El Columpio Asesino: «Supuestamente lo tenemos todo y sin embargo estamos vacíos»

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«Desde que cayeron las religiones hemos quedado como suspendidos en el abismo, porque el ser humano necesita aferrarse a algo y vamos a la deriva en ese sentido»

 

Con un sexto y heterogéneo álbum bajo el brazo, titulado Ataque celeste, El Columpio Asesino vuelve a la carga y a la carretera. Sara Morales habla con ellos de estas nuevas canciones que bordean la crisis de identidad y el vacío existencial.

 

Texto: SARA MORALES.
Fotos: MIKEL MURUZABAL.

 

Tras cinco años de ausencia discográfica, ha vuelto El Columpio Asesino para balancearse por las luces y las sombras de la nueva realidad. Para ponerle palabras a los males compartidos, aunque también soterrados, que nos azotan en esta era de la sobreexposición, del vértigo personal y de la ansiedad por la inmediatez. Un lustro en el que la escena, evolucionando hacia cotas cuestionables, había quedado huérfana sin ellos y muchos les esperábamos para iniciar la contienda de su mano y amparo.

Con los cuchillos más afilados que nunca, en ocho canciones de rock electrónico que vacilan con el pop fulgente y el éter industrial, los cuatro de Pamplona ponen sobre la mesa la devastación del individuo en tiempos de crisis de identidad y vacío existencial a través de Ataque celeste, su nuevo álbum, el sexto de una carrera intachable por los subterráneos de la conciencia. Un disco heterogéneo en continente, que duele y aterra en contenido, pero apto para alcanzar el equilibrio y la armonía que nos devuelvan la mejor versión de nosotros mismos. Cristina Martínez (voz), Albaro Arizaleta (composición, voz y batería) y Daniel Ulecia (bajo, sintes y producción), a falta del guitarrista Raúl Arizaleta, se sientan a hablarnos de ello desde la sumisión de la experiencia y sus ganas de colorear el 2020.

 

A juzgar por el contenido de estas nuevas canciones no parece que hayan sido muy buenos años para vosotros a lo largo de este tiempo de silencio. ¿Qué ha pasado¿ ¿Dejó Ballenas muertas en San Sebastián, vuestro anterior álbum, demasiados cadáveres por el camino?
Albaro:
En realidad estas son las letras de toda una vida. Situaciones personales que van quedando atrás conforme las vas escribiendo, pero que pertenecen a una manera de enfrentarse a la existencia, no a un momento concreto. Atienden muchas veces a la angustia que siento yo, en este caso. La vida no siempre es sencilla, a veces te sientes a la deriva, y si además eres una persona con inseguridades o no tienes las cosas demasiado claras, te lleva a escribir este tipo de cosas.

 

En aquel disco os afanasteis en retratar la actualidad del momento, la situación contextual de aquellos días. Sin embargo, Ataque celeste parece más un autorretrato, ¿era vuestra intención?
Albaro:
Sí, Ballenas muertas en San Sebastián hablaba de dos tipos de crisis: la personal y la social. Y con este disco es cierto que el foco se ha centrado más en el ámbito personal; pero tal y como están escritas las canciones creo que abordan problemas universales, de todos: el vacío, la noche, la angustia… Cosas y hechos que afectan a muchas personas.
Dani: Al no estar marcadas en un tiempo concreto, las canciones son al mismo tiempo universales y transversales; para cualquier época y para cualquier persona.
Cristina: También abarca temas sociales, porque hoy se viven situaciones que compartimos todos y que terminan desembocando en ansiedad, depresión, vacío existencial… Basta con ver las noticias para ver cómo está Occidente y cuáles son sus fragilidades sociales, y eso no es más que un reflejo de lo que se vive a nivel personal.

 

La felicidad anhelada, que parece que solo está al alcance de unos pocos y sin embargo, cuando rascas un poco, te das cuenta de que tampoco han dado con ella. ¿Estamos más jodidos de lo que reconocemos?
Albaro:
Esa es la pregunta que hay que hacerse: qué nos pasa, que supuestamente lo tenemos todo, vivimos en un mundo donde no nos falta prácticamente de nada, pero sin embargo estamos muy vacíos y no tenemos a lo que agarrarnos. Desde que cayeron las religiones hemos quedado como suspendidos en el abismo, porque el ser humano necesita aferrarse a algo y vamos a la deriva en ese sentido, en busca de algo que te complete. La cuestión es cuando te das cuenta, o no, de que ese algo no existe y que la vida es así; sin más, así de jodida. Que esto puede que solo sea un accidente. No sé lo que es, pero se pasa y acaba; y desde que nacemos tenemos momentos buenos y momentos malos, pero la vida es en muy buena parte vacío. Al final nos moriremos y punto. No habrá nada más. Otro vacío.

