Miguel Ríos: Como si fuera la última vez

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Entrevista: Miguel Ríos Como si fuera la última vezVuelve Miguel Ríos con nuevo disco, Solo o en compañía de otros, en el que recoge temas dispersos en discos ajenos –dúos y colaboraciones en homenajes– y se lanza en compañía de la producción de Jose Nortes a por cinco inéditos que lo ponen una vez más en el ojo del huracán del mejor rock español. De todo ello conversamos en esta entrevista.

Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: THOMAS CANET.


Miguel Ríos tiene nuevo disco, Solo o en compañía de otros. Un álbum que nació con la idea de recoger temas publicados en discos ajenos: bien haciendo dúos, bien canciones para homenajes. Por el camino, se pensó incorporar un par de temas completamente inéditos, pero esos dos han acabado siendo cinco. Cinco canciones producidas por Jose Nortes en las que participan Danny Griffin (batería), Alejandro Climent (bajo), Luis Prado (piano, Hammond, sintetizador) y el propio Nortes en guitarras. Además, Carlos Raya suma su guitarra en otro corte, como también hacen Paco Tamarit y Javi Pedreira. Pero detrás de esas cinco canciones están sus compositores: “Memorias de la carretera”, escrita por Ríos y musicada por Carlos Raya; una versión de “En el ángulo muerto”, de José Ignacio Lapido; “Donde pongo la vida pongo el fuego”, que Pedro Guerra musicara sobre un poema de Ángel González; “Restos de stock”, una inédita que le ha cedido Quique González, de quien también versionea “Bajo la lluvia”. Es decir, Miguel Ríos, como tantas veces ha hecho a lo largo de una carrera que ya cubre más de 40 años, se ha reunido con un equipo de productores, músicos y compositores totalmente nuevo.

El resto del disco, son los temas extraídos de otros álbumes. Por un lado están las versiones –“Princesa” (Sabina), “Gran Vía” (Antonio Flores), “Es difícil olvidar” (Los Ángeles), “Oda a la tristeza” (de un tributo a Neruda)–, y por otro, los dúos –“Lo siento, Frank” (con Ariel Rot), “Subsuelo” (con Jorge Salán), “Te lo dije” (con Quique González), “Ojos de Gata” (con Los Secretos), “Mía” (con Los Rebeldes)–. El resultado es uno de los mejores trabajos de Miguel, en el que su voz, en un punto de maceración fabuloso, lo domina todo.

Como siempre, es un placer conversar con Miguel Ríos, que ahora, a sus 64 años plenos de sabiduría, sigue manteniendo en perfecto estado de forma no sólo su envidiable físico, sino su buen y contagioso sentido del humor.

¿Estás contento con el resultado del disco?
Sí, la verdad es que sí. Primero porque he cantado con gente nueva, músicos con los que no había tocado antes. La base son Luis [Prado] y el Boli [Alejandro Climent], de Señor Mostaza, la verdad es que están de puta madre. Y Jose Nortes, que es un tío encantador como productor. La verdad es que nos lo hemos pasado muy bien, se nota en el disco, que todo suena muy relajado.

Los temas nuevos creo que se han trabajado mucho al servicio de tu voz, dejando que todo sonara natural. ¿Es así?
Sí, la verdad es que ellos, como son gente más joven, me tienen mucho cariño como artista. Sí, es un poco lo que dices, en cierta forma no era desnaturalizar a alguien que viene haciendo esto hace ya mucho tiempo. Probablemente el único patrimonio indudable que yo pueda tener ahora como músico es mi trabajo vocal, más que otras consideraciones.

¿Tú crees?
Creo que sí, viendo mi trayectoria, sobre todo el año pasado, cuando hicimos el álbum aquel triple que fue un repaso a mi historia, yo me di cuenta que aparte de que pudiera haber sido en algún momento bastante atrevido en mi etapa de productor de espectáculos, productor de cosas como escenarios que daban la vuelta, y ese tipo de cosas, yo lo hacía todo al servicio de poder cantar, que es lo que me da placer. Por eso siempre he antepuesto una buena canción ajena a una buena o menos buena que fuera mía. Aunque he escrito bastante, si venía una canción mejor, me quedaba con esa.

