Niños Mutantes: «Nos hemos dejado la vida en las canciones nuevas»

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«Cuchillos y diamantes es un disco cimentado en las dudas y en el trabajo durísimo de someterlo todo a un examen exhaustivo»

 

Cuchillos y diamantes: así se llama el nuevo disco de Niños Mutantes, que ve la luz dos años después de Ventanas, la mejor infusión posible para aquellos días de encierro en la primavera de 2020. Javier Gilabert habla con ellos.

 

TEXTO: JAVIER GILABERT.
FOTOS: LYDIA FERNÁNDEZ.

 

La vida son cuchillos y diamantes, momentos que duelen como cuchillos que se clavan y momentos perfectos que brillan como diamantes. Los Niños Mutantes vuelven con un disco honesto, nacido de la inseguridad y de la búsqueda más absoluta, sin dar nada por sabido ni por supuesto, y en cuya creación se han dejado la piel, se han partido la cabeza como nunca para entregarnos nueve canciones que nos llegan y nos tocan porque son su verdad, su realidad, fragmentos de una historia común que también es la nuestra.

 

Es inevitable comparar este trabajo con el anterior, Ventanas. Además de las que yo pueda ver, que no son pocas, ¿qué diferencias encontrarán los fans de Niños Mutantes entre uno y otro?
Hay dos diferencias fundamentales. Una es anímica y la otra musical. A Ventanas llegamos pletóricos, con el ego a tope y hedonistas, dispuestos a disfrutar de una apertura total. Era una apuesta sofisticada tras el aburrimiento de dos décadas haciendo las cosas casi igual. Necesitábamos olvidarnos de nosotros mismos y confiamos en cinco productores diferentes, es un disco de muchas personas más allá de los cuatro Mutantes. Pero llegó la epidemia, y la posepidemia, y lo cambió todo. La hostia anímica también fue musical. Hizo que Cuchillos y diamantes sea todo lo contrario: reencontrarnos en el dolor y la parálisis, en un mundo que cambia a pasos agigantados y para mal y volver a sanar con la música en horas y horas de ensayo sin conciertos a la vista. Ventanas era una confianza plena en nosotros y en los colaboradores que nos llevaba a improvisar; Cuchillos y diamantes es un disco cimentado en las dudas y en el trabajo durísimo de someterlo todo a un examen exhaustivo.

 

Según me comentasteis en una entrevista, en Ventanas «había doce cabezas pensando». ¿Cómo ha sido el proceso de producción esta vez?
Ventanas fue un disco coral, en el que llegamos a trabajar once o doce personas. En esta ocasión ha sido todo lo contrario, necesitábamos ensayar nosotros, vernos las caras aunque fuera con mascarillas, relacionarnos a nivel interno, crear y palpar las canciones, pero todo bajo la dirección de Ángel Luján. Ángel hace un trabajo increíble, pone orden en nuestros egos, nos hace mejorar individualmente, nos exprime al límite, y con él hemos revisado cada acorde, cada nota, buscando la expresión máxima, de forma incansable, hasta quedar convencidos de conseguir la mejor opción de cada toma. Han sido horas de entrega generosa por su parte, y un trabajo en equipo como nunca habíamos hecho. Muchas veces son detalles sutiles que engrandecen las canciones. Ha sido uno más y junto a él contamos también con dos músicos que han sido Mutantes en el escenario. Alonso Díaz [Napoleón Solo] coproduce dos canciones, toca en ellas pianos y armonio y hace arreglos orquestales, nos trae la magia de un tío que es único. Y está nuestro Toni Jiménez, que es un portento, un talento desbordado; ha estado presente en todo el proceso creativo aportando al máximo nivel. Grabamos todo en dos estudios de Granada, en Gismo 7, en Motril, y en La Casa Estudio, en Albuñuelas, y ha sido el proceso más largo de toda nuestra carrera, unos nueve meses desde la primera entrada en el estudio hasta que en agosto, en Madrid, con Luján, lo dimos por finalizado. Aún nos estamos recuperando [risas].

 

A ver si acierto: ¿canciones que brillan como diamantes e hieren como cuchillos? ¿Cuál es el hilo argumental que enhebra los nueve cortes que conforman el elepé?
Podría ser una explicación del título, pero en realidad se refiere a la vida, que tiene momentos deslumbrantes, los diamantes, y momentos muy jodidos, los cuchillos, o navajazos, en más de una ocasión, y ese es el hilo argumental. El amor puede hacerte feliz como nunca hubieras imaginado, una epidemia puede llevarte al borde de la locura, el paso del tiempo pesa y hay que mirar por el espejo retrovisor y a veces sentirte fatal o vacío, pero se trata de encontrar refugios seguros, vivir la vida y poder contarlo. Que el balance esté lleno de experiencias, lleno de cuchillos y diamantes, porque eso es la vida. No hay que obsesionarse con que sea positivo o negativo, hay que vivir y experimentar.

