Polar: Reunión en la cumbre

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«Nuestra idea era hacer algo más crudo, dar un golpe en la mesa, luchar contra nuestros propios límites, disfrutar de algo que siempre nos ha apasionado: la distorsión, la electricidad»

Tras el recopilatorio «Feedback», el cuarteto valenciano publica el sobresaliente «Fireflies in the alley», un disco producido por Paco Loco que marca la cima de su ya larga trayectoria.


Texto: EDUARDO GUILLOT.
Fotos: VANESSA PRADO.


Cualquier grupo que lleve más de diez años en funcionamiento corre el riesgo de caer en una dinámica negativa. No tiene nada que ver con alcanzar el éxito, sino con el peligro que supone convertir en rutina un trabajo que debería ser fruto del placer y la necesidad creativa. Los valencianos Polar editaron su primer EP en 1997, y más de uno debió pensar que «Feedback», el álbum de versiones que publicaron en 2008, marcaba un punto de inflexión en su trayectoria. Así ha sido.

A todos los efectos, «Fireflies in the alley» significa el comienzo de un nuevo capítulo en la historia del grupo. No sólo porque cambian de sello, ni porque hayan grabado por primera vez con el infalible Paco Loco, sino porque contiene la mejor colección de canciones que hayan grabado nunca. Así de rotundo. Así de cierto.

Cuando la inercia parecía abocar al cuarteto a girar sobre sí mismo siguiendo unas coordenadas sonoras que siempre les habían granjeado buenas críticas y un sólido reconocimiento a nivel especializado, Jesús de Santos (guitarra, voz), Miguel Matallín (guitarra, voz), Paco Grande (bajo) y Jesús Sáez (batería) han decidido dar un paso al frente sin traicionar ninguno de los preceptos que les han situado en el lugar que ocupan (discreto, si se quiere, pero incuestionable) en la escena rock estatal.

Quien quiera recurrir a los nombres habituales para situar «Fireflies in the alley» podrá hacerlo, porque la banda no reniega de su «background», pero una escucha atenta del disco demuestra que Polar han crecido de manera espectacular: Sus característicos crescendos de guitarras nunca habían alcanzado la intensidad de ‘All The Music People’ o ‘Your Song’ (una de las canciones del año, sin discusión). Y si hay quien descubre guiños cómplices a The Velvet Underground en ‘The Hunting Bird’ es porque los valencianos son sus legítimos herederos en el panorama musical español actual. Aunque es probable que el tema que más sorprenda sea ‘Coronado II’, un instrumental surf  teletransportado al presente desde los años 50 que habría firmado gustoso Angelo Badalamenti (para incluirlo, claro está, en una banda sonora de David Lynch).

Los nuevos Polar son los de siempre, pero, al mismo tiempo, algo ha cambiado. Seguirán actuando en directo cuando las circunstancias se lo permitan y permanecerán alejados de los focos, porque la fama no es su meta, pero «Fireflies in the alley» constata, felizmente, que su ambición artística no tiene límite. Jesús Sáez se somete al cuestionario.

En mi opinión, todos los discos que valen la pena surgen de una necesidad concreta por parte de quien los graba. ¿Cuál era la vuestra en «Fireflies in the alley»?

La nuestra era una que ya amaneció en «Surrounded by happiness», pero con la que nos encontramos en éste: hacer un disco despojado de aditivos, crudo, directo, y muy eléctrico. Después de «Comes with a smile», sentimos que llegaba el momento de apretar los dientes, pero «Surrounded by happiness» quedó a mitad de camino. Curiosamente, el azar jugó un papel importante en el resultado de este disco, y en el sonido que tiene. Y es que más de la mitad de los temas que hay incluidos en él se compusieron dos meses antes de irnos al estudio de Paco Loco, así que cuando llegamos allí no teníamos muy claro lo que iba a salir. Siempre recuerdo ese momento cuando ya volvíamos, que Paco, antes de subirnos a la furgoneta para emprender el camino de vuelta, nos dio un CD con la mezcla. Lo pusimos en la radio del coche, y justo en ese momentos nos dimos cuenta de lo que nos había salido. Era muy fácil adivinar que todos pensábamos que lo que habíamos conseguido era algo especial, porque no había manera de quitarnos la cara de sorpresa de las caras: el sonido, las canciones, la secuenciación, las melodías, todo parecía funcionar a la perfección. Pero, de cualquier modo, es cierto que nuestra idea era hacer algo más crudo, dar un golpe en la mesa, luchar contra nuestros propios límites, disfrutar de algo que siempre nos ha apasionado: la distorsión, la electricidad.

