Pablo Martín, reiniciándose en Gran Azul y Los Inconquistables

Autor:

pablo-martin-08-12-15-a

“Soy el mismo que antes, más maduro y con más claridad de ideas. Si hay una ventaja es que no hay productor por medio, no hay compañía. Hablando del camaleón, cada vez que empiezas cambias de color, pero porque antes el entorno ha cambiado”

 

Tras muchos años entre estudios y escenarios, y aprovechando un receso largo con La Tercera República, Pablo Martín ha decidido coger las riendas de sus propias composiciones y salir al escenario a defender su nueva formación. Antes de hacerlo, Arancha Moreno habla con él.

 

 

Texto: ARANCHA MORENO.

 

 

Se ha subido más de una vez al madrileño escenario de la sala Galileo, pero el próximo 10 de diciembre será diferente a las demás. Pablo Martín emprende un nuevo proyecto, Gran Azul, esta vez sin la compañía de Josu García, con el que comparte el dúo La Tercera República. Después de ejercer de vocalista para muchas bandas de versiones (Greenwich Village, Sticky Fingers, Wild Horses…), se enfrenta al público por primera vez en solitario y con canciones propias. Junto a él, Los Inconquistables: Kike Fuentes (guitarras), Dani Casielles (bajo), Basilio Martí (piano y teclados) y Jorque Santana (batería). Una buena banda para empujar las seis primeras canciones de «Tocado y hundido», su primer epé, en el que nos encontramos a todos los Pablos: al que creció en La Tercera, al que se fogueó en cientos de noches de directos, al que escribe para otros… pero esta vez, escribiendo para él, cantando sin colchón y tocando para defender su cancionero.

 

Me recuerdas al camaleón. Vuelves con otro proyecto nuevo, aunque en cierta manera, es como volver a empezar, a reiniciarte.
Reiniciar es una necesidad que tenía. Al principio me autoengañaba, y seguía haciendo canciones pensando que tarde o temprano saldría el siguiente disco de La Tercera República. Las agendas se han combinado mal, Josu está con Loquillo y le lleva más tiempo, y sacar un disco no es solo componer, es grabarlo, promocionarlo y tocarlo, hay que estar para las cuatro fases, y si no estás, es mejor esperar a que se den las circunstancias. Ya tuvimos una experiencia con lo de Martín y García, cuando apareció Tequila, y había cosas a las que no llegábamos. Vamos a hacer más, hace unas semanas quedé con Josu y dijimos que en un par de años nos liaremos otra vez. Él desarrolla más la fase de productor y musicazo y yo me estoy desarrollando más como compositor. Antes de ser La Tercera ya éramos músicos por separado, nos juntamos y la suma resultó mejor.

 

¿Qué diferencia hay ahora en tu forma de afrontar este proyecto?
Soy el mismo que antes, más maduro y con más claridad de ideas. Si hay una ventaja es que no hay productor por medio, no hay compañía. Hablando del camaleón, cada vez que empiezas cambias de color, pero porque antes el entorno ha cambiado. El camaleón se adapta al color del entorno, y ahora el entorno es completamente diferente al del cuarto trabajo de La Tercera República. Antes confiábamos en compañías, era una mezcla de Peer, BMG y Warner, y ahora no es que desconfíe, es que hay que empezar sin ellas para hacer lo que quieras. Llegará un momento en el que terminaré mi trabajo y veré si necesito el apoyo de una grande o si me va bien y sigo solo. Pero si no haces canciones nuevas, una presentación y algo de promo, no estás. Tienes que presentarte de nuevo, con esta piel y con la que venga. Tenía que hacerlo, me estaba quedando un poco triste. Tocaba con mis seis grupos de versiones, daba clases, componía publicidad… Me encanta, y estaba ocupado, ¿pero era feliz? ¿Hay un parte de ti que te hace sentir orgulloso?

