Martirio: «Canto como si fuera la última vez en el escenario, o la primera»

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«Bola de Nieve es de los cantantes que más verdad transmite y quería cantarlo de verdad»

 

Martirio y Chano Domínguez vuelven a estrechar piano y voz para cantarle al pianista cubano Bola de Nieve. Una alianza con la que pretenden transmitir su admiración desde una absoluta desnudez musical. Lo cuenta Martirio en esta entrevista de Carlos H. Vázquez.

  
Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: JESÚS UGALDE.

 

Martirio (María Isabel Quiñones) dice ser «un poco bruja». Sabe más que unos ojos que no ven, si estás enamorado/a, si tienes mejor cara o si te has cambiado de piso. Martirio siempre desea suerte, fuerza y amor, y se despide en la calle Alcalá con el humo de un cigarrillo. Ella, que se desnuda en sus canciones cuando quiere cantar por dentro.

«Nunca ha sido tan difícil estrenar una canción», dice a propósito de los tiempos en la música, donde los conciertos se han convertido en karaokes y el público va a escuchar lo que ya conoce. Ella trata de evitarlo, incluso con un disco de versiones del pianista cubano Bola de Nieve, titulado A Bola de Nieve (Universal, 2019). Ya venía de lejos la admiración de Martirio y Chano Domínguez por Ignacio Jacinto Villa Fernández (nombre real de Bola de Nieve), cuya voz, pequeña, se perdía en los escenarios de México acompañando al piano a Rita Montaner durante dieciocho años. De niño, Bola estudió música en el conservatorio Mateu de Guanabacoa. Fue un tipo académico que se dedicó a la pedagogía y a las matemáticas, pero la música resultó ser su medio de vida, tocando el piano en las proyecciones de cine mudo del Carral. Bola de Nieve versionó y fue versionado. Édith Piaf lo supo bien cuando escuchó “La vie en rose” en su voz. Bola lloraba cantando, como lo hacían también Billie Holiday o Chavela Vargas.

Martirio conoció la música de Bola de Nieve en 1983 por un disco que le había dado Mario Pacheco con un mensaje: «¡Estudia!». Chano lo hizo en Colombia, tiempo después. El gusto de ambos por la música de Cuba ha dado como resultado un buen puñado de canciones a piano y voz. En 1999, Martirio publicó A flor de piel (52 P.M, 1999), donde ya se encontraban temas del cancionero de Bola de Nieve: “Si me pudieras querer”, “Alma mía” (letra de María Grever), “No te importe saber” (autoría de René Touset)… Siempre presente la figura del cubano, en otoño de 2018 Martirio y Chano Domínguez actuaron en el Café Berlín de Madrid para homenajear a Bola de Nieve. Un año después, y tras una gira ad hoc, los dos firman un disco con dedicatoria.

 

¿Cuánto amor cabe en una canción?
Todo el que seas capaz de asimilar y cuidar durante toda tu vida.

 

Decía Bola de Nieve que él era un aspirante a la universidad, pero que todo eso se acabó cuando llegó la revolución de Cuba en el año treinta y tuvo que dejarlo para ponerse a tocar el piano en un cine para poder comer. ¿Qué habría sido de Bola de Nieve sin el hambre?
Fíjate qué curioso es el destino; nunca se sabe por dónde te va a llevar la vida. ¡Pero qué maravilla! Después se convirtió en un estudioso total del piano. Era milimétrico, estudiaba todos los días para poder darse a la expresión cuando llegaba al escenario, como él decía. Lo que más le interesaba era expresar y el teatro. Era un gran showman.

 

¿Crees que una persona tan estudiosa tenía espacio para la improvisación?
Creo que poca. A lo mejor, cuando tocaba en la banda de [Ernesto] Lecuona, ese tipo de colaboraciones que él hizo durante mucho tiempo, sí lo tenía, pero después era muy preciso. No le daba cuartel a la improvisación, estudiaba al máximo.

 

Pero es curioso que alguien que hiciera versiones fuera una persona tan estudiosa, porque entiendo que una versión requiere de cierta improvisación.
Sí. Y todas las canciones que hizo se las llevó a una versión personalísima. Pero él estudiaba esa versión tan personal para que siempre estuviera al nivel más excelente.

 

¿Cuándo surgió la idea de rendirle un homenaje? El 19 y el 20 de septiembre de 2018 tocaste canciones de Bola de Nieve con Chano Domínguez en el Café Berlín.
En noviembre de 2017 tuve las dos primeras canciones elegidas. Un día vino Chano a casa y le pregunté si le gustaba Bola. Él me respondió: «¡Claro, por Dios! Me encanta». A los dos nos encanta la música cubana, y como tiene tantísimo de jazz, a él le pareció muy bien.

