de los 70.

Una visión fascinante. En primer lugar, vive los fenómenos de primera mano y los describe con exaltación para lo bueno y para lo malo. Se mete con los músicos en sus camerinos, furgonetas y habitaciones de hotel, bromea con ellos, se pelea, lo explica después con la pasión del luchador por una causa. Es vitriolo puro; de hecho, lo despiden de Rolling Stone por su falta de respeto hacia los músicos. Y sobre todo lanza sus dardos hacia la música artificiosa y falsa, aquella que embauca al oyente en orfebrerías y academicismos, y apuesta por una música llena de ruido emocional y franqueza en los sentimientos.

Tomemos como ejemplo a los Stooges. Es 1970. Primero los destroza tomando como argumento su banalidad —el mismo que corría entre el público más «selecto»— para después poder defenderlos con contraargumentos, con los cuales ataca a todos los establecidos, de los Rolling Stones a George Harrison. Y es que Lester Bangs está suspirando ese año porque en la música popular haya ruido, ruido primitivo y seco, ruido mayúsculo. Es decir, está suspirando en 1970 porque aparezca ya el punk.

La selección es variada. Hay artículos que son meros esbozos y reseñas típicas y los hay demorados o ensayísticos, como el esmerado y clarividente análisis sobre Astral Weeks. Hay fijaciones positivas como los Troogs o la escena de Detroit, y negativas como Dylan, Elton John o Bowie —excepto Station to station—, sobre los que vuelca bilis negra. Hay revelaciones que dan cuenta de su locura, como subir al escenario con la J. Geils Band y «tocar» su máquina de escribir o la gira que comparte con The Clash. Hay una visión del futuro impecable en la que avisa de que todo serán reelaboraciones del pasado o de que —al descubrir a Kraftwerk— el futuro es la cibernética.

Hay, en definitiva, una visión del rock particular y firme: el rock ha de ser explosión, lujuria y sentido del humor. Quienes lo crean y quieran indagar sobre cómo fueron los años 70, que no se cojan un tomo de historia de la música, que cojan los artículos de Lester Bangs. Él lo explicó mejor que nadie. Ejemplo preclaro, en 1975 viaja a Inglaterra, se encuentra con el pub rock y no le gusta nada; en 1977 vuelve y el panorama ha cambiado, se encuentra con el punk y vuelve a ser divertido comprar discos.

Anterior crítica de libros: Feliz final, de Isaac Rosa.

 

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