 

Así que las canciones de Gran Azul podrían haber formado parte del siguiente disco de La Tercera República.
El 60 % sí. La primera fase de composición seguía con la idea de La Tercera, ‘Tocado y hundido’ iba en esa línea, con la acústica, le hemos quitado la coral de voces por poner un sello diferente, y porque me siento más seguro y más maduro después de doce años de clases de voz como para ser solista. Me lo he demostrado en grupos. Creo que puedo cantar como solista y no apoyarme en el dúo o el trío. En el caso de ‘Cualquier lugar’, también estaba dirigido a La Tercera, pero en una reunión con Josu descartamos temas que no irían para el dúo, y empecé a notar que artísticamente había algún criterio diferente. Por ejemplo, ‘Demasiado’ la hice para llevarme la contraria como compositor, siempre estoy luminoso, positivo o irónico, y me dije: “¿Por qué no suelto algo de pena, algo negro?”. A raíz de la muerte de mi padre, hace tres años, empecé a permitirme llorar tranquilamente, y decir cosas con la honestidad de muchos artistas. No te digo que crea que a otros les haya funcionado, porque no creo que hagan las cosas para que les funcionen, pero los sentimientos de melancolía tienen un encanto que te dejan tranquilo. Quizá encuentras una fase de comprensión. Yo era más de reírme, de tirar para adelante, pero me he permitido cosas.

 

¿Y el tema ‘Mujeres’?
Estaba en Formentera, de vacaciones, ahí me salen los pensamientos más bonitos. Hay un retrato curioso del género femenino. A veces me río de mí mismo, mi mundo gira en torno a mujeres: jefas, madre, hermana, chica, la cuidadora de mi madre, camareras… me hace más gracia la compañía y la conversación. Los tíos últimamente se me estaban quedando cortos: un concierto, tomar algo…pero qué difícil es sacar los sentimientos entre chicos. Menos mal que están las mujeres para hablar de eso, para interpretar los sentimientos, tienen mucha más miga. En la canción hay muchos retratos reales y a nadie le han ofendido, algunas se identifican con frases de la canción, están puestas al lado. Cuando hice ‘Sorprendentemente’ (tema de La Tercera República), la letra eran imágenes puestas una al lado de otra. Eso funciona, es una manera muy bonita de decir todo lo que quieres sin fastidiar a nadie. Me parece una bonita forma de expresarme. Suelo cerrar con alguna conclusión, pero a veces no hace falta: dejas la canción y cada uno que piense lo que quiera. Ya lo hace la gente: tú dices una cosa, la gente escucha otra.

 

Tú mismo escuchas una canción tuya, pasado un tiempo, y no le das el mismo significado.
Y no te acuerdas por qué. En este disco estoy más serio, cambia todo cuando lo haces solo. Desde que te pones con el papel en blanco a escribir una canción hasta que juntas al grupo en un local de ensayo, cómo producimos el disco, el crowdfunding… si todo lo haces solo, qué soledad.

 

pablo-martin-08-12-15-b


“Me parece que he abierto un grifo que voy a tardar en cerrar, se me ha quitado la vergüenza de mostrarme un poco más perdido, despistado, dudoso… creo que eso me quita una responsabilidad que me había puesto antes”

 

Esa es la palabra que veo en este epé: soledad. En las dos últimas cambias el tono, pero en las cuatro primeras canciones aludes a ello, a estar solo. Siempre has sido un músico independiente, pero es la primera vez que te enfrentas a un proyecto en solitario.
La palabra se repite mucho y no solo cuento mis soledades, también las que veo. ‘Tocado y hundido’ es la soledad de un amigo que le canta al mar donde suelo veranear. Le observaba y le entendía, porque quizá me ha pasado hace muchos años, en alguna de mis rupturas, y no he soltado eso, he tirado por otra parte. Esta vez quería comprender esa imagen. ‘Cualquier lugar’ es más biográfica, hablo de que voy a hacer las cosas solo y qué miedo me da. En la vida estás más bien solo, cuando consigues cosas, cuando te alegras… las auténticas emociones las sientes solo, aunque sean de amor. Tú las pasas por tu tamiz, tú quieres de una manera y eso no significa que la otra persona sienta lo mismo. Me está sirviendo mucho, he abierto un grifo que voy a tardar en cerrar, se me ha quitado la vergüenza de mostrarme un poco más perdido, despistado, dudoso… creo que eso me quita una responsabilidad que me había puesto antes. Cuando te pasa algo malo, o después de unos años miras un poco atrás, la melancolía te hace decir: hay cosas que va mal, no pasa nada, llora un poco y se te pasará de verdad.