En eso siempre has sido bastante generoso.
No, Juan, no es una cuestión de generosidad, fíjate. Es más la necesidad de cantar buenos temas, si yo hubiera sido compositor desde el principio, si hubiera sido un tío que hubiera dominado un instrumento, si hubiera sido un músico en el sentido estricto de tocar y dominarlo, tal vez hubiera sido un pelín más egoísta y yo me lo hubiera guisado y me lo hubiera comido, pero como al principio mi única defensa era hacer la versión lo más decente posible para que me siguieran contratando en la Philips, me aficioné a esto y me preocupé en que sonaran naturales las canciones de rock, que por ahí hay mucha gente que pone la boca muy rara para cantar y darle swing. De este disco nuevo, lo que me gusta, tanto de las canciones que hemos hecho ex profeso como de las que hemos recogido de otras colaboraciones, es que cabalgo por muchos estilos, que de pronto cantamos un par de temas swing como es el “Mía” de Los Rebeldes o el “Lo siento, Frank” de Ariel [Rot] y ahí me siento muy cómodo. Y hacemos baladas y me siento cómodo, y hacemos un tema que es como una especie de balada heavy, “Subsuelo”, de Jorge Salán, y también me siento cómodo. La verdad es que en ese sentido yo estoy muy contento de mi participación vocal en el disco, dentro, claro, de que tampoco voy a descubrir ahora nada.

¿Es una sensación mía o en los últimos años parece que disfrutas más cantando?
Sí, en los últimos años, a partir del disco que hicimos con John [Parsons], 60 mp3, que lo disfruté muchísimo, aunque había escrito yo todas o casi todas las letras, algunas en compañía de Luis García Montero, era un disco muy blues, y era una asignatura pendiente. Había hablado mucho de blues en las canciones, pero no hacía blues y ese disco, que era estilísticamente muy blusero, me dio mucho placer. Desde entonces he estado subiéndome al escenario como invitado de otros artistas, gente con la que cantas una canción y que es una especie de coitus interruptus o de eyaculación precoz, que todavía no he llegado a saber cuál de las dos cosas es: Sales, te embalas y cuando estás embalado te tienes que meter pa dentro. Pero sí, me da mucho placer cantar desde que era un niño: el aire que pasa por la garganta, el sonido que genera me da gusto, me pone de buen humor.

Antes me decías que en el equipo de músicos que has trabajado notabas cariño, y esto lo hemos comentado alguna vez: durante algún tiempo a ti no se te tuvo demasiado cariño, pero ahora parece que hay una generación de músicos jóvenes que reconocen abiertamente tu obra.

La verdad es que con todos los que he trabajado siempre me han tenido mucho cariño, en el sentido del compañerismo, pero probablemente eso que apuntas, sí, se da porque envejeces [risas], y dicen “este ya no es tan competidor como era, vamos a echarle unos piropillos” [risas].

Si me permites la broma, superada la fase de matar al padre, ahora hay que tenerle cariño al abuelo…
[Carcajadas] Sí, sí, una vez superada la primera fase, se entra en la segunda, ya te llaman viejo profesor y todo ese tipo de cosas. No, pero siempre he sentido cariño de la gente con la que he tocado, cariño con la gente con la que he colaborado, porque desde que hicimos Qué noche la de aquel año, he tenido relación con toda la gente de generaciones posteriores a mí, he estado cantando con ellos, los he estado siguiendo, sé lo que han hecho. Y también se nota el respeto que yo les tengo a ellos, porque no puede ser solamente un camino de ida, tiene que ser una cosa de ida y vuelta. Así ha sido con la gente con la que he colaborado, tanto si hemos hecho giras juntos, como era el caso de Leño, Topo y todas esas bandas a las que les tuve y les tengo mucho afecto, como con los que he grabado.

LOS JÓVENES AMIGOS

En el disco cantas dos temas nuevos de Quique González.
En realidad tres. Hay una versión de “Bajo la lluvia”, que es un temazo, es un tema que parece que esté escrito para mí. Yo no lo conocía, fue Jose Nortes quien me dijo escucha este tema, y me pareció genial. “Restos de stock”, me lo ha dado Quique como inédito, es un tema que cuando se lo oí tocar al piano, estábamos en la casa de un amigo de él, me encantó. Luego, hemos hecho también el “Te lo dije”, que cantamos en su disco en directo.

Con Quique has tenido muy buena relación en los últimos tiempos.