 

Chano conoció su música en Colombia, ¿verdad?
Sí, pero yo no estaba. Se lo enseñaron en el 98 y le llamó muchísimo la atención, desde entonces le encanta. Además, las canciones son cantes que se pueden adaptar muy bien a los palos flamencos. Hemos elegido canciones que yo podía suscribir. Por ejemplo, no me he metido en toda la parte yoruba, en la parte negra, porque eso queda muy payo en mi voz. No pertenece a mi cultura y queda impostado. Mira que me gustan “Mamá perfecta”, “¡Ay! Mamá Inés” o “Chivo que rompe tambó”, pero podían quedar como una parodia y quería que fuera lo más verdad posible. Bola de Nieve es de los cantantes que más verdad transmite y quería cantarlo de verdad. En los días que estamos, con tanta mentira en el mundo, en la música también hay mucha impostura. Y te juro que este es el disco en el que más desnuda he cantado. He llegado a revolucionarme por dentro, me ha sacado la voz del alma, me ha hecho quitarme cualquier tipo de máscara y cualquier tipo de tic que funcione… He buscado que lo que dijera saliera absolutamente de las vísceras, del corazón, del alma, para poder llegarle a la gente y a ese espejo que es el arte, para que la gente pueda reflejarse y reconocer sus propias emociones y transformarlas.

 

¿Cómo consigues que tu sentimiento se transmita a través de una canción que no es tuya? ¿Es un mismo sentimiento?
No. Está pasado por un filtro musical y vital. Pero sí he intentado recoger lo que me pasa cuando lo oigo y expresar esa verdad que nosotros oímos en él a través de mi experiencia, la de Chano y la carrera que llevamos tocando muchísimos géneros en nuestro propio lenguaje.

 

Ya grabaste con anterioridad varios temas de Bola de Nieve: “No te importe saber”, “Si me pudieras querer”, “Alma mía”, “Una semana sin ti”…
Sí, en el disco A flor de piel. Pero esta, por ejemplo, no la hemos incluido. Sin embargo, “Si me pudieras querer” a Chano le encantaba porque se mete muy bien por bulerías, es muy alegre. Y “Alma mía” es una canción que me fascina. Todo lo de María Grever me fascina, pero “Alma mía” es una canción que no me canso de cantar.

 

Con “Alma mía” se pueden sacar paralelismos con Chavela Vargas, por la forma de cantar.
Yo he estudiado la verdad en la voz a través de Chavela Vargas y de Bola de Nieve.

 

¿Y qué has aprendido de ellos?
He aprendido a quitarle adornos que son concesiones a la platea, a quitarme cualquier tipo de cosa que me funcione de antemano, a entregarme a una desnudez expresiva total. No hay un alarde de voz. No hay ningún mecanismo propio; he cantado por primera vez muchos temas de bolero filin.

 

«Este es el disco en el que más desnuda he cantado»

 

La primera vez que escuchaste a Bola de Nieve fue en 1983 por un disco que te regaló Mario Pacheco con un mensaje: «¡Estudia!».
[Risas] Me regaló ese y el de María Teresa Vera, grandísima cantante. El de Bola era un disco blanco y de María Teresa una cinta. Me los dio y me dijo: «Estúdiatelos, que seguro tienes que ver con esto». Me fascina María Teresa y he grabado cosas suyas, como “¿Por qué me siento triste?”.

 

En el año 83, la Martirio que conocemos ahora era muy diferente en sonoridad a la de entonces. ¿Cómo abrazaste la música de María Teresa Vera o Bola de Nieve?
Me sorprendió porque era un campo que no conocía nada. El bolero filin me parece un género extraño de cantar. ¿Cómo cantan así? Recuerdo que cuando conocí a Gema Corredera pensaba que esa manera de cantar se aprendía en Cuba. Como en el jazz, que nunca das la nota obvia, sino un acorde o una disonancia que tiene que ver, en la voz es igual. Hay otro universo, otra manera de cantar y una ternura muy especial, no hay victimismo, no hay rencor.

 

¿Y en la copla? ¿Hay más rencor o drama?
Hay mucho más drama en la copla. Mucho. Y mucha gente que canta canciones amorosas lo hace con enfado, sin haber perdonado el desamor. Yo tengo tan perdonado el desamor, lo tengo tan domesticado y quiero tanto a la gente que he querido… Eso es hermosísimo, porque te permite volver a enamorarte.

