Punto de Partida: Carlos H. Vázquez y Gabinete Caligari

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«Suena a mi niñez en diferido. No sé por qué, pero me trae recuerdos de las series Farmacia de guardia y Los ladrones van a la oficina, además de la lluvia y de lo inocente que era todo antes de que llegaran años de desconcierto»

 

El periodista Carlos H. Vázquez, especialista en el género de la entrevista, se sitúa pocas veces al otro lado, al lado del que responde. Hoy, sin embargo, se presta a ello para hablarnos del disco que le cambió la vida, el que le condujo a descubrir la importancia que la música iba a tener para él el resto de su vida. Autor de libros con Efe Eme como Jorge Martínez, conversaciones ilegales y el reciente Que me parta un rayo. La mirada eléctrica de Christina Rosenvinge, Carlos, que también ha trabajado como guionista en varios documentales de rock, siempre ha mostrado su predilección por Gabinete Caligari. Lo dejó claro en su entrevista a Jaime Urrutia en el número 30 de nuestros Cuadernos Efe Eme y se vuelve a reafirmar escogiendo uno de sus discos como ese fundamental de su estantería vital y profesional.

 

Gabinete Caligari
Camino Soria
EMI, 1987

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ/ EFE EME.

 

De entre todos los discos que le han marcado a lo largo de su existencia, le hemos hecho elegir solo uno. Y él, Carlos H. Vázquez, parece tenerlo muy claro: «Me cambió la vida Camino Soria, de Gabinete Caligari. Tenía cerca de quince años cuando escuché por primera vez “La fuerza de la costumbre”, en un cedé que alguien (ahora no recuerdo quién) me había prestado y donde venían, entre otras, “Cuatro rosas”, con la cual intenté aprender a bailar (con catastrófico resultado). El caso es que “La fuerza de la costumbre” hizo que me interesara por la colección de temas que atesoraba el elepé Camino Soria, tan blanco y tan inmaculado… Tiré del hilo y llegué hasta “Tócala, Uli”, “Pecados más dulces que un zapato de raso” (con letra de Eduardo Haro Ibars), “La sangre de tu tristeza”, “Como un pez” o la propia “Camino Soria”, histórica pieza de nuestro pop rock patrio que mi padre odiaba. Tanto, que cuando sonaba en la radio cambiaba el dial. Me hice con el vinilo unos años después, con mis ahorros, en La Metralleta (Madrid), cuando tuve la mayoría de edad y me pasaba los viernes por la tarde dejándome la pasta en discos. Por la época, diría que me costó menos de diez euros. La Metralleta sigue siendo un refugio subterráneo en el que paso los ratos muertos. En realidad, hay días en los que recorro la calle Costanilla de los Ángeles, hasta la Plaza de las Descalzas, con una tote bag al hombro cargada de discos que he comprado tanto en La Metralleta como en Discos Bangladesh, referencias capitalinas en lo que a tiendas de discos se refiere».

Sin embargo, confiesa Carlos, que este no fue el primer elepé que tuvo entre las manos: «Heredé de mis padres algunos discos de Bruce Springsteen, Queen, Bee Gees, Genesis, Phil Collins, Dire Straits, Camarón de la Isla… A los que sumé los que iba comprándome de The Doors, Michael Jackson, The Beatles… Es más: el primer elepé de Gabinete Caligari que tuve fue Privado (EMI, 1989)».

Así fue como llegó hasta Camino Soria, el cuarto álbum de estudio de Gabinete: «Fue principalmente a través de un cedé que me dejaron, aunque ya conocía la obra y milagros de Jaime Urrutia, sobre todo, y de Edi Clavo y Ferni Presas. Gracias al libro Gabinete Caligari. El lado más chulo de la movida (Temas de Hoy, 2004), de mi querido Jesús Rodríguez Lenin, pude conocer mucho más, no solo de Camino Soria, sino de Gabinete Caligari. Devoré el volumen de una sentada a lo largo de una mañana de resaca en Zaragoza, en casa de un buen amigo maño llamado Miguel. Igual me pasó con el estupendo libro de Edi Clavo, titulado Camino Soria (Contra, 2018), que abordaba de cabo a rabo la historia (y su contexto) de este disco».

¿Y por qué este álbum, Carlos? Le preguntamos ¿Qué tiene de especial para ti? Él vuelve a contestar rotundo: «Suena a mi niñez (nací en el 86) en diferido. Cuando lo escuché entero, de adolescente, me acordaba de la música que oía de refilón siendo un infante, normalmente canciones ochenteras que compartían producciones similares: “Como un pez”, “La fuerza de la costumbre” o “La sangre de tu tristeza”. No sé por qué, pero Camino Soria me trae recuerdos de las series Farmacia de guardia y Los ladrones van a la oficina, además de la lluvia y de lo inocente que era todo antes de que llegaran años de desconcierto, mucho calor y secarrales mesetarios que hoy tanto desprecio. De hecho, lo único que me une al terruño en la actualidad es Camino Soria. Quizá sea cosa de la nostalgia…»

Como periodista especializado en música, también es interesante conocer su opinión objetiva —la subjetiva ya la ha dejado clara—sobre este disco. ¿Es el mejor de toda la herencia de Gabinete Caligari?. «La respuesta corta es: sí. La respuesta larga es: depende del día. Normalmente pienso que sí, que Camino Soria es el mejor disco de Gabinete, pero luego me acuerdo de Que Dios reparta suerte (Tres Cipreses, 1983), Cuatro rosas (Tres Cipreses, 1984), Cien mil vueltas (EMI, 1991) o el ya mencionado Privado, y empiezo a tener dudas».

Pero, a pesar de esta indecisión, lo cierto es que ha sido su elegido y, además, asegura que «sigo escuchando Camino Soria. Cuando empecé a ejercer de periodista y fui a entrevistar a Jaime Urrutia por primera vez, en mis auriculares sonaba Camino Soria, tradición que mantengo todavía cada vez que me veo con él en Manuel Becerra, donde hoy resido feliz, cerca de la música que convirtió a este ser humano que escribe en una persona más o menos respetable».

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