Punto de Partida: Sergio Sanguino (Emilia, Pardo y Bazán) y Extremoduro

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«Fue mi «punto de partida» en esa búsqueda de la imagen a través de la palabra»

 

Hoy mismo ve la luz La fiesta que me prometiste (Lunar Discos, 2024), el segundo elepé de Emilia, Pardo y Bazán, producido por Carlos Hernández. Un disco esperado por el público y la crítica desde que saltaran a la palestra hace tres años con su debut, El mal de la juventud, dejando el listón muy alto al evidenciar las artes letristas y compositivas de esa nueva forma de comprender el pop que traían entre manos. Sin embargo, hoy Sergio Sanguino, letrista y cantante del grupo talaverano, viene a hablarnos de otro disco, uno de los que más le ha marcado; y ese no es otro que ¿Dónde están mis amigos?, de Extremoduro. Él mismo nos lo cuenta.

 

Extremoduro
¿Dónde están mis amigos?
DRO, 1993

 

Texto: SERGIO SANGUINO / EFE EME.

 

Sergio Sanguino, letrista y cantante de Emilia, Pardo y Bazán, viaja al pasado para rescatar la historia de cómo llegó hasta ¿Dónde están mis amigos?, el cuarto álbum de estudio de Extremoduro y uno de los que más me la marcado: «La historia varía según quien la cuente, pero siempre que se desarrolla el relato produce una mezcla de nostalgia y vergüenza, dos de las emociones más tóxicas de nuestro tiempo.

Un grupo de imberbes, empujados por un deseo brutal de escuchar canciones transgresoras y poseídos por una taquicardia propia de un primer beso, nos reunimos en la puerta de Simago (unos pequeños almacenes donde vendían casi de todo), con la firme intención de adquirir una casete de Extremoduro sin entregar dinero al hacer el intercambio mercantil.

El intento, digo el intento porque, al tratar de salir del establecimiento con la casete, una voz —entre el enojo y la desidia— musitó un triste: «¿Dónde vais?». Acto seguido nos obligaron a vaciarnos los bolsillos. El robo no llegó a consumarse.

Fue entonces cuando acordamos reunir dinero entre todos para comprar la casete. Nadie contaba con ahorros, así que, en muchos de los casos, la única manera de reunir la suma necesaria fue abrir con furtiva maestría el monedero de nuestras madres y extraer —con un triste pero triunfal sentimiento matricida— la calderilla.

Curiosamente la frustración del latrocinio a una gran empresa nos encaminó a dirigir el latrocinio hacia nuestros tutores. Paradojas del tardocapitalismo».

Cuando Sergio hace la valoración del disco en sí mismo, entre la magna obra de Extremoduro, confiesa: «No es mi disco favorito, ni siquiera es mi disco favorito de Extremoduro; aún así lo escucho a menudo y me devuelve a un tiempo emocionante y amable. Mi canción favorita es «No me calientes que me hundo», que comienza con los versos: «Ella era una flor del mar / Yo un delfín tras un velero / De esta noche no paso / Se ha hundido otro petrolero”. Probablemente fue la primera canción de amor que escuché y no me resultó una cursilada fuerte».

«No sé si me ha influido a la hora de hacer canciones, es muy difícil aproximarse a Robe Iniesta sin que suene a copia, pero si fue el «punto de partida» en esa búsqueda de la imagen a través de la palabra».

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