Mon Laferte: «Como nunca tuve nada, no tengo miedo a perder nada»

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«No se espera que, en una alfombra roja, donde todos tienen que ser sonrientes y felices, alguien llegue con un mensaje real y social»

 

Su reivindicación en los Grammy latinos, donde pisó la alfombra roja mostrando sus pechos con el mensaje “En Chile torturan, violan y matan” ha dado la vuelta al mundo. Carlos H. Vázquez entrevista a Mon Laferte, ganadora del premio al Mejor álbum de música latina.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: ALBERTO HIDALGO.

 

Quien haya jugado al Age of Empires sabe que hay muchas formas de conquistar o acabar con un pueblo hasta llegar al rey. Cuando el ejército contrario acababa con uno de los tuyos se saldaba con una venganza personal; pese a ser muchos, la pérdida de uno de tus aldeanos importaba y no iba haber tregua alguna con los atacantes. Era la guerra.

La industria discográfica, el espectáculo, la manifestación, la ideología… delimitados por la alfombra roja de la entrada al MGM Grand Garden Arena de Las Vegas, por donde desfilaron el pasado 14 de noviembre para celebrar la vigésima gala de los Latin Grammy. Allí, la chilena Mon Laferte fue protagonista, además de por ser una de las premiadas (Mejor álbum de música alternativa), por su aparición reivindicativa, enseñando —escrito— sobre su pecho desnudo el mensaje «En Chile, torturan, violan y matan». En realidad, Mon se encontraba defendiendo su sexto álbum de estudio, Norma (Universal, 2018), que le propició el segundo Latin Grammy de su carrera después del primero, en 2017, por la canción “Amárrame” (Mejor canción alternativa). Pero también estaba defendiendo a su gente.

En el Chile de Mon Laferte, según datos del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), se han registrado en estos días de protesta 3.193 detenidos, pero también hay muertos y desaparecidos, como la artista La Mimo, que apareció muerta, colgando de una reja, con signos de haber sido violada. Esto, junto a los vídeos que están corriendo por las redes sociales de los Carabineros, no hace sino mostrar la peor cara de un poder y de la gestión del presidente Sebastián Piñera. Sin embargo, en el otro lado han tomado posiciones las letras, las canciones y la poesía. Violeta Parra sigue en la calle.

 

Como decía Bertolt Brecht, ¿vivimos en un mundo donde la mentira es un hecho habitual y la verdad se ha convertido en un acto revolucionario?
Sí y no, depende del contexto. En el contexto de mi manifestación no se espera que, en una alfombra roja, donde todos tienen que ser sonrientes y felices, alguien llegue con un mensaje real y social. Ahí es cuando la verdad se vuelve revolucionaria.

 

¿En qué momento decidiste hacer esta manifestación? De hecho, en el mismo hotel donde te alojabas, grabaste el tema “Plata ta tá”, muy reivindicativo también por lo que está sucediendo en Chile estos días.
La cosa fue que yo estaba en Chile, participando activamente en todas las manifestaciones, montando actividades, juntándome con un montón de gente, con el director del Instituto Nacional de Derechos Humanos… Estuve muy activa en el país. De pronto, se me viene encima la cita de los Latin Grammy, y yo me sentía muy incomoda y extraña. Los Latin Grammy no tienen la culpa de las injusticias sociales que tienen en Chile, pero, claro, yo estaba viendo los dos mundos y, como te digo, me sentía muy mal, muy incómoda, y sentía que no podía pasearme por la alfombra roja sonriente, como si nada sucediera, cuando en Chile la gente se está muriendo, le están arrancando los ojos, violan a las mujeres… Llegué a Las Vegas y me entró como un fuego que me entra a veces y no sé por qué. Supongo que es la revolucionaria que llevo dentro. Entonces le dije a Manú Jalil, que es mi mejor amigo y productor, que teníamos que hacer una canción o algo con lo que estaba pasando esos días en Chile, porque creo que lo que podemos hacer nosotros desde nuestro lado es música, ya que todo el mundo en Chile empezaba a publicar sus canciones, primero fue Ana Tijoux con “Cacerolazo”. Yo quería hacer una canción para la gente, así que empezamos a hacerla en el baño del hotel. Allí armamos un estudio improvisado con la computadora. Es lo bueno de ahora, que puedes grabar en cualquier sitio. Al final, amanecíamos grabando, porque durante todo el día teníamos actividades y compromisos de trabajo, y el único rato que nos quedaba eran las horas de la noche, entonces no dormimos para poder terminar la canción.