El anterior fue un recopilatorio, una especie de recapitulación. ¿Veis este como el comienzo de algo nuevo?
Cuando se observa desde fuera es fácil convencerse de ciertas cosas, y en este caso, pensar que este disco abre una nueva etapa resulta fácil: nueva discográfica, ese sonido que andábamos buscando que deja atrás discos pasados, cerramos etapa tras un recopilatorio… Pero al mismo tiempo siento que otras cosas no han cambiado, nos sigue gustando aquello que hacíamos, y por qué no, puede que volvamos a hacerlo si nos apetece (afortunadamente, no tenemos ese tipo de presión). La sensación que prima es la de haber abierto puertas, de haber aumentado la libertad de nuestro sonido, de haber huido del encorsetamiento que hubiera supuesto haber seguido la línea recta, sin haber tenido que traicionar nuestra propia esencia. Y sinceramente, ese es mi objetivo más grande actualmente: sentir libertad compositiva y artística, no tener la impresión, tras sacar una canción, de pensar «esto no tiene cabida en Polar». En ese sentido, espero que este sea el nacimiento de muchas cosas nuevas.

También coincide con un cambio de sello. ¿Qué razones os han motivado a abandonar Jabalina y probar suerte con Absolute Beginners?
Principalmente la necesidad de probar cosas nuevas. Durante casi diez años, hemos trabajado con Jabalina, hemos vivido muchas experiencias y hemos aprendido mucho de ellos. Pero llegó un punto en que nos daba la sensación de que las historias se repetían, que queríamos probar otra manera de hacer las cosas, ver si podíamos llegar a otros sitios, y eso requería el cambio de sello. En ese aspecto, Absolute Beginners fue el que más cosas nos ofreció, sobre todo después de ver el trabajo que habían realizado con Alondra Bentley y la manera en que habían gestionado todo el proceso.

«Nos gusta mucho el trabajo de Paco Loco, ya no solo como productor, sino como músico y compositor, y eso ya nos invitaba mucho a probar la experiencia. También sabíamos que es una persona que siempre trata de aportar ideas a los discos en los que trabaja»

¿Por qué elegisteis grabar con Paco Loco?
Jesús de Santos llevaba un tiempo insistiendo con ello. Es cierto que nos gusta mucho el trabajo de Paco Loco, ya no solo como productor, sino como músico y compositor, y eso ya nos invitaba mucho a probar la experiencia. También sabíamos que es una persona que siempre trata de aportar ideas a los discos en los que trabaja, y sentíamos cierta curiosidad por ello. Pero sobre todo, creo que la propuesta que ofrece era algo que nos apetecía probar: estar una semana entera en un sitio alejado de casa, concentrados exclusivamente en el proceso de grabación del disco, desayunando, comiendo y cenando en el estudio. Pocos estudios te pueden ofrecer algo así, con una persona como Paco Loco trabajando para ti, y por el precio que pide. Resultaba difícil negarse.

¿Qué ha aportado a la grabación y las canciones?
Yo creo que ha sido el que ha dado el empujón final al sonido del disco. Como ya te he comentado, no teníamos una idea muy clara de cómo iban a terminar siendo las canciones: había una base que ya estaba establecida, pero no sabíamos cómo iba a funcionar todo. Creo que Paco supo leer rápidamente cual era el concepto de sonido que queríamos, cómo entendíamos las guitarras, la base rítmica, las voces, y nos ayudó a llevarlo a ese punto cortante y abrasivo que tiene el disco. Además puso su pequeño granito de fantasía en arreglos como el omnichord de «The Hunting Bird», el pedal-steel de «Goin’ Elsewhere» o el theremin de «Coronado II».

El sonido es más directo, inmediato, más cercano al directo. ¿Era lo que buscabais?
No cabe duda. Ya desde «Surrounded by happiness» solo hacemos tomas en directo cuando estamos grabando, añadiendo algún pequeño detalle (voz, principalmente) a posteriori. Matthew Barnhart era un productor de la escuela Albini, y nos ayudó mucho en este aspecto, pero creo que con Paco y con las canciones que teníamos para este nuevo disco, dimos el paso definitivo hacia ese sonido. De hecho, en principio la idea que barajábamos era grabar en los seis días que teníamos alquilado el estudio, y Matthew Barnhart se encargaría de mezcla y mastering. Pero cuando acabamos en apenas dos días de grabar, pensamos que era una buena idea probar la mezcla con Paco. Acabamos en dos días un trabajo que pensábamos hacer en seis. Y eso que llevábamos el disco poco masticado, poco preparado.

