Niños Mutantes: «Nuestras canciones están llenas de acordes menores y lamentos del alma»

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«Si tenemos poderes proféticos para los dramas, mejor que nos los quite el Señor»

 

Con desfase pandémico: así nos asomamos a las Ventanas de Niños Mutantes, uno de los mejores discos del 2020 para Efe Eme cuya presentación en directo se estrenará en los cines en febrero. Una entrevista de Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: PATRICIA J. GARCINUÑO.

 

Inicialmente, esta entrevista se programó el 18 de marzo de 2020, a las 12:30 de la mañana en la oficina de La Trinchera, que por entonces estaba en el corazón de Malasaña. El estado de alarma lo impidió y nos confinó en nuestras casas, pero Niños Mutantes decidieron seguir adelante con la publicación de su disco. Y el 20 de marzo salió a la luz Ventanas, un título profético en aquellos días en los que eso era, justo, lo único que nos conectaba con lo que pasaba en el resto del mundo. Las ventanas físicas, las ventanas virtuales.

El disco más ambicioso de Niños Mutantes es, caprichos del destino, el único que no pueden presentar como les habría gustado. En la grabación se pusieron contra las cuerdas, trabajando con cinco equipos de producción distintos y agrupando las canciones en cinco conceptos: Ángel Luján produjo los dos temas de La vega (Palabras para Julio, Húndete), Raúl Pérez de El puerto (“Un tiro en el pie”, “Camino perdido”), Noni y Doria de Las estrellas (“Una noche”, “Oxígeno”), Christina Rosenvinge de El bosque (“No una más”, “La ausente”) y Novedades Carminha de La ciudad (“Todo tiene un precio” y “El examen”). Con ellos orquestaron un disco que ha sido, para muchos de nosotros, un refugio en pleno confinamiento. Para paliar la falta de una gira al uso, decidieron grabar la puesta de largo de este disco en Granada y el 26 de febrero la llevarán al cine con el título Nunca olvidaré esta noche. La película del concierto de Ventanas. Por todo ello les preguntamos a Juan Alberto (voz y guitarra), Nani (batería) y Migue (bajo). Andrés (guitarra) se quedó resolviendo asuntos en Granada. Los demás nos encontramos, nueve meses más tarde de lo previsto, en las nuevas oficinas de La Trinchera. Mismas canciones, pero otro tiempo y otro lugar.

 

Vuestras Ventanas fueron un soplo de aire fresco en nuestro encierro. Publicar un disco con ese título, cuando las ventanas eran lo único que nos conectaba al mundo, ¿qué es? ¿Un título con mil lecturas, o definitivamente profético?
Nani:
¡Era definitivamente profético! Lo teníamos pensado desde noviembre (risas).
Juan Alberto: Las canciones son ventanas por las que miramos y por las que nos miran. Las canciones son un escaparate en el que se ve cómo somos. Nos pareció una forma sugerente para hablar de canciones. Había cinco visiones, cinco ventanas desde las que ver un paisaje diferente: el bosque, el puerto, la ciudad… y el camino que habíamos querido seguir en cada una de las producciones del disco. Pero mira, luego acabaron siendo las ventanas la única manera de comunicarnos con el mundo. Si tenemos poderes proféticos para los dramas, mejor que nos los quite el Señor, y que nos quedemos como estamos [risas].
Nani: La verdad es que es increíble la coincidencia, pero no era premeditado.

 

Las circunstancias también han cambiado el sentido de las canciones, ¿no? A veces uno escribe una letra pensando en algo, y la realidad transforma el significado.
Nani: Sí, todas tienen letras premonitorias, es increíble.
Migue: Cuando se leen las cosas a posteriori, el encaje es mucho más fácil.
Juan Alberto: Es curioso el fenómeno de las canciones, poder encontrarle nuevas lecturas que se adaptan a nuevas situaciones de tu vida. Hay canciones que no hablaban de una ruptura, y después de una ruptura las escuchas y encuentras versos que se adaptan a esa situación. Es curiosa la ductilidad de las canciones para adaptarse a nuevas situaciones emocionales. Siempre hay un encaje imposible entre la emoción del autor y la del público, nunca va a ser la misma, siempre hay una interpretación.