 

 

¿Cómo lo preparaste?
El primer día, en el homenaje a Juanes, pasé por la alfombra, cumplí con mi trabajo, canté… pero me seguía sintiendo muy cómoda. Entonces, pensando en el día siguiente, en la alfombra principal de los Latin Grammy, no podía pasar con un vestido lindo, sonriendo, y diciendo que está todo bien cuando no era verdad. Honestamente, me sentía muy mal. Agarré fuerzas de no sé dónde y dije: «Voy a hacerlo, porque me molesta mucho que se siga pensando que en Chile hay saqueos y que el pueblo está violento, porque no es así». En Chile, desde el Estado, la policía y los militares, hay violaciones a los derechos humanos gravísimas. Tuve claro lo que iba a hacer en la alfombra roja de los Latin Grammy, mostrar mis pechos con el mensaje «En Chile, torturan, violan y matan», pero me estaba muriendo de miedo, la verdad. Cuando iba camino de la gala me sudaba todo, porque me iba a exponer. Tengo los pechos más normales del mundo, soy una mujer supernormal físicamente hablando, pero no importaba, porque yo quería que el mensaje llegara. Y… bueno, pasó. En cuanto a la canción, ya la venía preparando desde hacía tres días, pero lo de la portada lo sumamos a última hora. De hecho, para serte honesta, medio pensé que no me terminarían apoyando, porque cuando uno tiene contratos y una compañía disquera, no puede lanzar una canción de un día para otro, porque así no funciona; hay un montón de procesos, de aprobaciones… Es un proceso largo, pero les dije: «Tengo esta canción y la voy a cantar, porque necesito hacer esto ahora y mi país necesita esta visibilidad y también la gente que se está manifestando». Al final, me apoyaron en todo y me dejaron lanzar la canción.

 

“Plata ta tá” es un tema de reguetón con Guaynaa. ¿Crees que el reguetón sirve, como en estos casos, para hacer llegar un mensaje social, como si fuera un caballo de Troya?
No hay que olvidarse de que el reguetón nació con un mensaje social en las protestas del Caribe. Después se volvió un género muy comercial y muy popular, pero su alma viene de la protesta. Y elegí un reguetón precisamente por lo mismo, porque es música más popular. Lo que yo justamente quería era que ese mensaje pudiera llegar, que fuera fácil, que la gente pudiera escucharla con ese ritmo aunque tuviera una letra de protesta, que se entendiera una letra así… Yo siempre he hecho música popular, aunque me siguen poniendo en la categoría alternativa, pero canto bolero, salsa, cumbia… Me siento muy popular y muy de la gente.

 

«Tengo esta canción y la voy a cantar, porque necesito hacer esto ahora y mi país necesita esta visibilidad y también la gente que se está manifestando»

 

Durante las protestas de Chile también tocaste “La carta”, de Violeta Parra.
Sí. Creo que la mayoría de los artistas tenemos la necesidad de expresarnos a través de lo que sabemos. Yo sé hacer música, entonces busqué en el cancionero popular de la música chilena. Para mí, Violeta Parra siempre ha sido un referente y esa canción representaba lo que se estaba viviendo en el país. Hay una frase que dice: «Los hambrientos piden pan, plomo les da la milicia», que fue lo que pasó entonces y lo que está pasando ahora: militares en la calle, toque de queda… recordando a la etapa más oscura de Chile durante la dictadura.

