Mikel Erentxun en el Victoria Eugenia: eléctrica vuelta a un lugar sagrado

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«Para cualquier seguidor de Mikel Erentxun, el Teatro Victoria Eugenia es terreno casi sagrado»

 

La gira de El último vuelo del hombre bala atracó en un escenario mítico: el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián. Allí desembarcó un Mikel Erentxun potente, eléctrico y ágil que levantó al público de la butaca. Entre los asistentes estuvo Javier Escorzo.

 

Mikel Erentxun
Teatro Victoria Eugenia, San Sebastián
1 de marzo de 2020

 

Texto y fotos: JAVIER ESCORZO.

 

Para cualquier seguidor de Mikel Erentxun, el Teatro Victoria Eugenia es terreno casi sagrado, algo así como su Meca musical particular. Allí es donde el donostiarra ha grabado dos discos en directo, uno con Duncan Dhu (Teatro Victoria Eugenia, DRO, 1995) y otro en solitario (Tres noches en el Victoria Eugenia, Warner Music Spain, 2008). Por eso, el pasado domingo, además de público local (ahí estaban Diego Vasallo y Juanra Viles, excompañeros de fatigas en Duncan Dhu), también había muchos asistentes venidos de otras ciudades (Madrid, Zaragoza, Vitoria, Barcelona, Madrid,…), e incluso de otros países (México, Italia, Rusia…). La cita era ineludible y el ambiente estaba, por tanto, muy caldeado desde antes incluso de comenzar la actuación.

 

«“La vereda” marcó la pauta de lo que sería la velada: electricidad, velocidad e intensidad dispensadas al por mayor»

 

Con una puntualidad digna de mencionarse (y de agradecerse) salió al escenario Pedro Gracia Pérez de Viñaspre, cantante y compositor de la banda Havoc, con la que acaba de publicar el muy recomendable Espíritu (Subterfuge Records, 2020). Hace diez años prácticamente exactos, Pedro también abrió el concierto de Mikel en el Victoria Eugenia. En aquella ocasión, el exDuncan Dhu presentaba su álbum Detalle del miedo, mientras que el cantante de Havoc ofrecía uno de sus primeros conciertos. Esta década de experiencia ha dejado en él un estilo mucho más definido que pudo apreciarse en piezas tan atinadas como “Y si tiembla el suelo”, “Televisiones”, “¡Solo tú, salvaje!” o “Todavía” (en el disco canta esta última junto a Mikel Erentxun, en otras colaboran Mikel Aguirre, de La Buena Vida, y Javier Sun). Su actuación despertó muy buenas sensaciones y dejó en muchos las ganas de verlo en un concierto completo junto a su banda. Habrá ocasiones para hacerlo, pues Havoc está ahora mismo iniciando su gira.

 

«Dieron absoluta prioridad al material de sus últimas producciones, con el que cimentaron un show sólido y bien compensado»

 

Tras una breve pausa, y con el “Sunday morning” de la Velvet Underground sonando por los altavoces, Erentxun y sus músicos salieron a escena para arrancar con temas de su último disco, El último vuelo del hombre bala. El single de presentación, “La vereda”, fue la primera canción que interpretaron, marcando la pauta de lo que sería la velada: electricidad, velocidad e intensidad dispensadas al por mayor. Siguieron con “Tiempo de descuento” y una tremebunda versión de “Corazones” en la que Marina Iniesta se lució con las seis cuerdas. Es curioso el caso de esta guitarrista, con un aspecto que irradia descaro y juventud, pero con la manera de tocar de un veterano curtido en mil batallas.

Centrados en su reciente y excelsa trilogía grabada en el Puerto de Santa María junto a Paco Loco, el primer viaje al pasado llegó con “Mañana”. En esta gira la han despojado del regusto folk de su versión original y suena más eléctrica y sucia, aunque igualmente brillante (impecable el trabajo en el bajo y la batería de Fernando Macaya y Karlos Arancegi), confirmando que a las grandes canciones les sienta bien cualquier traje. Después, nuevo repaso a su último disco: “Círculos”, “Muchacha de ojos tristes” (la más Velvet de la noche), “Déjalo estar” y “Tu amor es un nudo” (con introducción de arpa pregrabada).

 

«Hubiese sido imposible imaginar un final mejor: el público, puesto en pie y aplaudiendo»

 

Dieron absoluta prioridad al material de sus últimas producciones, con el que cimentaron un show sólido y bien compensado. Solo en el tramo final entreabrieron el cajón de los himnos para rescatar algunos ciertamente infalibles: “Quién se acuerda de ti”, “A pleno sol” o “A un minuto de ti”, que no desentonaron entre otros cortes más recientes como “Si te vas”, “El hombre que hay en mí” o “Cicatrices” (estos últimos están destinados a ser los clásicos de futuros repertorios). Mención especial merece la salvaje interpretación de “Cartas de amor”, posiblemente una de las mejores canciones de Mikel Erentxun y, sin duda alguna, la que mejor funciona en directo. Ya en los bises, “Veneno”, dedicada a Rafa Berrio, y “Tu nombre en los labios” precedieron al único guiño a Duncan Dhu de toda la velada, “En algún lugar”, que sonó inapelable, más guitarrera que la original y con un abarrotado Victoria Eugenia cantándola a voz en grito. Hubiese sido imposible imaginar un final mejor: el público, puesto en pie y aplaudiendo; la banda, satisfecha por el trabajo realizado; y Mikel, exultante, disfrutando de su momento dulce.

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