Melómanos: Eva Isanta, la música como vía emocional

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“Me quedo con la música de cantautor y guitarra. A Quique González también le he escuchado mucho, y ahora quiero retomarlo. Canciones del alma que hablan de experiencias con las que yo he conectado. También me gusta mucho Ismael Serrano, hay canciones de su último disco en las que me veo muy reflejada”

 

Rostro más que asentado en la pequeña pantalla, Eva Isanta sitúa entre sus clásicos musicales a Radio Futura o Nacha Pop, admira a Robe Iniesta y conecta con la música de Quique González, entre otros. Se lo cuenta a Sara Morales.

 

 

Texto: SARA MORALES.

 

 

Es una defensora a ultranza de la cultura en todas sus formas, y de cómo tiene el don de conectar con el ser humano en una dimensión emocional íntima que, en ocasiones, busca ser compartida. Eva Isanta (Ceuta, 1971) debutó en el teatro en 1990 y desde entonces la hemos visto habitar entre los escenarios y los platós revestida de múltiples personalidades, entre ellas la inolvidable Isabel de «Farmacia de guardia», Bea en «Aquí no hay quien viva» o desde hace nueve años Maite –“La Cuki”– en «La que se avecina», sin contar otras series, películas y obras teatrales. Como emisora sabe bien lo que significa canalizar las emociones, asumiéndolas primero como propias para después transmitírselas al público en forma de arte, en este caso el interpretativo. Como receptora es sensible y empática, por eso busca ese poder inalterable de la emoción sobre todas las cosas. Con la música le ocurre exactamente esto.

En mitad de su apretada agenda de madre y actriz, encontró un par de horas para envolverse en un repaso por los sonidos que han marcado las diferentes etapas de su vida. Un recorrido divertido, risueño y cómplice en el que nos embarcamos desde un bonito café tras la madrileña Plaza de España, y en el que salió a relucir la Eva adolescente, la estudiante experimental, la mujer aventurera, la rebelde y también la introspectiva.

 

¿Sabrías decir cuál fue tu primer contacto con la música?
Yo creo que el programa «Aplauso». Era pequeña y recuerdo esperar el día en que lo emitían con devoción, me fascinaba. Estamos hablando de la televisión de finales de los 70 y principios de los 80.

 

Imagino que ahí empezarías a conocer a un montón de grupos y artistas, ¿recuerdas alguno con especial cariño?
Recuerdo muy bien a Miguel Bosé, si no me equivoco creo que era en su época de ‘Supermán’. Por aquel entonces él era todo un mito, siempre tan vanguardista, tan camaleónico, siempre te sorprendía… era maravilloso. Más adelante llegarían Los Secretos y bandas de ese tipo tan importantes en la música española.

 

Naciste en el año 71, así que los 80 llegarían a ti en tu pre-adolescencia y adolescencia. ¿Viviste La Movida de cerca o de refilón?
Mi música efectivamente es más de los 80, en los 70 era muy pequeña. La Movida me pilló de refilón porque yo vivía en Getafe, pero no te creas, ¡allí teníamos nuestra propia Movida! Recuerdo muy bien a todas las tribus urbanas defendiendo su música, su estética, sus espacios: los mods, los heavys, los rockers, los punks, los pijos… Estaba muy delimitado el territorio de cada banda, había movidas entre ellos… Aún así, era todo como más sano, más naif que ahora, todo estaba más relacionado con la música que con la ideología política y la insatisfacción vital que hay ahora.

