¡Pan, pan, pan!, de El Buen Hijo

Autor:

DISCOS

«Canción a canción, va cogiendo músculo y cuerpo»

 

El Buen Hijo
¡Pan, pan, pan!
SONIDO MUCHACHO, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

El Buen Hijo es una formación de música, simple y llanamente, pop, cuyos integrantes provienen de otras bandas que también tienen al pop en sus perspectivas. Gentes de Cariño o de Chavales, que se unen en este grupo que con su primer elepé, tras algunos epés, asienta su presencia en el mercado discográfico. Un elepé que engaña al principio, puesto que su primer corte, “El puente romano”, es una canción que se asemeja a esas tonadas folk-pop de los setenta que defendían grupos como Voces Amigas o La Compañía y que es herencia, en el grupo, de su primer epé citado. No está exenta de sentido irónico, ni tampoco lejos de ser un popema a la manera de Nosoträsh.

Y engaña porque es un disco que no sigue por este camino sino que, canción a canción, va cogiendo músculo y cuerpo. En un primer momento, todavía bebe un tanto del soft pop, muy sesentero aún y con melodías magnéticas, pero también con las guitarras poco a poco tomando fuerza. Ocurre en “Aunque pene” —el indeseable encuentro con tu antigua pareja— y “¿Qué tal?”, con un arrebatador aire a girl group. Estamos en el momento justo en que un poco más de energía convertiría unas canciones que son levemente melancólicas en altamente vitaminadas. El equilibrio es perfecto.

Las situaciones costumbristas, las rutinas que asolan a un veinteañero tipo, poco a poco van vistiéndose con mayor intensidad y usando cada vez más de armonías vocales. Pop sin complejos que se desata en “Río de Janeiro”, a la manera de Los Fresones Rebeldes, o con “El muro de Aljucén”, que reivindica la España rural desde la mención a este pueblo extremeño y que se acerca a Airbag con ese traqueteo tan característico de las guitarras y la batería.

Poco a poco, va emergiendo más potencia. “Un día especial” combina muros de sonido supermineralizados y coros high-school para pasar directamente al punk-pop en “Una revelación”, de perfecta y pimpante resolución —y unos punteos maravillosos—, y “No sé muy bien qué contestar”, que añade a todo ello un aire veraniego y feliz en la parte musical. Se cierra el disco con más aire optimista en las letras, hablando de abrir nuevos caminos y de coraje en la vida: «Espero ser atrevido», proclama en “Abriré caminos”.

En el fondo, no es más que pop de toda la vida, tres minutos y falta de prejuicios. Esa línea del pop español que ha dado tanta diversión a nuestros escenarios, desde Los Nikis a Carolina Durante.


Anterior crítica de discos: We are, de Jon Batiste.

Artículos relacionados