 

 

¿Y ‘Demasiado’?
Ahí me dejé todo lo triste que tenía, me he encontrado con varias interpretaciones: el estrés de la ciudad y de la vida acelerada te acaba por hacer un borrego que sigue una corriente, curras para gastar y lo que gastas es el tiempo de tu vida. Para el dinero puedes pedir un crédito, pero crédito de tiempo no tienes. Como artista tengo que seguir comiendo, y esto es cada vez más difícil… Entiendo que la soledad se note, es algo que de verdad quería tocar.

 

En este trabajo se nota tu paso de vocalista por varias bandas. Tienes más seguridad y sacas más garra en la voz.
Sí, antes hacía más mi papel correcto, y en este tiempo he madurado, recibo clases con un profesor muy mayor, Miguel Fernández Cuevas, que enseña lírico, dicción, para presentadores, actores… es alguien que trata la voz entera. Suelo ir a tomar café con él y me habla de la vida, me da mil vueltas y me recuerda quién sabe de la vida. Eso me está dando mucha seguridad, la experiencia de haber tocado con muchos grupos de versiones me ha abierto la cabeza. Hay muchas personas que piensan que puedo defender un repertorio yo solo, pero a mi me cuesta mucho creerme que hago algo bien. Dani Casielles me regañó el otro día por decir que yo soy el peor del equipo. Él toca con Serrat, en musicales… Kike Fuentes toca la guitarra de maravilla, Basilio es el teclista con el que siempre he querido tocar, hasta hemos hecho bolos juntos solos. Y cuando vi a Jorge, el batería, me pareció tan bueno y tan joven… Está bien apreciar el talento de los demás, pero no debo olvidarme que yo hice las canciones y tengo algo que decir. Hacemos un equipo, no hay más que nadie. No hay ni un productor, me la jugué, pensé que podía salir como el rosario de la aurora, pero creo que ha sido uno de los grandes aciertos. He formado un equipo que me da la seguridad de que va a sonar muy bien. Debo tener suerte, o muchos amigos que tocan bien.

 

Es una nómina de músicos de primera fila, por no hablar de las colaboraciones de Josu García o de José María Guzmán, al que llamas tu “muso”.
Sí, cuando era pequeño mi premio de los deberes era escuchar una canción de José María Guzmán. Cuando le propuse colaborar me dijo un sí rotundo y no me preguntó por la pasta, han venido a colaborar como se hacía antes. Lección de coros en el estudio, si alguien hace coros es Guzmán, pues imagínate de Josu, que no sabe nada de hcer coros tampoco, y produce super bien. Con Jeff Spinoza compuse ‘Ser infiel’, quise contar esa historia, me apetecía ponerlo en boca de una mujer. Parece que está prohibido hablar de eso (la infidelidad de una mujer), te aseguro que hay casos porque los he conocido, y me parece estupendo que la gente cuente eso. El día anterior había visto el documental de Amy Winehouse sobre las relaciones, esta tía decía cosas muy fuertes en las letras… a veces te cansas de la corrección, no sé si hay versos o ideas manidas. No es por llamar la atención, pero a veces tengo sentimientos complicados, y estoy seguro de que no soy el único. A lo mejor si los canto me siento menos solo, quizá eso sea la terapia del músico: alguien a quien has hecho una frase que le viene como un traje a medida, y el cariño que te devuelve te alegra a ti como autor.