 

Con este disco, lanzado el 20 de marzo mientras todo el mundo estaba encerrado en casa, entrásteis en el puesto número cuatro de los discos más vendidos. A veces funciona remar a contracorriente.
Nani:
Hubo un gabinete de crisis para ver que hacíamos y decidimos que tenía que salir. Llevábamos mucho tiempo pensando en esa fecha, y es muy difícil guardarte ese ardor guerrero que llevas preparando meses para una fecha concreta y anular toda esa emoción. ¿Cuándo era buen momento para sacarlo? No podíamos esperar a 2021, ni siquiera esa era una fecha garantizada. Hicimos lo que teníamos que hacer, lo que nos pedía al corazón. Igual no fue una gran idea en cuanto al márketing, pero no creo que ahora mismo la haya. Da igual cuánto hubiéramos esperado, se habría diluido el trabajo del disco, no habríamos sabido cómo explicarlo siete meses después.
Juan Alberto: Ha sido muy raro. Este disco es fruto del trabajo de un par de años dándole vueltas a la cabeza, con un proceso complejo y apasionante de grabación: cinco estudios distintos, cinco enfoques diferentes, colaborando con gente distinta. Teníamos tantas cosas que contar que se hacía duro enfrentarse a una promoción en plena pandemia. Teníamos una idea romántica que seguimos teniendo: «Esto va a ser jodido, pero si podemos ayudar a la gente en esta situación, ofreciéndole canciones nuevas que llevan tiempo esperando y que para nosotros significan tanto, habremos conseguido algo superpotente». El concierto de Madrid [que hicieron en diciembre en La Riviera] lo hacemos de forma totalmente romántica, lo mismo hasta nos cuesta el dinero, porque los aforos son muy reducidos y nosotros queríamos llevar la formación sin recortes. Este disco no podemos mutilarlo.

 

«Es curiosa la ductilidad de las canciones para adaptarse a nuevas situaciones emocionales»

 

Decís que este es un disco hedonista, que rompe con vuestro modus operandi habitual. ¿Qué ocurre para que queráis romper con lo anterior?
Nani:
Es hedonista porque lo hemos pasado superbien. Y no hemos escatimado ni medios ni gente grande que nos acompañe. Es un disco muy placentero en su factura. Las canciones no creo que sean hedonistas, pero el concepto sí.
Migue: Cuando llevas tanto tiempo haciendo discos necesitas cambios, asumir riesgos, que para eso somos artistas, y no ser continuistas. Esta manera nos parecía una forma chula de afrontar el futuro. ¿Cómo te presentas otra vez diciendo que hemos vuelto a hacer el mejor disco de Niños Mutantes? Hay mucha gente que nos está diciendo que es nuestro mejor disco.
Juan Alberto: Hay mucho hedonismo de desinhibición, de no darnos vergüenza cosas que no hubiéramos hecho hace cinco años. Por ejemplo, las canciones con la producción de Novedades Carminha, que te llevan a un territorio bailable, soul, utilizando más el sentido del humor. Hay menos tragedia y menos drama. Siempre hemos sido muy dramáticos, nuestras canciones están llenas de acordes menores y lamentos del alma. Y con el tiempo, la postura es: «Total, para dos días que estamos, habrá que pasárselo bien». Hay muchas canciones juguetonas en el disco. Lo hemos pasado tremendamente bien, aunque el proceso era muy denso.

 

¿En qué sentido?
Juan Alberto: Como no queríamos llevarlas a nuestro terreno, no hicimos ensayos previos. Hablábamos sobre los bocetos iniciales, le pasábamos las maquetas a los productores y hablábamos sobre ellas. Tuvimos un solo encuentro con cada uno de ellos en el local de ensayo, un acercamiento, pero sin ponernos a construir las canciones, eso lo dejábamos para el estudio. Eso era muy divertido, pero nos ponía en situaciones de tensión total, le dábamos al botón de grabar y no sabíamos lo que iba a pasar, no conocíamos la estructura final de la canción. Ha sido un proceso lleno de riesgos y podía haber acabado realmente mal. En alguna sesión hubo un momento de agobio, pero el caos se fue ordenando.
Migue: En muchos ensayos no tocábamos, decíamos que íbamos a ensamblar. Nos pasábamos más rato hablando sobre el concepto que tocando.
Juan Alberto: Ha sido como un máster. En los discos anteriores tirábamos de nuestros recursos, de nuestra personalidad en el instrumento, y pules tu estilo, pero no te lanzas a hacer otras cosas. Migue y Nani han tenido que hacer bajos en plan soul o funk que no habían hecho nunca, mi trabajo cantando ha sido superinteresante con Christina, o con Ángel Luján. En la sesión con Novedades Carminha, Paul Grau, un ingeniero alemán, me dijo: «Esta canción tienes que cantarla sonriendo». En veinte años nadie me había dicho que tenía que cantar una canción sonriendo. Cambia el timbre, la sonoridad… Nosotros afrontamos esto con humildad siempre, vamos a disfrutar y aprender, y aquí hemos aprendido latín.