 

Sorpréndeme: dime que tú perteneciste a alguna de las bandas.
No, nunca pertenecí a ninguna, aunque el rollo de los rockers siempre me atrajo, me encantaba cómo iban vestidos. Tuve una época de adolescente en la que me gustaba mucho el break dance y conocí bastante de cerca esa escena porque a mis amigas y a mí nos gustaban mucho unos chicos que eran breakers. Íbamos a verles bailar con su sintasol en el suelo, el cassette…

 

El «amor» sigue siendo el motor de todo… en este caso, la atracción y el flirteo.
(Ríe) Sí, como todo en la vida, la música la eliges en función de las emociones. Todo lo que te va marcando y lo que vas eligiendo en cuanto a gustos o etapas viene a raíz de lo que has vivido y con quien se ha compartido todo eso, y creo que lo mismo ocurre con la trayectoria musical. Cuando empecé a hacer teatro tenía amigos heavys que me dieron a conocer bandas como Barón Rojo. Aprendes mucho de los demás.

 

¿Qué grupos de aquellos 80 siguen entre tus gustos musicales?
Radio Futura, por supuesto. Nacha Pop, Hombres G, Mecano… A Mecano les trajeron un año a las fiestas de Getafe y mis amigas y yo les estuvimos espiando mientras se peinaban y se maquillaban en el backstage, por un agujerito que había en la carpa donde lo prepararon todo y donde iba a ser el concierto (ríe). A día de hoy mi musicoteca de iTunes es muy variada, también tengo canciones de AC/DC y de Guns N’ Roses.

 

Hace poco saltaba la noticia de que volvían a los escenarios con Axl Rose y Slash al frente, ¿irías a un concierto suyo?
Bueno, claro que sí, ¿por qué no?

 

¿Eres mitómana?
Nada, nunca lo he sido. Hay gente a la admiro, claro; me gustaba mucho Michael Jackson, me sabía todos sus videoclips de memoria. También Dire Straits, Supertramp… pero hasta el punto de mitomanía, no.

 

Quizá porque sabes que detrás de esos mitos se esconden personas normales y corrientes.
Eso es. A veces, cuando voy por la calle con mi hijo de 12 años, me rodea un grupo de gente para una foto o un autógrafo y él no lo entiende, claro, porque él ve a su madre. En el fondo lo que intento explicarle es que las personas a las que admiras, como él puede admirar a Cristiano Ronaldo, son personales normales, con una vida normal, con su familia, sus carencias, sus problemas… A mí me ocurrió con Martin Sheen cuando le vi una vez en la plaza de Santa Ana, aquí en Madrid. Yo le admiro mucho, y por aquella época él estaba en pleno auge de su carrera, pero no me acerqué a decirle nada, no sabía qué decirle, quizás haberle dado las gracias sin más… no sé. Eso no quita que cuando alguien me para por la calle y me demuestra su afecto y su cariño no lo agradezca, claro que sí.

 

De la música nacional, ¿a quién admiras?
A Robe Iniesta. Me gusta mucho, muchísimo, es un gran poeta. He ido descubriéndole con el tiempo y, como te decía antes, todo motivado por la vía emocional. Me he leído su libro «El viaje íntimo de la locura» y me ha encantado. Literariamente no es perfecto, pero es un libro con mucho mensaje, tiene mucho que ver con la visión que él propone de la vida. Apuesta por una alternativa de vida mucho más real, más pragmática; no le gusta nada este mundo que hemos construido y por eso él ha optado mucho por la evasión. Así es como me ha llegado a mí su mensaje, quizás es solo mi impresión. Robe tiene una sensibilidad muy especial y me encanta cómo se empeña en rescatar lo más primario, lo más básico, lo más puro y fundamental como es la naturaleza y el amor.

 

Muchas veces se nos olvida todo eso con el ritmo tan frenético de la ciudad.
Totalmente. Y él nos propone volver a ello. Es un tío estupendo y dice cosas tan coherentes… Recuerdo cuando le dieron la Medalla de Extremadura, y cuando recogió el premio pidió que hubiera más salas de ensayo para los grupos de su pueblo, que muchos de ellos están en la calle y no tienen donde hacerlo. Estuvo genial.