 

«Nos sentimos en nuestro mejor momento musical, más sabios, con más recursos, con más imaginación y más caminos posibles»

 

Escuchando este disco, sobre todo en lo que se refiere a las líneas de bajo y en algunas melodías, percibo un regreso al sonido de vuestros primeros trabajos, como Mano, parque, paseo, más post punk, más noise por momentos. ¿Todo vuelve?
Todo vuelve, pero probablemente nunca se fue, el pospunk y la música de comienzos de los noventa están en nuestro ADN por culpa de Pixies y Sonic Youth, es una huella imborrable. Y también hay trazas de grunge en nuestras venas, de noise, de los nuevos románticos, las grandes bandas pop británicas de los noventa o del folk y del pop de los sesenta. Todo eso es Niños Mutantes, y luego nos pasamos meses y meses olvidándolo para evolucionar y mejorar. Es algo totalmente inconsciente, no solemos revisar la música de nuestros inicios en plan nostálgico. Más bien buscamos en lo nuevo, o escuchamos clásica, que al final nos saturamos y necesitamos encontrar nuevos estímulos.

 

Os ha quedado, en general, un disco más pausado, más reflexivo, que aborda temas universales como el paso del tiempo, el amor, menos reivindicativo que en ocasiones anteriores —pienso en Diez o en Diez y ½, por ejemplo—, aunque la crítica social siempre esté presente. ¿En qué momento están los Mutantes? ¿Tenemos que empezar a hablar de los “Hombres Mutantes” [risas]?
Nos parece que llegas tarde, hace tiempo que empezaron a hablar de esos “Hombres Mutantes” [risas]. Ley de vida. Ya no somos unos imberbes que aporrean instrumentos, pero nos sentimos en nuestro mejor momento musical, más sabios, con más recursos, con más imaginación y más caminos posibles. Estamos especialmente contentos con esta colección de canciones, nos hemos dejado la vida en ellas. Puede que sea más pausado que otros discos, pero hace tiempo que cambiamos el movimiento vertical acelerado por el movimiento horizontal, mucho más sensual. A la vez es nuestro disco más guitarrero de los últimos tiempos, hay unos zarpazos que llevaban años sin aparecer.

 

Insisto tras escuchar “16”. ¿Toca reflexionar en este punto vital en el que vamos «dándole la vuelta al jamón»?
Ya te digo. Lo has bordado con la metáfora, que nos encanta, por cierto. Nos creíamos los reyes del mambo a los dieciséis y, aunque hagamos retrospectiva, lo que dice esa canción es que peleamos cada día por seguir teniendo dieciséis, ese ímpetu y esa actitud. No ya en lo musical, que también, sino en la vida y el día a día en general. Este tema es de esos que, sin pretenderlo, pueden acabar en himno generacional, porque recoge un sentimiento muy universal. Tenemos muchas ganas de que llegue a la gente, la hemos guardado como oro en paño, no hemos querido lanzarla de adelanto, nuestra intención es que se descubra al escuchar el disco. Sabemos que nuestro público natural está justo en ese punto de no retorno en el que estamos nosotros, viéndole el hueso al jamón [muchas risas]. Pero no pasa nada, insistimos, ¡hay que vivir y disfrutar el camino!

 

A pesar de lo que os he comentado antes, o redundando en ello, seguís «repartiendo estopa»; es el caso de “Mensajes”, en el que abordáis con crudeza de una tacada varios de los males endémicos de nuestra sociedad: la soledad en un mundo global,

 

«No sabemos cómo mejorar la sociedad, solo sabemos cantarle a lo que nos hace sentir felices, a lo que nos preocupa, lo que nos indigna»

 

