“Ocean’s 8”, de Gary Ross

Autor:

CINE

 

¿Por qué es necesario hacer uso de una franquicia consolidada para poder ver un blockbuster protagonizado por un conjunto de mujeres?”

 

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“Ocean’s 8”
Gary Ross

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ.

 

En “Ocean’s 8” Debbie Ocean (Sandra Bullock), hermana de Danny (interpretado por Frank Sinatra en la versión original de “Ocean’s 11” y por George Clooney en el remake que comparte universo con este nuevo filme), acaba de salir de prisión. En los cinco años que ha pasado allí, Debbie ha diseñado el golpe perfecto. Junto con su amiga y antigua compañera de estafas Lou (Cate Blanchett), Debbie pone en marcha un equipo de expertas, ladronas y timadoras para que la ayuden a desarrollar su plan: robar un collar de diamantes de Cartier durante la gala anual del MET.

A pesar de lo mucho que brillan todas y cada una de las estelares protagonistas de “Ocean’s 8” (además de las dos ya mencionadas, Awkwafina, Mindy Kaling, Rihanna, Sarah Paulson, Helena Bonham-Carter y una Anne Hathaway desatada y en estado de gracia), la historia que han de representar no consigue estar a la altura del talento y carisma de ninguna de ellas. Quizás sea que sabemos que todo va a salir bien, pero resulta muy difícil concentrarse en seguir la trama cuando sus personajes son mucho más interesantes por sí solos que insertas en la misma: cualquier historia con este casting podría salir adelante y resultar fascinante y entretenida por muy floja o poco interesante que fuera su construcción narrativa.

Por supuesto, toda película de robo tiene una cierta emoción, momentos en que parece que toda la intriga va a ser desvelada o instancias en que repentinamente se descubren partes del plan que la audiencia hasta ahora desconocía. En este caso, si bien forma parte del tono dinámico y cómico del formato, la mayoría de la tensión se diluye en el encanto y la química que transmiten las actrices protagonistas. Así, cuando durante los últimos minutos de la película una serie de giros dramáticos aparecen de manera inesperada con la intención de sorprender a la audiencia, un breve encogimiento de hombros parece ser la única reacción posible.

En cualquier caso, el enorme éxito del filme en taquilla y lo impecable de sus intérpretes no consiguen espantar la pequeña mosca que debería estar detrás de la oreja de todo espectador. ¿Por qué es necesario hacer uso de una franquicia consolidada para poder ver un blockbuster protagonizado por un conjunto de mujeres? ¿Tanto miedo tienen los grandes estudios a arriesgarse con filmes basados en historias originales? Aunque no es lo ideal tener que conformarse con migajas, también parece que, aunque sea poco a poco, se está avanzando en la dirección adecuada.

 




Anterior crítica de cine:
“El hombre que mató a Don Quijote”, de Terry Gilliam.

 

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