 

 

Tu madre te hizo llegar un mensaje, cuando empezaron las protestas, en el que te contaba que los militares habían salido a la calle, que había toque de queda… Como acabas de comentar. Tú tenías que estar allí, aunque no importaba cómo, ¿pero es cierto que te aconsejaron que no fueras a Chile?
Todo el mundo me dijo que no fuera a Chile. De hecho, yo tenía una gira por Europa esa semana. Cancelé los conciertos que tenía en Europa y me fui a Chile, aunque todo el mundo me decía «no vayas», incluso mi mamá. Pero yo no me podía quedar tranquila, no podía estar cantando en Europa sabiendo que en Chile estaban matando gente y que mi madre no podía salir ni a la esquina. Tenía que ir.

 

¿Qué influencia ha tenido la creación del Colectivo Música y Músicos de Chile en este caso?
La idea era reunirnos a través de la música o con conversatorios, y hasta el día de hoy siguen haciendo muchas cosas interesantes, porque hay conversatorios acerca de la Constitución, que es lo que más debate hoy, qué es lo que tiene que cambiar, informando en los barrios… El colectivo de los músicos de Chile es un colectivo que se hace con la gente, con las comunidades… A raíz de Música y Músicos de Chile, nació otro grupo que se llama El Largo Tour, que va a las poblaciones con la excusa de la música y llevan abogados y psicólogos para que atiendan a la gente que nunca ha tenido acceso en su vida a un abogado o a un psicólogo, porque en Chile esto está privatizado y es carísimo. Los artistas aquí son muy conscientes y han estado muy activos ayudando a la gente.

 

¿Piensas que por este tipo de manifestaciones pueden no contratarte?
Yo creo que puede pasar, porque no toda la gente va a compartir mi opinión. También, cuando yo decido compartir mi opinión, soy consciente de que esto puede pasar, pero no me da miedo; prefiero dormir en paz y estar tranquila con mis ideales, con mi gente, con mi familia, que me contraten… Mira, yo nunca tuve nada. Nací en una familia de clase trabajadora, viví la pobreza de primera mano. He pasado toda mi infancia y toda mi vida trabajado para hoy poder hablarte desde este sitio privilegiado que tengo gracias a mi trabajo. Como nunca tuve nada, no tengo miedo a perder nada, ya sea fama, dinero o un contrato. A pesar de todo lo que está pasando en Chile, he estado mucho más tranquila, porque me siento tranquila conmigo y con mis ideales.

 

Cuando mostraste tus pechos, hubo gente que se escandalizó y la foto se censuró en las redes sociales. Pero me llama la atención que censuren antes un pezón femenino y no el mensaje. ¿Lo que molesta, entonces, es el mensaje o el pezón?
Creo que esta manifestación no solo sirvió para dar a conocer lo que sucede en mi país, también ha generado un tema de conversación que tiene que ver con la censura al cuerpo femenino cuando no está siendo utilizado como objeto sexual. En las alfombras rojas vemos constantemente a mujeres desnudas, con transparencias, vistiendo de manera muy provocativa… y está totalmente normalizado y se aplaude. Pero cuando es un cuerpo natural sin glamour, llevando un mensaje social, impacta. Después de esta acción puede que cambien muchas cosas, porque se ha generado una conversación, y nunca había pasado. A lo mejor eso cambia y las mujeres podemos ser más libres, como puse en el tuit: «Mi cuerpo libre para una patria libre». Y está bien, porque la gente, al menos, conversa. Unos están a favor y otros en contra, pero se está conversando. El mensaje va a quedar y la conversación va a seguir abierta.

