Música disco, de Carlos Pérez de Ziriza

Autor:

LIBROS

«Una guía solvente, tanto para el aficionado como para el experto»

 

 

Carlos Pérez de Ziriza
Música disco
MA NON TROPPO, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Nadie duda en nuestros días que el fenómeno de la disco music que asaltó calles, juventud y listas de éxito cuando la década de los setenta estaba llegando a su centro, fue un fenómeno sociológico de primera magnitud. Ya en la época, con mirar alrededor, uno lo percibía con nitidez. Costó más convencerse de que como movimiento musical tuvo tanta impronta y calidad como cualquier otro. El siguiente paso ha sido descubrir que generó grandes canciones —de la mano de productores, sí, tanto da—, canciones que han impregnado arreglos y texturas en toda la música posterior y que se reconocen en cientos de grabaciones hasta la actualidad. No es casual que últimamente hayan salido varios libros sobre el tema, el que presentamos aquí, otro en esta misma editorial, volúmenes que lo incluyen como extenso capítulo…

Multiforme y universal, nacido desde el undergroud antes de ser fagocitado por la industria, la disco music fue la otra cara del punk, como bien sabe ver Carlos Pérez de Ziriza. Fue la música de los desclasados, de los que se encuentran con dos cosas incompatibles per se: juventud y barreras para entrar en el sistema. Otro punto en común: en vez de enfrentarse a este sistema, deciden jugar al escapismo, bien sea con actitudes nihilistas o fomentando el hedonismo. En ambos casos se trata de música de hits. Claro que en ambos casos se grabaron importantes elepés; pero lo que llegó al público fue el sencillo, el hit.

Tras la pequeña introducción, la sintaxis del libro se guía por condicionantes geográficos. Más de la mitad está dedicada al fenómeno en Norteamérica, desde sus orígenes en el sonido de Philadelphia —la primera vez que se alían ritmo y sensualidad sofisticada—, y las diversas zonas dentro de su extensa dinámica: del norte a Florida, de Nueva York a California.

Marcado por sus orígenes souleros, el estallido de los Estados Unidos se opone al europeo, también motivo de un capítulo, mucho más atentos a componentes electrónicos. Giorgio Moroder fue aquí quien sentó las bases. Y a partir de este momento se abren capítulos para destacar su presencia en artistas españoles y latinoamericanos, África, las viejas glorias que se apuntaron a los nuevos sonidos… No merece la pena repasar esta última lista, puesto que fueron absolutamente todas, hasta los rockeros más recalcitrantes.

Completa el volumen un listado de las discotecas donde se gestó su impulso, las películas que reflejan qué pasó entonces —ficción y documentales— y una recolección de los discos y las canciones más representativos. No deja de ser una guía solvente, tanto para el aficionado, que puede entrar en este mundo de una manera ágil y rápida, como para el experto, que puede recordar o comprobar fácilmente algún dato que se le escape. Lo que sí es esencial es leerlo solo con una mano: la otra ha de estar atenta a buscar las canciones en su plataforma favorita.

Anterior crítica de libros: Malaherba, de Manuel Jabois.

 

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