 

¿Su música consigue llegarte con esta misma intensidad?
Claro, estoy muy vinculada a su música en muchos momentos de mi vida, estos más recientes incluso. Hice una función que se llamaba «Atrapados” (en el Teatro Alfil) en la que mi personaje era Rosa, una psicóloga que trabajaba para un banco y hacía examen de personal y realizaba despidos, y cuando intenta reconducir su vida, vuelve a un momento del pasado y rememora una etapa vital. Para conectar con el personaje y con todo ello lo hice a través de una de las canciones de Extremoduro, el ‘Cuarto Movimiento: La Realidad’ del disco «La Ley Innata». Y me ocurría que solo con escuchar las notas de esa canción ya entraba en ese estado.

 

 

El poder de la música es inagotable. ¿Te ha ocurrido algo parecido con alguna otra canción?
Con ‘El sitio de mi recreo’ de Antonio Vega, es un temazo. Las canciones de Jorge Drexler, por ejemplo, me conectan con la parte buena del ser humano; Joaquín Sabina… A Bunbury le sigo muchísimo, tengo toda su discografía, y Luz Casal, como voz rockera femenina, me encanta. La música de cantautores en general me gusta mucho también.

 

Como hablábamos antes, al final se trata de música que te va acompañando en diferentes etapas de tu vida.
Es totalmente así. En la época en que empezaba en el teatro, siendo muy jovencita escuchaba mucho Aute, Serrat, Víctor Jara, Silvio Rodríguez… todo muy teatral, de gran esencia interpretativa y conceptual, influida también por el grupo de teatro, en el que casi todos eran más mayores que yo. Y todavía me siguen gustando. También tuve una época de jovencita en que seguía por todos sus conciertos a Danza Invisible, estaba enamorada de él (ríe). Al final se trata de cómo determinadas emociones del momento te van conectando a determinada música. Mi hijo a descubierto el rap y yo he escuchado algo gracias a él, y te puedo decir que Violadores del Verso tienen dos raps estupendos, que te paras a escuchar la letra y llegas a la conclusión de que los intérpretes de este género son los nuevos poetas.

 

¿Frecuentas conciertos, Eva?
Pocos, mucho menos de lo que me gustaría por falta de tiempo. Al último que he ido es a uno de Drexler en el Circo Price.

 

¿Compras música?
Sí, estoy muy en contra del pirateo, me resulta casi una aberración. Hay que pagar por la música, hay que darle el valor que tiene. Es como cuando te compras un libro, no se te ocurre fotocopiarlo, te lo compras y listo. O las películas, vas al cine y la ves. No sé, en el teatro por ejemplo… es como si tuvieras que hacer funciones de teatro piratas, ¿te imaginas cómo sería? No, no puede ser. Estamos en un momento en que todo se consume y se consume muy rápido, y a esa velocidad se olvida el valor de las cosas y se opta por la cantidad en lugar de la calidad. No estoy de acuerdo con esas formas.

 

¿Eres de las que se deja llevar por el estado de ánimo a la hora de escuchar un tipo de música, o a la inversa: utilizas la música para llegar al estado que tú quieres?
A la inversa, cuando estoy triste o más baja es cuando escucho rock. Y algo que hago prácticamente todos los días es escuchar mantras. Cuando voy por las mañanas en el coche a grabar voy escuchando mantras, cuando me están maquillando estoy con los cascos y escuchándolos. Hay algunos muy bonitos, es una música maravillosa, a mí me ayudan a guardar mi energía, a tenerla en movimiento cuando lo necesito y reservarla para cuando llega el momento. Me da mucha paz y mantiene mi reserva de energía a salvo.

 

Ahora que hablamos de trabajo, ¿qué género musical relacionas con cada uno de los géneros interpretativos?
Con el cine indudablemente las bandas sonoras, y se me viene a la cabeza la música de Ennio Morricone. El teatro lo relaciono mucho con la música en directo, más tipo orquesta, más instrumental… Grandes funciones que me han gustado mucho tenían música en directo y los actores participaban de ello también, es maravilloso. Y la televisión está más relacionada con el género de la serie, si es más alegre, si es más de misterio… En el caso de «La que se avecina» creo que la música está acertadísima.