Qué alentador, Albaro… pero lo duro es que es muy posible que tengas razón.
Albaro: No, joder, yo todavía me hago muchas preguntas. Pero si no encuentras eso a lo que agarrarte, esa idea de Dios o de verdad, la vida cuesta mucho más. Que yo tampoco tengo nada claro; en el fondo de mi ser algo me dice que no existe nada, que esto es lo que hay. Intentas salir adelante, agarrándote a lo que puedes, a los pequeños momentos de felicidad, a la amistad, al amor… ¿pero y qué pasa cuando no lo encuentras tampoco? Porque vivimos en una sociedad en la que parece que tienes que estar enamorado y feliz, pero si no lo estás toca asumir otro fracaso. Es como si fueras de fracaso en fracaso, de decepción en decepción…

 

«Permitirse la infelicidad de vez en cuando también hace que aprendas a gestionar la felicidad y la caída»

 

Pero quizá la diferencia no esté tanto entre las personas que piensan como tú y las que no, sino en quienes tienes la honestidad de decirlo abiertamente y los que no… Los que reconocen no estar en posesión de la felicidad con mayúsculas y los que se empeñan en «vender» que son felices todo el tiempo…
Cristina:
Se trata de eso, sí, de ser fiel a ti mismo y a la vez ser valiente.
Dani: Permitirse la infelicidad de vez en cuando también hace que aprendas a gestionar la felicidad y la caída. Aprender a gestionar el dolor y también el subidón en positivo, porque si nos negamos a reconocerlos, o incluso a vivirlos, luego muchas veces se desborda todo en forma de depresiones.
Albaro: Vivimos en una sociedad que parece que evita el silencio, el vacío, la contemplación…. Basta con ver la publicidad. Es como si quisiéramos habitar en un cielo azul absoluto y lucháramos contra las nubes y las tormentas, por estar en contra de ellas. Y al final la realidad es que no se puede vivir en un azul infinito y constante; la vida no es así, hay que aceptar esas nubes y esas tormentas. De ahí el «Yes we can» que suena desvirtuado e hipnótico en la última canción del disco, «Ataque celeste». No es más que una crítica a ese «Yes we can» que tanto se oye hoy, en el sentido de que, aunque pensamos que tiene un origen más de superación social y colectiva, al final se ha convertido en algo vacío y se va encaminando hacia la autoexplotación personal. Parece que tenemos que poder con todo, tienes que estar ahí, y encima estar feliz; al jefe ya lo llevas tú ahí dentro y, además, eres el peor jefe que puedes tener.

 

Tan crudo como cierto. ¿Es entonces «Ataque celeste» un disco catártico?
Albaro: Yo tengo ganas de dejarlo estar ahí. Me he dado cuenta, a lo largo de toda la trayectoria de El Columpio Asesino, cómo sobrevuelan siempre los mismos temas. Y la verdad es que en este tiempo me noto mucho mejor, mucho más tranquilo en comparación con todo lo que expresan estas canciones y el momento en que las escribí. No es que mis problemas se hayan solucionado, porque en realidad mis problemas no se van a solucionar nunca, pero aprendes a convivir con ellos, aceptas esa derrota, es como aprender a morir. Pero todo lo que cuenta el disco está ahí porque es real; luego puede estar escrito de una manera más o menos violenta, más o menso explícita, pero es verdad.

 

Decía John Lydon en su biografía que la ira es energía. ¿Lo es también la infelicidad?
Albaro:
La infelicidad es la otra cara de la moneda. No puedes desprender la felicidad de la infelicidad. Coexisten y van de la mano.
Cristina:
Si tomamos energía como algo positivo, sí, la infelicidad puede desembocar en energía inspiradora o incluso para remontar a nivel personal. Como un impulso.
Albaro: Sin embargo, la ira, aunque en algunos momentos es natural y necesaria, es algo que tienes que dejar atrás porque al final te carcome. No puedes vivir toda tu vida enfadado. Yo creo más en la resignación que en la ira, pero una resignación entendida como aceptación de las cosas.
Cristina: Cuando algo te afecta y te hace daño, la ira es un sentimiento natural y lo primero que te sale, casi innato, es algo animal y parte de nuestro instinto, pero luego tienes que racionalizar y sopesar cómo conducirlo.