Sí, a Quique lo conocí porque íbamos al mismo palco a ver al Madrid, es blanco, como yo. Y es un tío que lo ves tan abrazable, porque es tan querible, no es débil, es…

¿Frágil?
Frágil, eso es, como alguien a quien cuidar. Después de los partidos nos volvíamos andando para casa porque vivíamos cerca los dos, cuando él vivía en Madrid, e íbamos charlando y siempre me decía “Miguel, tenemos que hacer un disco juntos”, y cuando toqué en Madrid 60 mp3, en el Conde Duque, lo invité a cantar e hicimos un par de temas juntos porque nos veíamos con cierta frecuencia, ahora cuando viene también me llama. Le tengo no sólo mucho cariño, le tengo mucha admiración, me parece un tío que en su género es un capo, su actitud me parece fantástica, ese rollo de haber pasado por la música independiente, fabricando él sus propios discos, todo ese tipo de deseos por seguir haciendo canciones, su fertilidad… Joder, podíamos haber hecho un disco de canciones suyas. Una tarde que estuvimos juntos me enseñó siete u ocho temas, fantásticos todos. Y me encanta su personalidad como cantante, me gusta mucho como canta, separar una canción que haya cantado Quique y hacerla tuya es muy difícil. Le pasa también a gente que tiene muy marcada la forma de cantar y escribir. Porque las canciones, aparte del valor intrínseco como tales, está también cómo están fabricadas para una forma de decirlas y al descontextualizarlas de su forma de decir puede sufrir la canción. A mí me ha gustado mucho traérmelas a mi terreno sin traicionar su estilo. En fin, que Quique es un tío cojonudo y que seguro que si los discos siguen existiendo, o si no algo habrá [risas], seguro que en el futuro hacemos algo juntos. Él está empeñado en que hagamos un disco él, Luis García Montero y yo. Es un chaval maravilloso, siempre está ahí, me parece un gran compañero. Más adelante nos pondremos con ese disco.

Otro temazo que has grabado para el disco es “En el ángulo muerto”, de José Ignacio Lapido, hacéis una versión buenísima.
En Granada, los músicos con los que más relaciono son Lapido y Antonio Arias, de Lagartija [Nick]. Hay en el disco una canción, “Es difícil olvidar”, que es de Los Ángeles, que salió en un tributo al grupo; Los Ángeles eran mis colegas, eran un poquillo más jóvenes que yo… Los únicos más mayores que yo son el Dúo Dinámico [risas]. En ese tema tocó Antonio y gente de Granada, que son los más indies de todos. Con Lapido estuve yendo a los ensayos y su último disco, Cartografía, me parece cojonudo. Es increíble. Este tema me gustó mucho, y se lo dije: cuando grabe, me voy a hacer una versión de este tema. La verdad es que para sacarlo de su contexto, fuimos por otro lado, por un lado más blusero, más setentero. Con Jose [Nortes] y los chicos empezamos a cantarlo juntos, a buscarle la forma. Lo bueno de este disco ha sido eso, que hemos ido con las canciones y las hemos tocado allí en el estudio, buscándole la forma, iban evidentemente preparadas, como siempre se llevan, sabiendo lo que es el tema, pero viendo qué te dan los chicos. Y empezó a sonar; le hemos dado vueltas y vueltas y al final ha quedado fantástica. Creo que Jose Nortes es un tío muy válido, primero porque es músico y tiene muy buen oído, y luego es un tío encantador como persona, es un tío balsámico, que crea muy buen ambiente en el estudio. Al final, con esa suavidad, impone siempre un estilo. Y si oyes los discos de él siempre está ahí ese sonido más crudo, que me gusta mucho. Porque vengo de sonar con John Parsons en el otro disco, con un sonido fantástico, porque fíjate lo que es John, pero digamos que con un sonido más convencional, y este es un sonido más crudo, más garajero, y eso me gusta.

¿Se grabó con todos tocando juntos?
Sí, grabamos todo en directo. Yo lo hago así hace quinientos años, grabas el tema y de ahí prácticamente sólo te vale la batería, algunos detalles, porque sino todo se queda un poco contaminado de todo. Pero queda el espíritu de lo que has grabado.

También has grabado, con música de Carlos Raya, “Memorias de la carretera”, que va a ser el single. Un tema en el que miras atrás y en el que la música incluye algunos guiños.
Yo empecé a escribir el texto antes de que Raya le pusiera la música. Lo empecé a escribir como si fueran esos soliloquios: “Los bares, los cruces, la boca agridulce. Las noches sin sueño, las chicas sin dueño. La peste narcótica de la gasolina…” Era como si fuera para un anuncio de televisión de estos en los que va un tío hablando y van pasando imágenes. Empecé a pensar que podía tener rollo para una canción y le fui dando forma y entró Carlos Raya que me mandó un mp3 con una guitarra acústica, que para imaginarse a lo que ha llegado, imagínate. Pero lo vi claro, vi que había tema. Y tiene un sonidazo increíble. Habría que hacer un concurso para ver quién adivina los riffs que salen ahí de qué discos míos son. Se lo pregunté a Carlos, y me dijo que le habían salido de la inspiración que le ha dado mi música, la de los 70 y los 80. Yo me pongo y oigo trozos del “Rock and roll bumerang”… Le salió así, él lo llama influencia subliminal. El tema me encanta y el hecho de haberle metido el arreglo de los vientos me recuerda a aquellas bandas tipo Blood, Sweet and Tears, los Blues Brothers, aquel sonido potente. Me encantaría llevarlo a la carretera con ese concepto, con el sonido de aquellas épocas, no como ahora que tienes que ir con cuatro tíos o con un pianista. Cada vez más íntimo, intimísimo [risas].