 

Si te propusieran interpretar la vida de una cantante, ¿quién te gustaría?
De Deborah Harry, Blondie. Sería fantástico hacer ese recorrido.

 

¿Recuerdas la música que llevabas encima aquellos años tuyos de «Farmacia de Guardia»?
Déjame pensar… Era la época en que yo estudiaba teatro y vivía en Lavapiés. Escuchaba bastante jazz, también Tom Waits, Ute Lemper…

 

Desde hace nueve años te has convertido en una de las vecinas más carismáticas del Mirador de Montepinar. ¿Qué BSO le pondrías a tu personaje?
(Ríe) Por lo menos los Payasos de la tele, música de circo.

 

Pobre Cuki, con todo lo que está pasando… (reímos).
Esta temporada no te la pierdas, está siendo la caña, me lo estoy pasando francamente bien grabando.

 

¿Cuándo empieza?
Todavía no lo sabemos, es un tema que depende de la cadena.

 

Todas las parejas tienen una canción con la se identifican. ¿Cuál es la de Maite y Amador?
Sin duda la canción de ‘Bonnie and Clyde’ («qué linda parejita…» tararea). Es como ese ni contigo ni sin ti (ríe).

 

¿Con qué canción relacionas a cada una de estos personajes? Empezamos por Macarena Gómez, que hace de Lola.
‘For us’ de San Leon. Es el grupo de su marido, Aldo Comas, y unos cuantos compañeros entre los que me encuentro hemos participado en el videoclip de esta canción, que es muy chulo, muy transgresor y habla sobre los pecados capitales.

 

Ahora Nacho Guerreros, Coke.
Algo urbano y moderno, pero él es muy tierno también… Le voy a dedicar ‘Con los años que me quedan’ de Gloria Estefan.

 

Cristina Castaño, que hace de Judith.
Cualquier tema de «Cabaret», por supuesto, que está ahora ahí dándolo todo.

 

Jordi Sánchez, Antonio, el mayorista que no es pescadero.
Jordi es un tipo súper intelectual, vamos a dedicarle un tema de Eric Clapton.

 

Jose Luis Gil, que da vida a Enrique Pastor.
Ah, bien, él es muy rockero. Le voy a dedicar cualquier tema del «Thunderstruck» de AC/DC.

 

Fernando Tejero, que interpreta a Fermín.
Clarísimamente, algo de Ana Belén, le encanta. Le dedico ‘Lía’.

 

Cristina Medina, que hace de Nines.
Es flamenca total, le encanta Miguel Poveda, así que una de él para ella.

 

Terminamos con Nathalie Seseña, Berta en la serie.
Ella es muy espiritual, es maravillosa. Vamos con una de Edith Piaf, que además habla francés.

 

Uniendo todo esto, ¿cuál sería la BSO de la vida de Eva Isanta?
Creo que me quedo con la música de cantautor y guitarra. A Quique González también le he escuchado mucho, y ahora quiero retomarlo. Canciones del alma que hablan de experiencias con las que yo he conectado. También me gusta mucho Ismael Serrano, hay canciones de su último disco en las que me veo muy reflejada. Creo que es de mi quinta, y habla de esas personas de la generación que ahora rondamos los cuarenta, que tenemos una formación, un trabajo, una vida con divorcios y separaciones a cuestas… Es como si el esquema de vida que habíamos ideado se desmoronase, pero al mismo tiempo sigues con tus principios. Es duro, pero a la vez es bonito, es como la pregunta de: «¿Y ahora qué soy?» Pues yo misma me digo: «Ahora eres más que nunca».

 

 

Anterior entrega de Melómanos: Tania Llasera, educada en el rock inglés.

 

 

 

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