 

¿Cómo han sido estos cinco años de silencio discográfico?
Dani: En realidad paramos en enero de 2016 y en marzo de 2017 nos juntamos para empezar a dar forma a Ataque celeste. Durante ese período intermedio lo que hicimos fue descansar, no hablar entre nosotros de nada que tuviese que ver con El Columpio Asesino porque se trataba de desconectar.

 

¿Por puro agotamiento o por algún motivo concreto?
Dani: Sí, por agotamiento y por determinadas situaciones personales que nos llevaron a tener que parar, apartarnos un poco de ello para volver a cogerlo con más ganas.

 

¿Pero llegó a correr peligro el futuro de El Columpio Asesino?
Dani:
No.

 

¿Y cómo os habéis encontrado el panorama a vuestra vuelta?
Cristina:
Muy raro, la verdad. Ha cambiado todo muchísimo.
Albaro:
Sí, ha cambiado la industria, la escena… La cantidad de gente joven que viene por detrás…

 

En vuestra opinión, ¿con talento o sin él?
Albaro: Con talento y sin él, hay de todo. Hay gente muy buena haciendo cosas interesantes, aunque aun estoy digiriendo las cosas para poder decir si me gusta o no lo que veo.
Cristina: Claro, al final es una cuestión generacional. Como cuando nuestros padres nos decían a nosotros que hacíamos ruido, ¿no? Pues igual. Quizá cuesta entender, pero talento hay.
Dani:
Hay gente talentosa pero muy de marcas. Realmente, en mi opinión, no hay nada que queme de verdad.

 

De todos estos cambios que habéis encontrado a vuestro regreso, ¿cuál es el que más os espanta?
Albaro: Quizá el hecho de que ya no vale con hacer canciones, ni hacer una promo convencional como la que estamos haciendo estos días con entrevistas y tal… Como si el trabajo ya no fuera tocar y de repente se hubiera convertido en estar en las redes sociales continuamente echándole leña a la caldera.

 

«Eso es precisamente El Columpio, ese balanceo entre sonido y letras, que te engaña en apariencia, te dice verdades, se esconde y vuelve a aparecer»

 

¿No os motiva nada, no?
Albaro:
Claro, es que nosotros hemos crecido de otra manera… Nosotros no somos millenials y, aunque otros grupos tampoco lo son, ya han crecido con todo ese impulso digital de las redes, dentro de ese hábitat, y se manejan mucho mejor.
Cristina: Si además cuentas con que a ti no te gusta exponerte tanto… No sé, me parece tremendo estar todo el día con el selfie, chavalitas inflándose a botox para su Instagram… pero lo que ya me parece loquísimo es que las bandas dependamos de los likes para que nos contraten, para que haya más o menos movimiento a nuestro alrededor.
Dani: Lo que han conseguido las redes es que vender tu vida, aunque no seas nadie, sea común y normalmente aceptado. Cuando además es precisamente contrario a lo que en un principio se necesita o se demanda, ¿no? Tu parcela de privacidad, de intimidad. La gente vende su vida a cada momento, cada cinco minutos. ¿Cómo habría sido si en el setenta y tres Ziggy Stardust hubiera aparecido en albornoz, zapatillas y con el pelo aplastado? Cuando en teoría la magia está en que es el ser andrógino que viene de otro planeta, con su maquillaje, su pelo naranja… No hubiera tenido ningún sentido. Habríamos pensado que qué es lo nos estaban vendiendo.
Cristina: Pierde la magia, ¿para qué quieres saber cómo me levanto con la coleta así o asá por las mañanas?
Albaro: Y luego, que todo el mundo se siente como muy importante porque tienen algo que contar. Joder, qué seguridad tiene la gente en sí misma.

 

Este es el auténtico Ataque celeste de la era digital, ¿verdad? Y visto así, ¿era el deje brillante y melódico la mejor manera de transmitir mensajes tan crudos? El giro en vuestro sonido hacia la luz es bastante evidente.
Albaro:
El equilibrio entre el menaje y la melodía en Ataque celeste funciona bien, porque si a estas melodías le metes un discurso menos trascendental podría haber quedado un disco muy ñoño, igual que si te vas hacia el otro lado: si a estas letras le metes una melodía o forma de cantar más atonal y oscura podría quedar como un disco crápula, hasta un poco patético, incluso. Sin embargo, el resultado ha sido un equilibrio entre la melodía, la voz de Cristina y lo que hay debajo que hace que haya una equidad, una balanza.