 

Me llama la atención que este “debut” en solitario contenga solo seis temas: ¿tenías prisa, no querías extenderte demasiado…?
Buena pregunta. El primer motivo es el económico: cuando te metes en esta empresa no tienes solo que grabar, tienes que decir que estás aquí. Conozco discos estupendos que se han quedado el en el cajón de los familiares. No es mi caso. Hay que tocar en directo, salir en la radio, en prensa y en las redes sociales. Necesitaba dividir el presupuesto entre la grabación y la promoción. La gente ahora busca música en Youtube, sin pagar, es la primera manera de los que vienen. Habrá que ir reclamando derechos para formar un futuro seguro con las sociedades de gestión que tenemos, pero debes tocar los cuatro palos y estar ilusionado, porque como no tengas ganas no se las contagias a nadie. Tú te puedes hartar de ti mismo, eso sería hacerse viejo. Yo quiero llegar con arrugas merecidas, con canas, bien. El segundo motivo es la prisa en internet, no me da la gana esa prisa, quiero presentar este disco a la larga, porque creo que para que algo llegue al público tienes que decirlo durante un par de años o tres. Gran Azul tiene que durar dos o tres discos como mínimo, y hacer el trabajo de audio, promo y vídeo. La memoria en internet dura una semana, pero a mi me cuesta mucho trabajo llegar a la gente, no me cuesta una semana, no tengo ese poder en los medios, hay que invertir para que eso vaya bien. Tengo el vídeo de ‘Mujeres’ y otro vídeo de ‘Silvia’, todo va a ser audiovisual, para que la gente me vea en Youtube. Tengo que ir fidelizando gente, darme a conocer. Voy canción a canción, y cuando termine grabaré el siguiente. La Tercera República sigue creciendo en las redes, creo que los años también hacen un trabajo. La economía y la prisa me han llevado a un epé, pero no tengo tanta prisa como para sacar una canción una semana. No quiero llegar de manera inmediata para que se olviden de manera inmediata. La inversión no es poca, vale pasta un estudio, buenos músicos, no lo puedo tirar una semana.

 

Es curioso, en la profesión casi todo el mundo conoce a Pablo Martín, pero lo difícil es conocerte a ti solo.
(Ríe) Pues conocerme a mi solo es una forma de ser que tengo. Soy de uno a uno, nunca me han gustado las pandillas, me encanta la conversación de uno a uno, es donde mejor se muestra uno y donde mejor se escucha. Trabajar en grupo lo hago moderadamente bien porque no doy problemas, pero no soy de grupos de gente. Hablo de uno en uno, me gusta ir a un espectáculo para disfrutar solo, y después comentarlo con una persona, lo mismo el cine.

 

pablo-martin-08-12-15-c


“Cuando era pequeño mi premio de los deberes era escuchar una canción de José María Guzmán. Cuando le propuse colaborar me dijo un sí rotundo”

 

Ahora vamos a descubrir a Pablo Martín cuando se desmarca de los Wild Horses, de los Sticky Fingers… Cuando coge las riendas de lo suyo. Eso es Gran Azul.
Claro, la experiencia que he cogido gracias a la Greenwich Village, por creer que puedo defender un bolo solo cantando en inglés; a los Wild Horses por sacarme un lado country que no conocía; otras bandas han confiado en mi para hacer algo. Ramón Arroyo y Jesús Redondo también confiaron en mi, me gustaría volver a hacer un concierto con temas de Tom Petty. Tengo que juntar mis composiciones y hacer lo que creo que puedo hacer. Tengo un sentimiento doble, de alegría total por presentar el disco el día 10, que empiece de una vez y que acabe de una vez para ver cómo ha salido. Necesito saberlo. Cuando las canciones son de Van Morrison es fácil triunfar, bueno, hay maneras de fastidiarlo, ya lo hacía La Década Prodigiosa hace tiempo (ríe). Hay maneras de interpretar que me han dado seguridad, está saliendo este tipo nuevo que no conozco del todo, y me apetece ver cómo funciona con banda, en acústico… Todavía no he hecho un concierto de Gran Azul, qué miedo. El otro día fui a la radio y estaba nervioso.