Hiperconectado, la sobrecarga de información, generalmente vacía, que no se ocupa de lo importante o que deforma la realidad exprofeso. ¿Sigue siendo la música, vuestra música, una herramienta para mejorar nuestra sociedad? ¿Por qué «se mojan» siempre los Mutantes?
Somos hijos de nuestro tiempo, cantamos sobre lo que hemos ido viviendo; unas veces son emociones personales y otras reflexiones sociales. Nuestra época está marcada por la pérdida del contacto humano que conocimos, el contacto tú a tú, y ahora nos relacionamos a través de las pantallas y las aplicaciones. No somos Byung-Chul Han, ni falta que hace, pero uno de los temas que nos preocupan es nuestra idiotización, la facilidad para manipularnos, lo banal que se vuelve todo cuando solo se busca la atención rápida todo el tiempo. Eso nos llega tanto que sale en las canciones. Nosotros no sabemos cómo mejorar la sociedad, solo sabemos cantarle a lo que nos hace sentir felices, a lo que nos preocupa, lo que nos indigna. A veces se canaliza así un mensaje que la gente necesita poder expresar, y si lo acompaña la fuerza de la música se vuelve imbatible. Nos ha pasado con “Todo va a cambiar”, se ha usado para muchas causas, y, lo más bonito, para muchas batallas personales, mucha gente nos dice que es una canción que le ha ayudado a sobrevivir en épocas duras. No es ya la música, es la cultura la que nos hace mejorar. Nos hace humanos, nos permite ser críticos. Nuestra parte animal es la que nos lleva a matarnos en las trincheras, robarnos, asesinarnos, vivir en los móviles de postureo y putearnos vivos unos a otros. Eso también se nos da fenomenal y nadie quiere oír la verdad, como decimos en “Mensajes”. La cultura y el arte nos hacen mejores, nos hacen reflexionar con perspectiva, nos calman, ahuyentan los demonios y nos dan independencia y la capacidad de huir de «mensajes vacíos». Lo tenemos claro: la música es sanadora, educadora, salvadora.

 

Vuestro tercer adelanto, “Buena suerte” —con reminiscencias de Arcade Fire, por cierto— tiene toda la pinta de ir a engrosar vuestro ya catálogo de himnos. ¿Cómo os las vais a apañar para no dejar ninguna fuera en los directos?
Esa canción es un ejemplo perfecto de cómo hemos trabajado el disco. Le hemos dado mil vueltas, tiene una estructura totalmente atípica, con tres partes que crecen buscando un clímax final. Nada es como los Niños Mutantes antiguos, pero a la vez es muy nuestra. Sintes, pianos… Estamos muy contentos con ella y está gustando mucho, ojalá se convierta en un himno, puede ser muy bonito oír esta letra en boca de la gente. Montar los repertorios de directos es cada vez más difícil, un quebradero de cabeza, sobre todo cuando vas a festivales y dispones de una hora. En salas es más fácil, puede llegar a la hora y media y engastar las canciones del nuevo disco en la columna vertebral mutante. Aun así, ya estamos con el encaje de bolillos y no va a ser fácil.

 

“No has venido a sufrir” es un claro ejemplo de lo que venís a llamar «Mutantes 2.0». En él se mezclan sonidos ochenteros con sonidos actuales cercanos al indie y al pop más elegante y sofisticado. ¿Cómo surge esta canción que es, al mismo tiempo, un abrazo pospandémico?
Es curioso porque el resultado final no tiene nada que ver con el boceto original, que iba por un camino mucho más melancólico. “No has venido a sufrir” y “Mensajes” fueron las dos primeras canciones que produjimos. En esa sesión, en diciembre de 2021, estuvieron juntos Alonso y Ángel como productores. Fue difícil encajar sensibilidades diferentes, también porque las canciones iban muy abiertas. “No has venido a sufrir” estuvo a punto de acabar en la basura, pero de repente se abrió un camino con algo muy ochentero y muy War on Drugs, y Toni también estuvo muy inspirado y trajo un río de guitarras. Lo importante era hacer salir la letra y que la gente recibiera ese abrazo tras dos años sumidos todos en el pozo. La letra cuenta una experiencia real y personal, no es una abstracción. Es un mensaje interno, entre nosotros. No hemos estado bien. La terapia, las pastillas… Todo eso es necesario para sacar a alguien del agujero, pero es igual de importante que llegue un amigo, te coja de la mano y te diga que al final, a la caída del sol, vamos a vencer.

 

Cuando escucho “El refugio”, con ese puntito a los mejores The Cure, me entra un buen rollazo importante. ¿Es Cuchillos y diamantes un disco más luminoso, más optimista?
Nos parece un disco bastante luminoso, la verdad. Casi todas las canciones hablan en positivo y “El refugio” es justo eso, igual que “No has venido a sufrir” o “Buena suerte”. No hay miedo, nos tenemos unos a otros y vamos a seguir adelante ayudándonos y queriéndonos. En lo musical esta canción tiene homenajes muy claros a The Cure y a Franco Battiato. Nos da muy buen rollo mandarle besitos a referencias que vienen de nuestra infancia mientras la tocamos.

 

No tenemos remedio, ¿verdad?
No, no hay más que abrir un periódico, aunque la canción habla en un sentido personal, de relaciones interpersonales, de egos y batallas perdidas diarias. Habla de terapia, de diván, de ver claro lo que hay que cambiar pero no ser capaces de hacerlo. Somos muy torpes y estamos muy perdidos. Nos cuesta la vida aplicar perspectiva y constatar que nuestros problemas no son tan importantes, que deberíamos pensar como grupo, como sociedad, ser más generosos, pero no hay manera. Es una canción que nos encanta a los cinco y que en directo promete muchísimo. Tiene muchísima garra en lo musical y en lo lírico.