 

“Preparada”, por ejemplo, es en forma una canción muy pop.
Albaro:
Sí, es una canción muy pop, pero en el estribillo te está hablando de asuntos duros. «Estoy preparada para acabar contigo» dice, pero es una canción ambigua, porque no se sabe cuál de las dos voces, la oscura o la luminosa, es la que lo dice. O me acepto en este camino o me acepto en el otro. Eso es precisamente El Columpio, ese balanceo entre sonido y letras, que te engaña en apariencia, te dice verdades, se esconde y vuelve a aparecer. Letras que quedan abiertas para que cada uno sea libre de darle una lectura diferente e interpretar.
Cristina: Es una manera de decir: aquí estoy yo, preparada para enfrentarme a esto y dejarlo atrás, pero en realidad no sabes cuál de las dos voces te habla y cuál es la que termina imponiéndose. Es una instantánea: cisne negro y cisne blanco.

 

 

La más demoledora de todo el disco es, sin lugar a dudas, «Lechuzas, cúters y somníferos». Un auténtico guantazo en la cara. ¿Qué se esconde tras esa canción?
Albaro:
Nació de una situación que coincide en el tiempo con la época del anterior álbum, y aborda una crisis personal. Es un tema muy violento, tiene imágenes duras… responde a noches de pasarlo realmente mal. Recuerdo que la escribí casi del tirón, pero prefiero no profundizar mucho más.

 

“Mi general” tampoco se queda muy atrás a la hora de devastar ánimos…
Albaro:
Esa canción habla precisamente de cuando notas que sube esa voz, ese lado animal de uno mismo que va a hacer que te dejes llevar y que, como bajes la guardia, te va a poder. Está viniendo y no me queda otra que someterme, es como un golpe de estado interior.

 

Al final, por muchos años que pasen, seguís siendo los mismos de aquel debut homónimo en 2003 y aquella sobrecogedora continuación con De mi sangre a tus cuchillas tres años después…
Albaro: Por eso te decía que al final todo gira en torno a la misma vaca muerta. Aunque tampoco creo que sea nada negativo.

 

Para la instrumental “Ataque celeste” sobran las palabras; poco más se puede añadir después de lo que verbalizan las siete canciones anteriores. Es, además, una de las que más denota el cambio de vuestro sonido en este 2020. ¿Os han influido para este disco la nueva ola alemana y los ochenta electrónicos?
Dani: “
Ataque celeste” sí, tiene reminiscencias alemanas, también de New Order, y sobre todo muchas pinceladas de ese disco de la Guerra de los Mundos que narraba Richard Burton. Es una canción que, en un primer momento, se concibió con un aspecto muy visual, mucho más que las que se componen de un modo más convencional. Visualmente la teníamos en la cabeza en directo y fue componerla de la manera inversa.

 

Entiendo entonces que esta será la mejor manera de arrancar los conciertos ahora cuando empiece la gira…
Todos: ¡
Eso es!
Cristina: Además, el directo va a estar muy bien porque con todas estas canciones, más las de Ballenas muertas en San Sebastián, más Diamantes… va a quedar un setlist muy enérgico.

 

¿Os habéis vuelto muy locos con la producción en el estudio?
Dani: Tan locos como con cualquier otro álbum, realmente. Lo que pasa es que en este disco partimos de un mejor armazón con todas las canciones porque empezamos a construir la casa con unas buenas líneas de voz, buenas letras… y ahí ya tienes media canción hecha en realidad. Luego queda arroparla bien y ponerle el vestido adecuado.

 

¿Cómo creéis que se van a tomar vuestros fans más ortodoxos esta relativa luminosidad sonora de El Columpio Asesino?
Albaro:
Yo creo que las personas que nos siguen, nos conocen, conocen nuestra naturaleza y han estado con nosotros todo este tiempo, si no les gusta, lo van a respetar. Porque es cien por cien Columpio Asesino, está muy bien hecho, y entenderán el componente de riesgo al no haber tirado por caminos que podríamos haber tirado.

 

A pesar del ruido que hay ahí fuera… ¿os escucháis bien a vosotros mismos?
Dani:
Yo por suerte o por desgracia me escucho mucho. Y digo por suerte porque cuando estoy bien me retroalimento de cosas buenas, pero cuando estás mal y aparecen las lechuzas que dice Albaro te vas a la cama dándole muchas vueltas a todo. Me escucho, sí; para lo bueno y para lo malo.
Cristina: Yo ahí ando. A veces pienso que voy bien, otras que voy para atrás… Pero bueno.
Albaro: Yo genial [risas].

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