 

Borrón y cuenta nueva…
Pero borrón y cuenta nueva con el relicario ese que te han dejado cuando has amado de verdad. Eso no se te puede olvidar nunca.

 

Pero el borrón sigue ahí.
Pero no ya el borrón, sino la experiencia amorosa. De lo que hago borrón es de lo chungo, lo que me ha llevado a cortar. Normalmente, mis cortes amorosos han sido para seguir adelante con mi historia.

 

«He renunciado a ti ardiente de pasión, no se puede tener conciencia y corazón», dice la letra de “No puedo ser feliz”. ¿Fue la primera canción que escuchaste de Bola?
Creo que sí. Esa canción resume lo que te estoy diciendo. ¿Cuántas veces he tenido que dejar a alguien porque la relación no iba adelante, sin dejar de querer? Es mucho más doloroso, pero cuando una relación no te hace progresar como persona y en tu trabajo, no tienes más remedio que alejarte.

 

¿Y cómo dices «me alejo»?
Más bien es cómo lo haces.

 

¿Entonces cómo lo haces?
Con dolor y mucha palabra; hay que conservar la amistad. A lo mejor no se habla al día siguiente, pero sí con un poco de tiempo, cuando haya bajado la espuma.

 

¿Dónde queda la copla cuando hay poesía? Bola era un gran conocedor de ella.
Un gran amante de la poesía y del teatro. Hay poesía en toda su obra. Y creo que también hay copla. Una manera de cantar que se hace con un arrebato y una exasperación amorosa que tiene que ver con la copla. Yo, cante lo que cante, siempre tendré un aire de copla en lo que canto. No soy flamenca, pero el flamenco es la cosa que más me gusta de este mundo.

 

En A Bola de Nieve está “Se equivocó la paloma”, de Rafael Alberti.
Es de las que más me gustan, porque tiene una lectura absolutamente distinta a las versiones que he oído, que me habían llevado a una canción romántica, y en el momento en el que estamos, absolutamente política. Creo que es la intención que tenía Alberti: que la paloma es España. La paloma es la paz y la paloma se equivocó… Que no se vuelva a equivocar. Estamos en una situación muy difícil, muy complicada.

 

¿Crees que la paloma se sigue equivocando?
Creo que la paloma sobrevuela, pero lo que necesita la paloma es hablar, que se haga política, que la gente se quiera y que no se disgreguen la sociedad y las familias. Y por encima de todo: que no haya violencia, que la palabra gane. Y gana, ¿eh?

 

Pero no lo tiene fácil, le cuesta…
Pero cuesta fundamentalmente por el orgullo.

 

¿Miedo a hablar?
Muchísimo. Y los hombres mucho más. Como hieras a un tío en el orgullo estás perdida, no te lo va a perdonar nunca. Las mujeres somos más de perdonar. Tendremos otro fallo, pero ese no.

 

Decía Alberti que Bola de Nieve para él era un Lorca negro. ¿Crees que Bola y Lorca se llegaron a conocer? Tuvieron que coincidir en Cuba en los años treinta.
Claro. Además estuvo en la casa de Dulce María Loynaz y dando unas conferencias maravillosas. Mario Pacheco, antes de morir, hizo una revista que se llama Zumba, y me encargó un artículo que escribí sobre Bola y Lorca. No tenía ni idea de que iba a hacer un disco de Lorca o de Bola. Para mí eran contemporáneos, vanguardistas, rebeldes, cosmopolitas… Vincularon gente, crearon escuela… Eran grandes amantes de la música, de la poesía y del teatro. Personas que habían sufrido rechazo social por la homosexualidad o por el racismo. Lorca era de colores en una España en blanco y negro. Ese texto del que te hablo lo he metido en el libreto, porque lo sentí mucho y lo escribí con todo el cariño. Esas almas afines, ¿no se encontrarían para ser positivo y negativo de un alma común? Es raro que no haya testimonio de eso, pero para mí es como si se conocieran, como si Bola pudiera cantar los “Sonetos del amor oscuro” de Lorca.

 

De Bola se decía que tenía una personalidad muy femenina.
Era homosexual. No todos los homosexuales tienen sensibilidad femenina, pero la mayoría sí. Y en este caso se nota muchísimo en el tratamiento de la voz con respecto al amor y al desamor.

 

«He estudiado la verdad en la voz a través de Chavela Vargas y de Bola de Nieve»

 

Con una voz aguda.
Sí. En Cuba dicen «lloricanto». Billie Holiday tiene también un poco de eso. Las voces que llegan al corazón tienen una lágrima pegadita a la neurona de la voz. Sobre todo gente que se ha entregado a sentir y ha tenido un corazón valiente. La arena que viene del alma no se puede disfrazar, y Bola te quita todas las máscaras. A mí me está haciendo mejor persona, fíjate.