Te veo contento de haber trabajado con toda esta gente, ¿te anima esto a preparar un trabajo más largo con ellos?
Lo que me anima ahora es a tocar, y si estuvieran libres ellos para venirse a tocar conmigo, me encantaría. Con Luis, con el Boli, con Dani [Griffin], por supuesto que sí. A ver si el año que viene, en medio de la crisis, a la gente le interesa oír algunas canciones. Música para pasar la crisis.

¿LA ÚLTIMA VEZ?

¿La idea es esa, girar el año próximo?
Sí, me apetece dar una vuelta larga porque no sé si me va a dar tiempo para dar muchas más.

Eso te iba a comentar, porque cuando leí el texto que has escrito presentando el disco [publicado en EFE EME], traslucía un tono de despedida. Era un poco desalentador.
La verdad es que yo no me veo dando muchas más giras. No sé, porque la vida es caprichosa, pero también me tengo que poner las metas más cercanas, más accesibles, más aquí y ahora, vivir en el presente. Porque al pasado no es muy recomendable mirar y el futuro es que no sabes dónde está. También pasa que mi disciplina es dura, a mí la carretera, los conciertos, no son cosas baladíes, tengo que echarle mucha energía y sin esa energía no quiero subir al escenario. En el momento en que vea que el grifo se ha cortado tanto, yo no voy a seguir haciéndolo. Ha habido un “crossover” en mi vida cuando hice el disco Como si fuera la primera vez y ahora estoy más en “Como si esta fuera la última vez” [risas]. Las dos tienen un sentido bastante emocionante para como plantearte tu carrera: como si fuera la primera vez, por la ilusión y la energía, y como si fuera la última vez, con el hambre desesperada de si va a ser la última, tiene que ser la hostia. Es el pez que se muerde la cola, es cerrar el círculo, es lo que se me viene encima.

Pero tú estás en plena forma, siempre lo has estado.
Pero me cuesta. Me gustaría estar en peor forma y viviendo mejor [risas]. Sí, tiene sus costes, pero son más psíquicos que físicos: no abandonarte, ese tipo de cosas, que no es que lo vaya a hacer cuando deje de tocar, que no me voy a abandonar. Pero esto de fumar, de no fumar, de quitarte y ponerte continuamente, es terrible.

Pero llevas toda la vida así.
Sí, toda mi vida, tío. Cuando empiezas a hacer un disco te tienes que quitar, olvidarte de fumar, cuando empiezas a escribirlo te pones a fumar como una locomotora… Todo es una especie de preparación continua para algo que no es tangible, que es intocable. Y eso, psíquicamente, tiene unos costes que algunas veces me he visto muy cerca de ir cogiendo moscas por la calle [risas].

Hace un momento te referías a la crisis económica, y hace un rato a la discográfica. La económica, en el sector musical, ya es como que llueve sobre mojado, ¿no?
Exacto. A nosotros sólo nos falta quedarnos preñados. Sin embargo esto deja una enseñanza. Cuando milité mucho contra la piratería, cosa que no he cambiado, lo que pasa es que parece que no es conveniente hablar porque es predicar en el desierto, es absolutamente absurdo repetirte hasta la saciedad, pero no veía tan claro como veo ahora el oficio de resistencia que hay en nuestra profesión, es maravilloso, es acojonante. Tú ves a Jorge Salán, que tiene un discazo increíble, que toca, que canta… Ves a Javi Pedreiro que toca con Quique, que ha tocado con nosotros en un tema del disco, ves a todos aquí, no tanto en la lucha, sino que siguen enrollados en su hacer canciones, en comunicar emociones. Ves a Quique que contra viento y marea sigue. Todo eso es emocionantísimo.

Lapido autoeditándose…
Exactamente, y la mayoría de la gente. Eso es emocionante, es de una belleza… Pensaba que, por decirlo de alguna forma, la gente iba a ser más mercantilista. Y no, como siempre son altruistas, y como siempre también individualistas y poco gregarios. Si hubiéramos sido de otra forma quizás podríamos haberle plantado cara a esto, pero siendo como somos, bendita y afortunadamente, creo que la música pasará por baches, pero estará siempre ahí para confortarnos.


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