Es evidente que ‘Your song’ es la cima del disco y, probablemente, de vuestra carrera hasta el momento. ¿Nota eso un grupo cuando compone y toca una canción? ¿Tenéis la misma sensación que el oyente al lograrlo?
Es tremendamente difícil ponerse en la situación del oyente. Por mucha música que escuches y compongas, te das cuenta a lo largo de los años que ponerse en la posición de un oyente objetivo es un proceso de elucubración con muchas trampas, en la mayoría de las ocasiones fútil. Pero sí es cierto que hay un proceso de magia y euforia que ocurre muchas veces cuando te pones una canción, y que de algún modo se asemeja cuando de repente sale una canción que nos gusta. A veces una canción es el resultado de un trabajo concienzudo, de vueltas y vueltas, pero otras veces tan solo uno empieza, nos cogemos todos, y cuando nos hemos dado cuenta, ya lo tenemos. Ese es un proceso increíble, acojonante, es como un golpe de placer. Yo creo que en este disco lo hemos tenido con ‘The Boxer Pt. 1’, ‘The Hunting Bird’ y ‘Your Song’, aunque no cabe duda que con esta última fue especial.

Otra canción que llama la atención es ‘Coronado II’. ¿Cómo se planteó darle ese aire surf años 50?
Pues esta es una de esas canciones que sale casi sin quererlo. Es uno de esos estilos que nos gusta a todos, una de esas canciones que nos ha servido para traspasar un límite, para darnos cuenta que podemos disfrutar haciendo algo diferente, llevar otros sonidos a nuestro terreno, colocar una canción que se saliera de la línea del disco, pero que podía funcionar perfectamente dentro de él. Al final, lo que podría ser una salida del tiesto, es un golpe de frescura en mitad del álbum.

Además, es instrumental. ¿Era complicado ponerle letra?
No, simplemente pensamos que no debía tenerla. Casi todos los discos de Polar han tenido canciones instrumentales, y de hecho, alguna vez hemos barajado la posibilidad de hacer un disco completamente instrumental, y en esta canción funcionaba todo muy bien: la melodía, la base armónica… Nos gustaba que fuera concisa, y pensábamos que no había que darle más vueltas, tal y como la tocamos el primer día era perfecta.

Hablando de letras, creo que las de este disco son especialmente sombrías, como si reflejaran cierto desengaño con todo lo que rodea a la música como algo creativo tras tantos años de pelea. ¿Es así?
Es cierto que las letras de este disco son probablemente las más pesimistas de todas las que hemos escrito, pero a diferencia de otras ocasiones en las que sí que tratábamos que las letras fuesen en una dirección, ésta vez ha sido diferente. Cuando juntamos todas las que habíamos escrito nos dimos cuenta que las canciones hablaban mucho de la tristeza asociada a la madurez, a la pérdida de las ilusiones, a las puertas que se cierran cada vez más intensivamente. Por eso tratamos de dar un toque de luz en el título, y por eso llamamos ‘Next Stage’ a la última canción del disco, para convencernos de que, aunque el camino parece cada vez más estrecho, sigue habiendo luz al final del túnel. Esperemos que, cuando lleguemos a ese final, el tamaño del túnel sea lo suficientemente grande como para que podamos salir por él. En cualquier caso, entre todas esas ilusiones y creencias que se han ido al traste, una de ellas en efecto es la música. ‘All the music people’ es clara en ese aspecto, pero hay otras canciones del disco que están influenciadas por experiencias proporcionadas por el mundo de la música. Supongo que es el signo de los tiempos, o lo que coño quiera ser, pero a día de hoy, muchas veces tengo la sensación de que la música, como industria, está incapacitada para hablar de valores que en principio nos llamaron a muchos: la libertad, la posibilidad de sentirte como quieras sentirte… Pero la cruda realidad se impone: no es más que una industria donde valores como fama, dinero e imagen juegan por encima de muchas otras cosas. Obviamente hay excepciones, pero la desilusión esta ahí.

Aunque se suele usar el término peyorativamente, y no es el caso, ¿creéis que «Fireflies» es vuestro definitivo disco de madurez?
Desde luego, creo que es un disco que llega a un culmen, cumple un objetivo anhelado, pero pienso lo mismo de «Comes with a smile», en un sonido completamente diferente. Este tipo de cosas las acaba confirmando el tiempo, pero de cualquier modo, espero que haya otros discos de madurez a lo largo de nuestra carrera. Me gustaría, por hacer un paralelismo, poder grabar algo como «The Eternal» (Sonic Youth) de aquí a 15 años.


Puedes escuchar a Polar en su Myspace.

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