 

Hay que acabar con la expresión «zona de confort» para siempre, y también con lo que significa. Eso es lo que habéis hecho, cambiar el punto de partida y lograr diez canciones muy dispares que, sin embargo, encajan muy bien.
Migue: Ese fue uno de los miedos. En esos ensamblamientos hablábamos sobre eso: «¿Cómo va a conjugar todo?». Pero la gente lo que oye son playlist de canciones, saltan de un artista a otro.
Nani: También somos muy exagerados los músicos en estos análisis: hagas lo que hagas, vas a sonar a ti mismo. Se notan los matices, pero al final son Niños Mutantes interpretando diez canciones.
Juan Alberto: Es curioso, porque Luján, en las dos primeras canciones que hicimos, nos dijo: «¿Cómo pensáis mezclarlo? Lo mezclará todo la misma persona, porque si no este disco va a ser una locura, va a sonar rarísimo». Y le dijimos que no, porque la mezcla es un proceso fundamental, y si al final lo mezclaba todo la misma persona no íbamos a llevar el camino radical de hacer cinco producciones diferentes. Luego a él le tocó hacer la masterización al final, y reconoció que funcionaba perfectamente.

 

Precisamente empezasteis con él y con la canción que abre el disco, “Palabras para Julio”.
Nani:
Era la primera canción y estaba bastante clara, las demás no estaban claras ninguna [risas]. Empezamos con él porque casualmente estaba en Granada, aunque tampoco le conocíamos mucho, teníamos alguna referencia por Andrés. Estuvo con nosotros un par de ensayos, hicimos un par de canciones y surgió el amor, porque ahora es nuestro técnico de sonido [risas]. Ha sido el superfichaje del año.

 

En “Palabras para Julio” hay un guiño a la poesía de Goytisolo, y hay tres versos suyos, concretamente. ¿Cómo surge ese «ensamblamiento»?
Juan Alberto:
Muchos de mi generación nos criamos escuchando la música de los progres y los antifranquistas. Mis padres no escuchaban mucho a Paco Ibáñez, lo escuchaba en casas de amigos de mis padres. La de Paco Ibáñez es una obra que habrá que reconocer más todavía en el futuro, porque hace una antología de la poesía española de todos los tiempos, algo dificilísimo, que es musicar poemas de otros, pero lo hace con fuerza y gusto. “Palabras para Julia” es contundente, las frases son demoledoras, me llevan acompañando toda la vida esos versos. Estaba haciendo la letra y no había ningún planteamiento previo, pero llevaba seis versos escritos y me salió directamente solo, cantando, acoplarle esa letra. Y el título es un homenaje, un juego de palabras. La canción es un ambiente veraniego, pero ese verano perdedor de la gran ciudad, cuando el cemento expele sesenta grados.

 

«Siempre hay un encaje imposible entre la emoción del autor y la del público, nunca es la misma, siempre hay una interpretación»

 

Para contundente, “Un tiro en el pie”. Después del «iros a la mierda» de Paco Umbral, no ha habido nadie que mande a la mierda con tanta alegría.
[Risas] Juan Alberto:
Es una de las canciones más transformadas. Al principio sonaba un poco, salvando las distancias, a Sufjan Stevens. Era una cosa con guitarras acústicas, arpegios, un poco melancólica… y la llevamos a la mina con Raúl.
Nani: Raúl nos puso a los Growlers y le dimos la vuelta: ese rollo reggae, moderno, y tiró por ahí. Era una balada triste y se convirtió en una letra hija de puta.
Juan Alberto: Se convirtió en un «me cago en tu puta madre» sonriendo.