 

¿Ha vuelto el fascismo o es que en realidad no se ha ido nunca?
El problema tiene que ver con el modelo económico y con cómo se ha manipulado a la gente. Por ejemplo, la gente hoy es muy individualista. No digo toda, pero sí en general. Pienso que todo tiene que ver con la educación, que cada vez es menos social, porque quitan la filosofía, la ética, la historia y las letras para que la gente no vea hacia dentro y solo vea hacia afuera y quiera consumir y consumir, dando pie a que se imponga el fascismo. Ahora, no soy una experta o una analista política para decirte si el fascismo nunca se fue o si está regresando, pero lo que yo siento, por lo menos en Chile, que es de lo que estoy más informada, es que desde que empezó la democracia, una falsa democracia, se ha permitido que sigan las desigualdades y que el sistema neoliberal siguiera siendo descarnado y violento, porque el Estado no puede hacerse cargo de las demandas y de los derechos básicos, como son la salud, la educación, el agua… y de un montón de cosas que deberían ser básicas. En realidad, creo que en Chile la dictadura nunca se fue, sino que ha seguido. Pero esta es mi perspectiva, porque no soy una experta en política.

 

«Siempre he hecho música popular, aunque me siguen poniendo en la categoría alternativa, pero canto bolero, salsa, cumbia… Me siento muy popular y muy de la gente»

 

Naciste en Chile, pero tu carrera se ha desarrollado en México. ¿Qué diferencias ves entre los dos países?
Vivo hace dos años en Ciudad de México y es cierto que en México hay mucha cultura y mucho respeto por los pueblos indígenas. Hay muchas tierras recuperadas, mientras en Chile todavía se persigue y se castiga mucho al indígena, al mapuche… Es una de las diferencias que veo, pero siento que hoy el pueblo está despertando y está viendo todo de una manera diferente.

 

No sé si tu canción “El beso” es una canción de hermanamiento, ¿pero podría serlo?
Sí, porque es una canción bailable cuyo único objetivo es que la gente lo pase bien un rato. Pero también creo que, inconscientemente, puede ser entendido su mensaje más allá de eso, porque si todos los besos son bienvenidos, toda la gente es bienvenida también. Eso quiere decir que todos tenemos nuestra opinión, que podemos ser como queramos, tener libertad de expresión… Es importante que la gente se pueda expresar libremente sin tener que estar señalando al de al lado con el dedo.

 

¿Qué pasará cuando todas las mujeres se pongan de acuerdo?
Bueno, yo creo que las mujeres ya nos estamos poniendo bastante de acuerdo desde hace mucho tiempo. De hecho, gracias a todas las mujeres que se han puesto de acuerdo a lo largo de la historia feminista hoy podemos hablar, trabajar y hacer un montón de cosas. Hoy, más que nunca, las mujeres estamos de acuerdo y estamos levantando la voz, siendo más escuchadas en el mundo. La naturaleza de la mujer no es violenta, sino pacífica, y desde lo pacífico se están logrando cosas bellas y una igualdad en el mundo. Hay mucha gente que todavía no entiende que el feminismo no es querer tener poder sobre el hombre, sino que es querer tener las mismas condiciones. Y esto, incluso, es favorecedor para ambos lados, para las mujeres y para los hombres. Hay hombres que quieren estar en casa, que no necesariamente quieren trabajar o no quieren ser el cabrón, el que no llora, el rudo, el del pecho peludo, el que tiene el pene más grande… Por eso es importante que el feminismo avance, porque el mundo cambia y creo que es conveniente para todos que tengamos la misma igualdad de derechos.

 

¿Cuántas veces has visto cambiar el mundo?
No sé. Yo creo que todos los días cambia un poquito. Hay muchos mundos y el mío cambia diariamente. Pero lo más bonito es el cambio siempre. A mí me encanta el cambio. Yo vivo en un sitio de mucha naturaleza y todos los días la naturaleza me enseña y veo cómo avanza de una manera natural sin oponer resistencia, y eso es bellísimo. Creo que el mundo está cambiando todos los días y soy de las que cree que lo hace para mejor.

 

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