 

¿Acaso antes eras mala persona?
No, en absoluto. Pero tengo aspiración a crecer siempre, como persona y como artista. No tengo la sensación de haber llegado a ningún lado, sigo aprendiendo todos los días. Y realmente te quita todas las tonterías, igual que hace el flamenco.

 

¿Crees que Rita Montaner salvó a Bola de Nieve cuando le invitó a acompañarla a México?
No creo que lo salvara, sino que la vida le puso de instrumento para que, por una casualidad que fue ponerse afónica, tuviera que sustituirla Bola. A partir de ahí empezó su carrera.

 

Curioso, teniendo en cuenta la voz de Bola, más aguda y cercana a una voz femenina.
Muy femenina y además lírica y maravillosa. Sin embargo, él es el primero que presume de que tenía devotos en vez de fans, no por la calidad de su voz, sino por lo que expresaba. Te ocurre cuando cantas una canción. Yo nunca canto de memoria, canto como si fuera la última vez en el escenario, o como la primera. Con un respeto, un miedo o una inseguridad tan grande que se me ve lo finito de mi alma.

 

¿Cómo se te ve el alma en esta gira, que ha pasado por escenarios como la sala Barts, donde Bola tocó cuando todavía era el Teatro Circo Español?
¡Ay! No sé. El interés fundamental de esta obra sea que se le conozca a él. Yo tengo bastante dominado el ego, me puedo poner en función de la canción y en función de ese personaje mundial y, sobre todo, en función del sentimiento y de la emoción, que es lo que más me interesa de todo lo que canto.

 

¿Piensas que a Bola de Nieve no se le ha reconocido lo suficiente?
Sin duda. No sé por qué fragmento mediático no se ha dado más a conocer. Pero sentía que tenía muchísima vigencia como para que la gente joven supiera quién es. Y hay gente que lo conoce y le gusta el disco, aunque pueden decir que les encanta Bola pero no las versiones.

 

Las grabaciones de Bola de Nieve, en su tiempo, no tenían mucha calidad… Pero estas versiones, con una producción mejor, pueden ayudar a que se le escuche de otra manera.
Aquí está mi hijo [Raúl Rodríguez] por detrás, que es el productor, y no veas cómo suena. Toqué con él el día 19, en el Lope de Vega de Sevilla, en el centenario de Chavela. Y volvimos a hacerlo. Es lo más bonito que he hecho en mi vida.

 

¿Cómo es el sentimiento cuando actúas con Raúl Rodríguez?
Es impresionante, creo que se ve hasta el cordón umbilical desde fuera. Es impresionante, porque Raúl no me acompaña, me persigue. Reconoce mi respiración y se sabe las letras. Es de los pocos músicos que se saben la melodía por su cuenta y la letra perfectamente. Sabe dónde me paro y tiene muchísimo gusto. Nos ha convencido mucho a Chano y a mí de la importancia del silencio.

 

¿Se estila poco el silencio en la música?
Ahora nada. Como todo va corriendo, la música también. Sin embargo, el silencio te prepara para lo que viene de otra manera. Es muy hermoso.

 

¿El silencio suena?
El silencio suena, el silencio es música. Chavela sabía mucho de eso.

 

Recibiste en 2016 el Premio Nacional de las Músicas Actuales, un galardón que en esta última década a ido a manos de Christina Rosenvinge, Mala Rodríguez, Amaral, Carmen París… ¿Para qué sirve un premio en este caso?
Entre otras cosas, para pagar este disco, por ejemplo. Pero, fundamentalmente, que le den un premio a una mujer que no es comercial, que ha hecho siempre lo que ha querido, le puede servir a mucha gente joven que está siguiendo su vocación y a lo mejor no tiene una gran compañía detrás. Yo he tenido cinco o seis compañías, pero lo principal es que voy a hacer lo que quiera, cueste lo que cueste. Si no estoy en las listas, pues no estoy, pero estoy absolutamente orgullosa de todos los discos que he hecho. Creo que no hay ninguno que sea un disco mediocre. Lo que me importa es que a mí y a mi gente le guste. Y esa gente se multiplica, independientemente de que ganes más dinero o tengas más éxito o más premios. Que te premien en ese momento por transgresora me parece una revolución.

 

¿Para qué sirve el amor?
El amor sirve para sanar, fundamentalmente. Sirve para el arte, para crecer como persona y para tener esperanza, ilusión y ganas de vivir. Te hablo desde mi experiencia, porque por dentro soy una niña chica.

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