 

Con Raúl hacéis también “Camino perdido”, que tira hacia el Trópico y la cumbia. Estáis preparando el salto al charco, ¿no?
Nani:
Eso sí lo tenían los bocetos de las canciones. Nuestro viaje por México, Colombia, Panamá, Venezuela… nos dejó muy tocados en 2018. Justo habíamos vuelto cuando empezamos a componer, y Juan tenía tres o cuatro bocetos con un rollo muy andino.
Migue: Fuimos eligiendo las canciones en función de quién las iba a producir, y esta producción terminó llamándose Puerto por cómo habíamos absorbido, en nuestra estancia en Latinoamérica, esos aires musicales. En Puerto es donde más se nota.
Juan Alberto: Son cantes de ida y vuelta mutantes. Por allí fuimos pidiendo referencias, porque nosotros escuchamos la música de Colombia o México que escuchan los españoles, y lo que queríamos era escuchar la música de México que escuchan los mexicanos. Nos pasaron varias playlist, estuvimos buceando.
Nani: Estuvimos meses escuchando música de ese tipo. “Camino perdido” es casi una cumbia, entre el reguetón y la cumbia.
Juan Alberto: Había más canciones en esa onda. “La ausente”, que la hicimos con Christina, al principio iba más por el camino de Violeta Parra.
Nani: Yo sigo notando el rollo andino en “La ausente”, como ese himno setentero guerrillero.
Juan Alberto: A mí me suena a astrohúngaro.
Nani: Sí, a Varsovia año 73 [risas].

 

Descubrí que estabais trabajando con Christina Rosenvinge por casualidad, hablando con ella, en un viaje que hicimos hace poco más de un año a los premios Pop Eye.
Nani: ¡Era secreto!

 

Esa unión de fuerzas ha sido positiva. ¿Por qué pensásteis en Christina, y hasta dónde os llevó ella?
Nani:
Ella pensaba que iba a ir a un gueto donde no iba a tener margen, y todo lo contrario: se quedó flipada porque le hacíamos caso [risas]. Fue casual. Vino a la Feria del Libro de Granada, la traje para presentar su libro [Debut, 2019], y allí quedamos para tomar unas cervezas con ella.
Juan Alberto: Nani estaba liado y quedamos Andrés y yo con ella. Queríamos comer con ella como fans de toda la vida, para conocerla en plan mitómano, para ver si era tan maravillosa en persona como nos parecía encima del escenario. Nos lo pasamos muy bien, nos reímos muchísimo, le contamos que estábamos trabajando con productores diferentes y le preguntamos con quién había hecho la producción de su último disco, que nos gustaba mucho. Y dijo: «Básicamente la producción es mía». Y le soltamos a bocajarro: «Pues prodúcenos tú». Se quedó sorprendida, porque nunca le habían encargado una producción. Le hizo mucha ilusión y a nosotros todavía más.
Nani: Curró mucho, cuando vino al ensayo tenía un montón de cosas estudiadas en casa, había cambiado las melodías…
Migue: Trabajó sobre las letras, que a eso no estábamos acostumbrados, a que alguien metiera mano ahí. También nos rondaba en la cabeza que hubiera alguien femenino en la producción, ¡todo eran hombres!, pero no encontrábamos a nadie.

 

«Es muy difícil guardarte ese ardor guerrero que llevas preparando meses para una fecha concreta y anular toda esa emoción»

 

No hay prácticamente mujeres en el campo de la producción, salvo las que se producen sus discos, ¿no?
Nani:
Irán llegando. Antes tampoco había muchas mujeres músicos y ahora sí.