 

Quizá porque pones más de ti mismo que nunca, y no tienes a Josu para repartir a medias la responsabilidad.
Eso es, si nos equivocamos, nos equivocamos los dos, no me equivoco yo solo. Cada vez que sacaba un disco con La Tercera empezábamos de cero, pero tenía un compañero. Cuando empezamos había vinilos, ahora el cedé es para las radios y los pocos melancólicos que lo quieren. Lo que me alucina es que sigues haciendo canciones y ahí no ha cambiado nada.

 

En ese caso, por suerte.
Espero que sí. Tengo miedo de la desilusión por componer, de no hacer algo nuevo, me da pánico que se me seque el grifo de componer, es horroroso.

 

Sí, porque la composición es incontrolable, la cabeza es una herramienta muy distinta a un instrumento.
Sí, mi sol mayor suena muy bien, pero el de Ramón Arroyo suena mil veces mejor. Lo que te puede pasar con un instrumento es que te aburras de la música, de cargar con tu guitarra, de que no te satisfaga el público… pero si tienes miedo de no tener que decir nada, es que a lo mejor no tienes nada que decir, y no te tienes nada que contar a ti mismo, y eso debe ser horroroso. Los músicos no estamos para eso, estamos para sentir mariposas. Si no, vete a otra cosa. Se es muy feliz con una vida tranquila, rutinaria, pero no es para mí. Tengo amigos con la vida así, y a veces digo: “Que envidia, tener un viernes como el tuyo, que ya sabes lo que va a pasar”. A veces me pasa, pero se me pasa en diez minutos (ríe). No tengo ni idea de un montón de cosas, y ese miedo me guarda la viña.

 

Ese miedo es una constante. Hace varios años, cuando te entrevisté en “Músicos en la sombra”, te pregunté si te quedaba alguna espinita en el terreno musical, y me respondiste que tenías miedo a no estar a la altura. Tienes miedo de que no funcione, esa es tu inseguridad.
Con los ensayos, si van bien me vendré arriba. Y voy a hacer una fiesta grande: a la Sticky Fingers, a la Greenwich, a Petit Comité…

 

¿Y el repertorio?
El del epé y otras seis canciones nuevas. Una del epé, una nueva, una del epé, dos nuevas, un invitado especial… un set acústico y de ahí al final, todo rock and roll. Me gustaría acabar con ‘Cualquier lugar’, cantando con los amiguetes y hacer una especie de ‘Hey Jude’.

 

Parece una receta de cocina…
Y sin excel ni nada (ríe). Es que ayer estuve con eso. Me voy a quedar muy tranquilo cuando esté en el escenario y diga: “Hasta aquí el Gran Azul, ahora el Pablo que habéis visto en un montón de grupos de versiones, para que la gente tenga un poco de fiesta al final”.

 

¿Esos dos Pablos que vamos a ver en el concierto son los que van a convivir de aquí en adelante, o vas a dejar el mundo de las bandas?
Debería verte todos los días, me ayudas a pensar (ríe). Estoy dejando un poco el asunto bandas, estoy más componiendo e investigando en nuevas canciones, permitirme eso y tocar las veces justas, no como antes que era semanal. Me parece demasiada prisa, demasiado ruido, demasiada gente. Y a veces en un garito hay mucha gente a la que le da igual que estés tú o esté otro, cuando tocas a la una y media de la mañana la gente quiere fiesta y yo quiero música. Prefiero empezar a tocar un poco más lo que llevo dentro, y hacer algún buen bolo de versiones bien trabajado de vez en cuando. Van a convivir, pero Gran Azul va a ganar mucho. El tipo de las versiones va a salir un día con Tom Petty, y hasta el año que viene.

 

No quieres desvirtuar el sentido de la música.
Claro, quiero concentrarme en eso. Como soy multifunción, lo mismo estoy con eso que dando una clase y ahora estoy montando una pequeña editorial y quiero que sea todo de calidad. Tengo tiempo para hacer las cosas bien. Esto de Gran Azul ha sido un stop: “Piensa en ti, en lo que quieres”, y cada vez me encuentro mejor. El espacio va a ser más para Gran Azul.

Artículos relacionados