 

«La cultura y el arte nos hacen mejores, nos hacen reflexionar con perspectiva, nos calman, ahuyentan los demonios y nos dan independencia»

 

“Madreselvas” arranca, salvando las distancias, al estilo de “Pura vida”, de manera cruda, con menos arreglos y orquestación, pero directa a la patata. Y luego muta y se convierte en otra cosa. ¿Es un buen ejemplo de la evolución del sonido mutante?
Nos encanta meternos en jaleos, en charcos que no son nuestro entorno habitual a priori y llevamos años acercándonos a ese blues pantanoso en el que no te esperas a Mutantes. Aquí no hay pantano, ahí se aleja de “Pura vida”, hay algo más mirando a Laurel Canyon, a unos Crosby, Stills, Nash & Young. Hippismo setentero que de repente se convierte en otra cosa, con una segunda parte que roza el rock progresivo y nos eleva mucho. Ojalá a la gente también la haga elevarse para cerrar el disco. Con la curiosidad de que el último arreglo del disco, al acabar la canción, es el mismo con el que empieza en “Buena suerte”. Queríamos cerrar el círculo.

 

La pandemia, el confinamiento, toques de queda, medidas anticovid, esos conceptos que colapsaron nuestras vidas no hace tanto se ven ya en el retrovisor. Durante aquel tiempo, recién estrenado Ventanas, tuvisteis que reinventaros, y vaya que si lo hicisteis. Tras la experiencia del cine, los conciertos en streaming, ¿con qué nos vais a sorprender ahora?
Con una gira de salas como las de toda la vida, que ya está bien de sufrimiento. Han sido dos años y pico terroríficos. Lo pasamos bien con el rodaje para cine y los conciertos en streaming, no había otra para entretenerse que buscar fórmulas alternativas, pero la pandemia dejó fuera de juego la gira de Ventanas. No ha disfrutado, ni de lejos, de la vida en directo de otros discos. Estamos deseando salir a la carretera, como toda la vida, hacer callo de furgoneta en el culo. Para eso necesitábamos un disco nuevo que naciera del corazón y fuera un nuevo comienzo. Y aquí está. Ahora, a tocar y a defenderlo. La batalla ahora está en las salas, que hay que reivindicarlas, el espacio en el que más se disfruta de la música, y que están arrinconadas por los festivales y el fast food musical.

 

Este disco, según afirmáis, es brutalmente honesto y nace en circunstancias personales y colectivas distintas a las de trabajos anteriores, sin dar nada por sentado, arriesgando al máximo y a base de trabajo duro y continuo. Cuando uno se expone tanto, ¿preocupa más que en ocasiones precedentes la respuesta del público? ¿Qué esperáis de Cuchillos y diamantes?
Estamos un poco acojonados, la verdad [risas]. Es que nos hemos dejado las tripas en este disco. Hay mucha exposición y queremos que funcione y que la gente se identifique con él. Eso siempre te genera presión y miedo. No ha sido nada fácil, veníamos bajos de ánimo y con muchas dudas, y esas dudas las hemos aplicado a nuestras canciones y a la producción. Nos hemos dado, no una, sino tres vueltas de tuerca en cada instrumento y cada canción para asegurarnos de que no podíamos exprimirnos más. Cuchillos y diamantes es un rubicón mutante y esperamos, sobre todo, abrir una nueva etapa y disfrutar de ella. Lo más difícil era conseguir dejarnos satisfechos a nosotros, y eso lo hemos logrado, aunque nos ha costado muchos meses y muchos desvelos. Ahora ya, que guste o no, no está en nuestra mano. Pero, para qué negarlo, nos haría muy felices que este disco fuera muy querido y muy escuchado.

 

Muy cerquita ya de que se cumplan tres décadas de vuestra carrera y tras una docena de discos, ¿cuál es el balance? ¿Cómo verían los «niños-Niños Mutantes» a los Mutantes actuales?
Es una pregunta complicada. Esencialmente nos vemos igual, sentimos que seguimos siendo esos chavales que se juntaban en los noventa para flipar con Pixies, Sonic Youth, Nirvana y los Beatles y disfrutar intentando hacer canciones propias. Esos que pensaban que algún día igual podían grabar un disco. Ahora tenemos más arrugas y el pelo más blanco, pero cuando componemos o salimos de gira, seguimos siendo aquellos niños de los noventa. Gracias a Dios.

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