Nos extinguimos, de Tiburona

Autor:

DISCOS

«El disco es amplio, tratado con crudeza, pero hermoso e íntimo cuando es necesario»

 

Tiburona
Nos extinguimos
MONTGRÍ, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Lo de Tiburona es un estallido salvaje y sin freno. El trío madrileño compuesto por Laura, Supercarmen y Rita ha construido e interpretado nueve canciones brutales para este segundo elepé, con guitarras rockeras, fuertes y densas. Solo hay que escuchar “Pensando en ti”, la que abre el disco, para darse cuenta de que son herederas por derecho de las riot grrrls, con la misma explosión en sus cuerdas y tambores, aunque sin el componente político más combativo, puesto que su feminismo es más afín a la ironía. Aunque bien es cierto que alguno de los cortes —como “Gobierno cero”—, entra más en cuestiones sociales y ataca con saña a esa tendencia —que es la que titula el álbum— a la autodestrucción que abraza, como especie, el ser humano. Pero Tiburona se mueven en el terreno de los sentimientos y cierta ironía, y tienen también que ver con esa escena de guitarras afiladas con componente femenino en la que también militan Las Odio, Ginebras, o Melenas.

Un segundo elepé que se ha visto anticipado por montones de éxitos. El primer premio del Concurso de Rock Villa de Madrid, por ejemplo, o actuaciones en festivales como el Azkena Rock o el Ebrovisión, en una carrera juntas que lleva más de diez años en diversos proyectos, como The Ladies o Juanita Banana.

En esencia, el garaje es lo que domina todo. Algo primitivo y esencial que se puede observar en “Almuerzo desnudo” —título de una novela lisérgica de Charles Bukowski— o en “Relación abierta”, con percusión a piñón, voces conjuntas y una guitarra que sostiene el ritmo para ahondar en la relación de una pareja en la que se esconde la infidelidad con artificios semánticos. No es tanto moralismo, sino la indecencia de no acudir a la verdad.

Pero Tiburona tiene referencias bastante más amplias y sabe asimilar diferentes estilos sin dejar de ser ellas. Comencemos. “Brebaje de amor” —la más escueta, apenas dos minutos— juega en la liga sixties puesto que es una versión del “Love potion nº 9”,está tan cerca de los grupos de chicas y del rhythm and blues como de Undershakers, y es una estupenda canción de amor. De otro caladero de los sesenta deriva “Horizonte de sucesos” —sobre la grave crisis climática del planeta—, con sus guitarras españolas que evocan ese pop flamenco que hacían en la década los grupos beat y que ellas consiguen que suene perfectamente contemporánea, con castañuelas y sabor de Brincos y Cheyennes. “Errante” también abraza toques hispanos y de western, como la banda sonora de un oeste sentimental o las canciones de esos días en que Gabinete Caligari estaban inventando el rock torero.

Incluso hay tiempo para momentos acústicos en la que cierra el disco, “Que mueras bien”, que, insospechadamente, se acerca a Vainica Doble en el juego de voces y en el uso de instrumentos desacostumbrados. En esta variación está el disco, amplio, tratado con crudeza, pero hermoso e íntimo cuando es necesario.

Anterior crítica de discos: So long, de Schizophrenic Spacers.

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