Luego están los guiños electrónicos con Noni y Doria, con los que habéis grabado “Una noche” y “Oxígeno”. Me imagino que ahí tocáis un poco menos.
Nani:
No he grabado ni un solo golpe de batería en esas dos canciones [risas].
Juan Alberto: No es cierto, en “Oxígeno” hay baterías que grabaste.
Nani: ¿Sí? Hostia, ¡qué bien!
Juan Alberto: Es lo bonito, que han sido experiencias radicalmente diferentes. Con Christina una de las novedades fue la depuración literaria, trabajar los textos, las voces, y con la producción electrónica con Noni y Doria fue como meternos en el supermercado del sinte. Creo que todo el dinero que ha ganado Noni con Lori Meyers se lo ha gastado en sintetizadores. Es una puta locura. Había treinta enchufados a la vez. Y funcionaban, porque encontrabas texturas totalmente distintas. Esas canciones tenían orientación electrónica desde el principio, no están hechas con una guitarra, están hechas con el Garage Band. Hay sonidos de mi teléfono móvil que han acabado en el disco, porque las herramientas que llevamos en el bolsillo son armas de destrucción masiva, te dan unas posibilidades infinitas. Por mucho que hagamos una maqueta de base electrónica con sintes, nosotros no tenemos tanta experiencia como para sacarle el máximo rendimiento. Con ellos las cosas fueron mucho más lejos.
Nani: Doria tiene la técnica, la tecnología y el aparataje necesario, es un buen ingeniero de sonido y se curró las bases. Noni tiene unas ideas cojonudas, pero para esas bases rítmicas necesitas a un tío como Doria, que lo resuelva en su ordenador. Si no, es imposible.
Juan Alberto: Hicieron un buen tándem. Doria contribuía más en la columna vertebral y Noni para la decoración…

 

De interiores.
Nani:
En lo espiritual. En los arreglos, los riffs… Tiene una cabeza brutal para los arreglos y las melodías. Fue maravilloso.
Juan Alberto: Lo de decoración de interiores es una expresión que usamos mucho. Andrés es el decorador de interiores. La columna vertebral son estos dos señores [Nani y Migue] y la base rítmica y la voz.

 

En este disco también hay realismo poético en los temas que grabáis con Novedades Carminha (“Todo tiene un precio” y “El examen”). Y una marcianada, podríamos decir.
Juan Alberto:
Con ellos fue la última sesión, y llegamos absolutamente liberados. La primera fue con Luján y suena mucho más mutante todavía, tenemos mucha más inhibición, pero cuando llegamos a la última sesión nos daba igual todo, habíamos perdido la vergüenza totalmente.
Nani: Y con estos dos, que es imposible tener vergüenza. Son superserios trabajando, pero sus conceptos musicales no tienen nada que ver con los nuestros, ese engranaje de dos generaciones totalmente distintas es supersano, nos rejuveneció veinte años. Nuestra verticalidad se convirtió en horizontalidad: de repente podíamos mover las caderas hacia los lados, en vez de hacia arriba [risas].

 

Qué buena descripción.
Migue:
Solo sabíamos bailar el pogo [risas].
Juan Alberto: Es maravilloso lo jóvenes que son y la sabiduría que tienen de los engranajes de una canción.
Nani: Son dos tíos muy estudiosos, son dos músicos excelentes y dos tíos muy frikis, y la combinación de ambas cosas mola mucho.

 

 

«Nosotros afrontamos esto con humildad siempre, vamos a disfrutar y aprender, y aquí hemos aprendido latín»

 

En febrero, además, estrenáis en cines Nunca olvidaré esta noche. La película del concierto de Ventanas. ¿En qué consiste?
Migue:
Es una película del concierto de Granada [de octubre de 2020], con algunas declaraciones que contextualizan el momento. Quiere contar una historia de espíritu de lucha y la adversidad, que es la historia de Niños Mutantes.

 

Y de este disco.
Nani:
La idea es que, ya que no podemos girar, todo el mundo pueda ver en el cine de su ciudad el concierto Ventanas.

 

¿Solo se verá en cines?
Migue: En deuvedé no estará. En principio va a estar en cines, y luego seguramente estará en plataformas.
Juan Alberto: Otra idea romántica: nuestro empeño de que la gente oiga estas canciones en directo, no en formato reducido y adulterado. Ahí está, para verlo en las salas de cine. La sensación de concierto, donde se tiene es en la sala de cine, en una pantalla grande y con ese sonido fantástico. Que fuera solo el concierto nos parecía que quedaba algo sin contar, porque esos conciertos fueron muy emocionantes, poder por fin tocar estas canciones en directo, enseñárselas a la gente, la tensión acumulada de tantos meses, la liberación y la culminación de decir: «¡Hostia, por fin lo hemos conseguido!». Los días antes subieron tanto los contagios en Granada que teníamos miedo de que no pudiera hacerse el concierto, y llevábamos meses preparándolo. Había un bombardeo de gente a nuestro alrededor dando positivos, y decíamos: «Como caiga uno solo…».
Nani: Los diez últimos días fueron tremendos.
Juan Alberto: Merecía la pena contarlo, aparte del concierto en sí.

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